DIALOGANDO CON LAS NUBES IX
Durante el camino de vuelta a casa, mi amigo retoma el tono confidencial para hablarme de sus problemas de pareja. Quiere saber mi opinión. Y se queja reiteradamente de mi silencio, obligándome a postularme. De modo que conversamos largo y tendido sobre el amor como una búsqueda tal vez imposible…
¿Realmente hay que buscar el amor? ¿El amor no es algo que surge simplemente y que si uno no se esfuerza por mantenerlo, desaparece? En una pareja basta con que uno de los dos no se esfuerce, para que el amor desaparezca o para que ni siquiera llegue a surgir. Es fácil confundir el amor con obsesión o con una simple necesidad de sexo. El amor es algo demasiado complejo, nada que ver con el amor romántico. Buscamos afinidades y lo que nos salen al paso son personas que nos inspiran emociones, emociones siempre cambiantes. Y elegimos quedarnos o no junto a esas personas y esas emociones, en principio supuestamente compartidas, mientras duran. Pero no duran para siempre. A veces se transforman en algo en lo que la voluntad conjunta se esfuerza por hacer perdurar y a veces simplemente desaparecen.
A eso muchos le llaman amor, amor no correspondido o desamor. Pero a mí se me antoja una palabra demasiado compleja como para usarla tan frívolamente, como muchos la usan. Y más se complica la cosa cuando la usamos para referirnos a la armónica relación entre todas las personas en general, a eso que llaman amor fraternal, amor familiar y amor universal. Amor en general, amor como una herramienta más para vencer al miedo, al desconcierto, a la incertidumbre.

Las buenas emociones englobadas bajo la palabra amor vencerán a las malas emociones y al miedo… Eso es lo que queremos creer pero, ¿no es ésta una visión demasiado dualista una vez más? Lo bueno enfrentado a lo malo, ¿emociones que vencen a otras emociones? ¿Emociones en conflicto? ¿Qué englobamos realmente bajo la palabra amor? ¿No es el amor la aceptación de lo bueno y lo malo? ¿La armonización de lo bueno y lo malo? ¿El equilibrio?
Todo se me antoja demasiado complejo. Realmente el amor es una palabra excesivamente complicada como para usarla a la ligera. Por eso acabo por guardar estos pensamientos para mí, sin dejarlos a penas entrever, porque tampoco es lo que necesita oír mi amigo. En el fondo solo quiere que le escuchen y es lo que siempre hago, esforzarme por escuchar, porque con ello aprendo mucho más que hablando. Además, ahora mismo no siento ninguna necesidad de hablarle de mis propios conflictos personales, que por otro lado no tienen nada que ver con los suyos…
A mi amigo le encanta utilizar la palabra amor, eso es lo que ocurre. A mi amigo y a tantos otros. En cambio a mí me da demasiado respeto y en boca de la mayoría me chirría. A mi entender hay que utilizar las palabras con sumo cuidado, con la máxima prudencia. Es más, en la palabras que escogemos volcamos una imagen de nosotros mismos y sé que yo me obsesiono demasiado con esa posible imagen que proyecto, lo que probablemente me convierte en el reprimido, el inseguro y en el introvertido que soy. Me convierte en un autor a menudo bloqueado y no precisamente por el temor a la hoja en blanco. No. Proyectos e ideas me sobran. A menudo no es el qué lo que me bloquea sino el cómo, o las envidias que despiertan los logros de los demás, los logros en lo económico y lo creativo. Las envidias pueden frenar, sí, porque te conducen a pensar solo en el éxito mundano y en las fórmulas que utilizan los demás para alcanzar ese éxito mundano y te hacen perder de vista los propios objetivos que en realidad ultrapasan lo material, pues están enmarcados en el plano de las ideas, los ideales. En esa idea de que la literatura, como el arte o el cine, no es solo una manera de entretener. Es una manera de modelar mentalidades, de transmitir pensamientos, a menudo subliminales. Es una manera de alimentar nuestras mentes, de enriquecerlas con pensamientos constructivos o empobrecerlas con pensamientos destructivos. No importa si son versos, narraciones, novelas, obras teatrales, epístolas o diarios. Cuando leemos cualquier cosa, cualquier libro, sea del género que sea o una revista, o seguimos blogs y redes de internet, o vemos una serie de televisión, una película, publicidad televisiva o escuchamos la radio y las mentiras de los políticos, estamos modelando nuestra mentalidad, nuestro pensamiento. Por eso es importante que aprendamos a ser selectivos, pero sobretodo críticos con todo lo que leemos, vemos y escuchamos. El espíritu crítico es lo que importa por encima de todo. Eso es lo que subyace o intento que subyaga en todos mis escritos. El espíritu crítico y la búsqueda de la verdad, de lo insondable, si es que hay una única verdad, que lo dudo.
Escribo intentando atravesar las tinieblas de las cosas nunca dichas. Pero cuesta atravesar esas tinieblas. Son muy espesas y siempre se tiene la impresión de que ya está todo dicho.
Atravesar las tinieblas de las cosas nunca dichas. Hermosa frase. La leí en Cielo dividido, una novela de Christa Wolf.
Continuará…
© Maite Mateos


