22/ 02: EL ASCENSORISTA

A lo largo de las 90 y pico de páginas de El Ascensorista, este animalito prueba de todo: distintas técnicas pictóricas (conté unas 12), infinitos trucos narrativos, páginas de mil viñetas mezcladas con splash pages, páginas mudas, con diálogos o con bloques de texto, bocetos re-crudos o ilustraciones mega-elaboradas, homenajes a artistas plásticos y hasta a Séptimo Círculo, su anterior novela gráfica, escrita por Diego Cortés. El despliegue de virtuosismo que nos obsequia Brondo en esta obra es casi demasiado y alcanzaría y sobraría para que se pusiera de moda hablar maravillas de El Ascensorista y para que todos, hasta los críticos más hijos de puta, la recomendáramos a viva voz.
Pero claro, en este blog somos hinchas de los guionistas y la verdad es que el debut de Brondo en ese rubro no me terminó de convencer. Hasta la página 24, el guión es perfecto: una especie de drama urbano, con personajes muy bien trabajados y un clima espectacular, tenso, inquietante. En las 40 páginas siguientes, empiezan a pasar un montón de cosas una más extraña que la otra. El clima se va haciendo asfixiante y uno, ingenuamente, supone que Brondo va a explicar qué corno está pasando en ese edificio al que el ascensor y su anónimo piloto recorren de punta a punta ocho mil veces por día.
Y cuando llegás a la página 66, ya está clarísimo que nada se va a explicar, que nada de lo que pasó hasta el momento era verdaderamente relevante. La historia no abandona el tono dramático y enigmático, pero se va definitivamente para otro lado, para el de la reflexión existencial, los planteos filosóficos acerca del destino, la identidad, la voluntad... en otras palabras, deja de ser una historia para ser otra cosa. Muta tanto que se desactiva. El dibujo acompaña inteligentemente esa metamorfosis del guión y es en este último tramo donde Brondo termina de darle rienda suelta a todo su arsenal de recursos gráficos. El impacto que ya no produce la historia, ahora lo produce –con creces- el dibujo.
O sea que puestos a emitir un veredicto, no hay uno sino dos. Si sos dibujante y comprás historietas por los dibujos, El Ascensorista es una cátedra absoluta que no te podés perder por nada del mundo. Si te gusta la literatura o si comprás historietas por los guiones, vas a ver cómo un planteo original y promisorio deriva en una no-historia, como si a mitad de camino el autor decidiera que esta ya no le resulta tan interesante y –puesto a llegar a las noventa y pico de páginas- prefiere crear una especie de art-book, en el cual el texto no desaparezca por completo, pero se desentienda por completo del peso que significa llevar adelante un relato. El propio Brondo comenta en el epílogo que El Ascensorista nace como un cuento que un amigo suyo deja inconcluso, y que Brondo "hereda" para convertirlo en novela gráfica y darle un final. No sé exactamente hasta qué punto de la novela Brondo sigue los lineamientos del cuento, pero me queda claro que el último tramo SEGURO no conserva para nada la impronta del escritor, sino que explota en un festival de imágenes que sólo un dibujante (perdón, un eximio dibujante) puede concebir. Tené en cuenta esos dos veredictos a la hora de decidir si te subís o no al ascensor...
Published on February 22, 2012 11:04
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