Lectura conjunta LGBTI Nº2: Pórtico, de Frederik Pohl
Este es el libro de ciencia ficción que elegimos para nuestra segunda lectura conjunta LGBTI; se trata de la multipremiada Pórtico, la primera novela de la saga de los heeches, de Frederik Pohl. Espero que la hayan disfrutado. Al principio me costó engancharme, pero después no la pude dejar. Si bien no es una obra con un gran contenido LGBT, la disfruté mucho.
Legado de una civilización extraterrestre desaparecida antes del origen del hombre, el misterioso Pórtico se abría a todas las maravillas del universo... y a todos sus horrores.
Nuestro planeta tierra ha pasado a tener veinticinco mil millones de habitantes, una cifra exorbitante. Por causa de la superpoblación, la mayor parte del mundo pasa hambre o consume alimentos fabricados artificialmente en Estados Unidos y Cánada. Los seres humanos se han expandido a Venus y a Marte... y los más desesperados y ambiciosos deciden viajar a Pórtico, donde podrán hacerse ricos o enfrentarse a un destino fatal.
Su legado son los 80 kilómetros de túneles de su interior, numerosas naves de tripulantes capaces de viajar a la velocidad de la luz y multitud de artefactos que los terrestres no tienen idea de qué pueden ser. Las naves son de tres tipos, según la cantidad de pasajeros que pueda transportar: Unos, Tres o Cincos. Sin embargo, los seres humanos desconocen el mecanismo de estas naves y solo pueden viajar en ellas asumiendo el riesgo de acabar en cualquier rincón del universo: los misteriosos heeches se ubicaban en el espacio mediante una ruta de cinco dimensiones.
El protagonista de la historia es Robinette Brodhead (Bob, Rob, Robbie), un hombre disconforme con su vida en la tierra que se gana la lotería y decide invertir todo el dinero en un viaje a Pórtico. Allí se entrenará para ser prospector, es decir, para subir en una nave y recorrer el universo en busca de instrumentos heeches o planetas habitables. Según los hallazgos, la Corporación dueña de pórtico (formada por todos los países del mundo) premia a los arriesgados prospectores con enormes cantidades de dinero.
La novela está narrada en primera persona desde dos momentos separados temporalmente, el pasado de Bob en Pórtico y el presente: Bob, rico, pero sumamente trastornado por el remordimiento, es psicoanalizado por un robot que él ha llamado Sigfrid. Este robot, súper inteligente hasta el punto de poder pasar por un ser humano, trata de abrirse paso por los recuerdos de Bob y con frecuencia le pide que le cuente sus sueños (noten el guiño a Sigmund Freud, apariencia que el holograma de Sigfrid adopta en varias ocasiones). Por último, en medio de la narración se intercalan anuncios colgados en los tableros de Pórtico y fragmentos de conferencias de científicos, bastante informales. Algunos anuncios están cargados de ironía; otros, son un triste testimonio acerca de la vida de estos humanos del futuro:
La novela me pareció sumamente metafórica, decadente, terrible y triste. Se trata, sin duda, de una distopía, y es realmente chocante lo que estos seres humanos hacen para ir a Pórtico con la esperanza de escapar de la pobreza: prostituirse, sacrificarse vendiendo sus órganos y, finalmente, arriesgar sus vidas en una empresa sin ninguna garantía de éxito y muchas garantías de muerte. De hecho, entre las estadísticas se cuentan más muertes que éxitos. Cuando una tripulación vuelve de una expedición cargada de armamento heeche, la Corporación los premia con varios millones de dólares, mientras la tierra muere de hambre y los hombres venden sus órganos para pagar los medicamentos de sus familias.
Con respecto al contenido LGBT de la novela... bien, digamos que, al parecer, la homosexualidad ya no es el tabú que es ahora. Bob se embarca junto a un grupo de tres hombres gays y si no se une a ellos en sus encuentros sexuales es porque tiene a Klara, su pareja, para pasar el rato. Sin embargo, Bob tiene «tendencias homosexuales» reprimidas y no queda claro si en su último viaje tiene un roce con uno de los prospectores que intentó seducirlo desde el principio de la historia. Además, Sigfrid hace que Bob descubra un pequeño «trauma» (a falta de otra palabra) infantil con respecto al sexo anal.
Pórtico es una novela, a su manera, escalofriante. Es imposible no verse a sí mismo en estos seres humanos cegados por la desesperación y la ambición, que viven en un mundo que no tiene nada que ofrecerles. Realmente, hace que nos pongamos a meditar acerca de la existencia que estamos llevando en este mundo y, por sobre todas las cosas, pensar en el valor de lo más importante que poseemos y que no nos costó ni un centavo: la vida.
Pórtico, Frederik Pohl
Sinopsis
Legado de una civilización extraterrestre desaparecida antes del origen del hombre, el misterioso Pórtico se abría a todas las maravillas del universo... y a todos sus horrores.
Nuestro planeta tierra ha pasado a tener veinticinco mil millones de habitantes, una cifra exorbitante. Por causa de la superpoblación, la mayor parte del mundo pasa hambre o consume alimentos fabricados artificialmente en Estados Unidos y Cánada. Los seres humanos se han expandido a Venus y a Marte... y los más desesperados y ambiciosos deciden viajar a Pórtico, donde podrán hacerse ricos o enfrentarse a un destino fatal.
Pórtico es un artefacto creado por los llamados heechees. Al parecer fue formado alrededor de un asteroide o el núcleo de un cometa atípico. La época de estos sucesos es desconocida, pero seguramente precedió a la civilización humana.
Su legado son los 80 kilómetros de túneles de su interior, numerosas naves de tripulantes capaces de viajar a la velocidad de la luz y multitud de artefactos que los terrestres no tienen idea de qué pueden ser. Las naves son de tres tipos, según la cantidad de pasajeros que pueda transportar: Unos, Tres o Cincos. Sin embargo, los seres humanos desconocen el mecanismo de estas naves y solo pueden viajar en ellas asumiendo el riesgo de acabar en cualquier rincón del universo: los misteriosos heeches se ubicaban en el espacio mediante una ruta de cinco dimensiones.
El protagonista de la historia es Robinette Brodhead (Bob, Rob, Robbie), un hombre disconforme con su vida en la tierra que se gana la lotería y decide invertir todo el dinero en un viaje a Pórtico. Allí se entrenará para ser prospector, es decir, para subir en una nave y recorrer el universo en busca de instrumentos heeches o planetas habitables. Según los hallazgos, la Corporación dueña de pórtico (formada por todos los países del mundo) premia a los arriesgados prospectores con enormes cantidades de dinero.
La novela está narrada en primera persona desde dos momentos separados temporalmente, el pasado de Bob en Pórtico y el presente: Bob, rico, pero sumamente trastornado por el remordimiento, es psicoanalizado por un robot que él ha llamado Sigfrid. Este robot, súper inteligente hasta el punto de poder pasar por un ser humano, trata de abrirse paso por los recuerdos de Bob y con frecuencia le pide que le cuente sus sueños (noten el guiño a Sigmund Freud, apariencia que el holograma de Sigfrid adopta en varias ocasiones). Por último, en medio de la narración se intercalan anuncios colgados en los tableros de Pórtico y fragmentos de conferencias de científicos, bastante informales. Algunos anuncios están cargados de ironía; otros, son un triste testimonio acerca de la vida de estos humanos del futuro:
( ... ) ¿Está interesado alguno de sus héroes en comprar órganos de repuesto? Los míos están en venta: riñones, hígado, todo. Además, están en buenas condiciones ( ... ), a excepción de las glándulas lagrimales, que están muy desgastadas de tanto llorar las dificultades que ustedes pasan.
La novela me pareció sumamente metafórica, decadente, terrible y triste. Se trata, sin duda, de una distopía, y es realmente chocante lo que estos seres humanos hacen para ir a Pórtico con la esperanza de escapar de la pobreza: prostituirse, sacrificarse vendiendo sus órganos y, finalmente, arriesgar sus vidas en una empresa sin ninguna garantía de éxito y muchas garantías de muerte. De hecho, entre las estadísticas se cuentan más muertes que éxitos. Cuando una tripulación vuelve de una expedición cargada de armamento heeche, la Corporación los premia con varios millones de dólares, mientras la tierra muere de hambre y los hombres venden sus órganos para pagar los medicamentos de sus familias.
Con respecto al contenido LGBT de la novela... bien, digamos que, al parecer, la homosexualidad ya no es el tabú que es ahora. Bob se embarca junto a un grupo de tres hombres gays y si no se une a ellos en sus encuentros sexuales es porque tiene a Klara, su pareja, para pasar el rato. Sin embargo, Bob tiene «tendencias homosexuales» reprimidas y no queda claro si en su último viaje tiene un roce con uno de los prospectores que intentó seducirlo desde el principio de la historia. Además, Sigfrid hace que Bob descubra un pequeño «trauma» (a falta de otra palabra) infantil con respecto al sexo anal.
«No niego que me dejase abrazar un par de veces. Eso fue todo. Nada serio. Sólo me violé a mí mismo par pasar el tiempo. Él me gustaba bastante. Era un tipo guapo y fuerte. La soledad llega a pesarte cuando... ¿Qué ocurre ahora?»
Bob a Sigfrid
Pórtico es una novela, a su manera, escalofriante. Es imposible no verse a sí mismo en estos seres humanos cegados por la desesperación y la ambición, que viven en un mundo que no tiene nada que ofrecerles. Realmente, hace que nos pongamos a meditar acerca de la existencia que estamos llevando en este mundo y, por sobre todas las cosas, pensar en el valor de lo más importante que poseemos y que no nos costó ni un centavo: la vida.
Published on February 19, 2012 04:11
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