DIALOGANDO CON LAS NUBES IV

Precisamente encuentro el primer reflejo de mí mismo en el retrovisor del coche de mi amigo, que cruza una rápida mirada de complicidad con la mía pues, los dos sabemos que compartimos las mismas inseguridades. Nos saludamos e intercambiamos breves palabras para ponernos un poco al día. Más bien habla él mientras yo comienzo a sumergirme en mis pensamientos.
En la radio del coche suena la última canción del anuncio de Estrella Damm. La música es buena, el mensaje de fondo es bueno, pero no deja de ser una publicidad cansina que lo que intenta es vendernos cerveza. Debe haber otra forma de vivir…

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Sí, debería haber una forma de vivir en la que no necesitáramos tantas cosas, ni siquiera beber cerveza o lo que sea en latas o en plástico y encima por puro aburrimiento, las más de las veces. A mi no me gusta la cerveza, y con todo, no se trata de que me guste o no. Se trata de que por mucho que digan que dejan de venderla envuelta en anillos de plástico, la cerveza sigue vendiéndose envasada en plástico y en envases de lata, contaminando prácticamente igual. Hablan de compromiso, de pequeños gestos. Nano gestos diría yo. Cuando lo que necesitamos son grandes gestos, si queremos hacer más habitable realmente el planeta en que vivimos. Y mucho menos son suficientes los pequeños gestos con los que se pretende cargar toda la responsabilidad sobre el consumidor final de los productos. Sí, cierto, podemos encontrar otra manera de vivir no consumiendo cerveza o cualquier otro producto enlatado o envasado en plástico, pero las grandes empresas alimenticias siguen vendiendo productos de primera necesidad envueltos en envases altamente contaminantes, en lugar de buscar soluciones alternativas.
Y no las buscan porque priorizan lo económico sobre lo ecológico y luego pretenden que todos limpiemos nuestras conciencias con la acción más que insuficiente de reciclar plásticos y latas, cuando la solución más eficaz, seguramente, sería sancionar a las empresas que envasan con productos contaminantes, para que dejara de ser más barato lo contaminante que lo ecológico.
El día que lo ecológico sea la opción más barata, fabricantes y consumidores seremos auténticamente ecológicos y tal vez, así comiencen a darse los primeros grandes gestos que necesitamos para salvar realmente el planeta.
Aunque aún quedarían muchos grandes gestos por realizar, por encontrar otra manera de vivir, como viajar y movernos de otra manera… ¿De qué manera? La que venga marcada por la más estricta necesidad ecológica. Necesidad ecológica y saludable. Por la salud de la Tierra y la supervivencia de sus habitantes humanos, que al fin y al cabo debería ser un todo. Porque la Tierra seguirá ahí, más o menos contaminada, pero los humanos no podremos sobrevivir a los niveles de contaminación que ya estamos alcanzando.
Sí, lo reconozco, realmente me da mucha rabia ese anuncio de Estrella Damm cuya música emociona hasta hacerte saltar las lágrimas. Emociona y hace creer que se están haciendo cosas para salvar el planeta y a los animales, a los que se les enredan las patas en las anillas de plástico. Nos hace creer que bebiendo esa cerveza en concreto también estamos contribuyendo a salvar el mundo cuando todo es una falacia, una pura mentira. Apenas he visto las imágenes del anuncio porque ni siquiera tengo televisor.
La televisión aborrega aún más si cabe que cualquier otra cosa, por mucho espíritu crítico que uno presuma tener. Lo mejor es evitar consumir televisión. Yo me limito a seleccionar lo que me interesa ver a través de una pantalla de ordenador o de lo que sea, pero una pantalla que no tenga programado ningún canal de televisión.
-Estás muy poco comunicativo hoy – oigo decir a mi amigo de repente.
Tiene razón. Desde que he subido a su coche pocas frases he intercambiado. Me limito a intentar escuchar sus historias mientras sigo sumergido en las mías propias. ¡Qué razón tiene! Me repito. Y me esfuerzo por seguir el hilo de lo que me está contando acerca de su última frustración amorosa. Amorosa y sexual. A veces todo va ligado. Pero no debería escribir ni una sola palabra sobre ello porque si llega a leerme me recriminará que airee su intimidad en público… Como si me leyera mucha gente a mí. Que más quisiera yo. O no. No lo sé. Es más, bajo la censura de las amistades y la familia, pocas cosas interesantes puedo escribir. Cosas quedan, sí, pero no le interesan a nadie y menos si las disfrazo de alegóricas historias que nadie entiende. Cierto que mi primer censor soy yo mismo. Por eso a veces me resulta más fácil escribir poesía que prosa. La poesía la siento muchas veces como una especie de válvula de escape que utilizo cuando ya no puedo más. La poesía o los diarios íntimos. Pero los diarios pueden ser peligrosos si caen en manos de la pareja y eres excesivamente sincero contigo mismo.

Continuará…

© Maite Mateos

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Published on February 28, 2021 09:52
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