Recordatorio



Cierre de año, como siempre en estas fechas, los opinadores comienzan a difundir sus listas de lo mejor, lo más destacado, los personajes del año, ante esas recomendaciones es inevitable hacer un cálculo mental del tiempo que llevamos atrapados por la pandemia, regresar al primer trimestre del año y compararlo con lo que estamos viviendo, la coincidencia mayoritaria en que el 2020 deberíamos borrarlo.

La pandemia lo invadió todo, en el mundo el coronavirus ocupa todos los titulares de los periódicos, es la noticia, el hecho noticioso que permea absolutamente todo, en México también, al grado que cuando se elige al personaje del año, se menciona a Hugo López-Gatell, el subsecretario que alcanzó su cima como rockstar de la pandemia hace unos meses y quien por sus constantes contradicciones, zalamería con el presidente y soberbia ante la opinión de sus pares, va en picada, pero eso sí, nadie le quitará estos meses de gloria en que su aparición concentraba la atención de millones en espera de encontrar en sus mensajes algo para disolver la incertidumbre. Víctima de su fama, López-Gatell acabó siendo payaso que se divierte perorando.

Hugo López-Gatell será, en México, el personaje del año no por méritos propios sino porque la atención obligatoria a la pandemia le regaló ese lugar, el covid-19 hizo eso, hundió a muchos, elevó a otros, otorgándoles una notoriedad inmerecida. 

En marzo de este año, no tenía dudas de que los movimientos de mujeres merecían, ya, desde ese momento, ocupar el centro de los futuros textos dedicados a lo más relevante del año. En ese ahora lejano primer trimestre la exigencia de visibilización, su lucha ordenada y la demanda por sus derechos orientaban la opinión hacia un replanteamiento de nuestras prioridades como sociedad, en todos los ámbitos, comenzábamos a cambiar el chip del tradicional respeto que merecen porque todos tenemos mamá y hermanas a mirarnos como iguales, a la igualdad desde las diferencias y la diversidad.

Los movimientos encabezados por mujeres y para las mujeres eran lo que necesitábamos como país para reformular las formas de convivencia, también en todos los ámbitos, y su merecida notoriedad la fueron disolviendo los miedos que nos trajo la pandemia. Los motivos de la lucha, las demandas, la obligación que tenemos de escuchar, atender y resolverlas siguen ahí, sólo que en este momento todo se concentra en resolver el mantenernos con vida.

Al mismo tiempo y con la misma fuerza con que la pandemia encubrió los movimientos de mujeres, el encierro obligatorio revela contundente que no se pueden dejar atrás los motivos de esa lucha y sus exigencias, la constante de la violencia feminicida y el aumento de las agresiones a las mujeres por quedarse en casa son un recordatorio de que la resolución de la urgencia no elimina lo importante.

A meses del siguiente proceso electoral, el INE indicó que, por paridad, los partidos políticos deberían designar un mayor número de candidatas a las gubernaturas, el machismo con que la mayoría de los dirigentes de partido respondieron fue vergonzoso, al grado de llegar a decir que para impulsar la paridad sustantiva en todos los espacios de toma de decisiones del Estado, se excluyó a las gubernaturas y la presidencia de la República, por ser cargos unipersonales, concluyendo entonces que las mujeres no son personas… lamentable, porque entre quienes se sumaron a impugnar la paridad de género en las gubernaturas, hubo muchas mujeres.

Como los motivos de su lucha se mantienen, también se ha impulsado establecer leyes para erradicar la violencia política de género, ha sido relevantísima la actuación de mujeres para que se establezcan los mecanismos y procedimientos para alcanzar la igualdad.

Pero, siempre hay un pero, como observador lamento que, al menos en Aguascalientes, las mujeres que participan en la política se comporten sumisas y agachen la cabeza ante las dirigencias masculinas de sus partidos, no hay una sola que exija sus derechos en los órganos de toma de decisiones, en general, sólo esperan ser favorecidas por el dedo del señor, cuando tienen todas las herramientas a la mano para empoderarse, ocupar el lugar que les corresponde, simplemente, de la misma manera vergonzante en que lo hacen los hombres, se someten a las reglas del juego.

Coda. “Ahora que sabemos leer, ¿qué nos detiene de juzgar el estado de las cosas?” se pregunta Virginia Woolf en uno de sus textos, líneas adelante agrega: “Llegará el momento en que sólo habrá una sola cosa que les puedas enseñar. Y eso es a creer en ella misma”, eso en el cuento “Una sociedad”, trata del momento de iluminación de un grupo de mujeres que aprende a creer en ellas mismas.


@aldan


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Published on December 18, 2020 01:20
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