Manipulación



Acerca de la confusión, a propósito, del presidente Andrés Manuel López Obrador entre comunicación oficial, publicidad gubernamental y gastar dinero para obtener alabanzas, el chayote, un amigo que fue mi maestro, Julio César Castrejón, tuvo a bien recordarme que en otras partes del mundo aún se mantiene la discusión acerca del “financiamiento de medios de comunicación por parte del Estado con criterios básicos que no sólo tienen que ver con la penetración o rating sino con publicaciones especializadas que son muy necesarias para algunos sectores, esto lo hace el Estado (no los gobiernos) para fomentar la cultura, el conocimiento y acercar a sus pueblos con otras naciones en un sano intercambio intelectual”.


Justo con esa idea es que mencionó la diferencia entre invertir y gastar en medios, cuando el presidente habla del financiamiento a los medios de comunicación siempre señala dos extremos, el corrupto: la compra de voluntades, la prebenda, el chayote; y el bueno: garantizar el derecho a informar. Nada que ver con el financiamiento a los medios ni con la inversión en ellos.


Ambas ideas son discutibles, ¿debe financiar el Estado a los medios impresos? Muchos usuarios de bibliotecas públicas tuvimos acceso al acervo hemerográfico de revistas antiguas o recientes gracias a la compra que se hace de esos medios, basta ese ejemplo; la decisión de qué tipo de impresos se adquieren reside en un grupo de ciudadanos, con base en criterios establecidos en la satisfacción, ampliación del conocimiento y gustos del lector, elige lo que lleva a los estantes.


La inversión en comunicación oficial tiene otros propósitos, cuando en las conferencias matutinas del presidente se hace referencia a este gasto, invariablemente se menciona la práctica corrupta de repartir dinero entre periodistas, confundiendo a propósito la compra de espacio para los comunicados oficiales con la adquisición de criterios.


Por esas mismas razones, López Obrador se niega a impulsar leyes que regulen el gasto en comunicación social, a lo que agrega otra confusión, el presidente invariablemente indica que la prensa se debe autorregular, pero refiriéndose al periodismo como empresa y no como actividad, confunde complicidad y silencio con el respeto a la ética periodística. A pesar de su insistencia en que no son iguales a los otros regímenes, esa forma de pensar la relación con la prensa es idéntica al “no pago para que me peguen” de José López Portillo o el “ya sé que no aplauden” de Enrique Peña Nieto.


El cambio prometido, el de régimen, incluiría no una regulación de los contenidos de los medios, para eso la prensa se debe bastar a ella misma en consenso con sus lectores, sí el establecimiento de criterios para adquirir publicidad oficial, no solamente las licitaciones, que son forma, sino el fondo: verificación de circulación y de alcance, por lo menos, que puede tener el mensaje que desde el gobierno se quiere circular entre los lectores.


La transformación prometida no pasará por esa revisión, si bien en este momento a López Obrador le funcionan sus índices de aprobación y su influjo en las benditas redes para vender su administración como la de un cambio, sabe que tarde o temprano puede necesitar echar mano de sus amigos de la prensa.


Los “periodistas” de la primera fila, a esos a los que se les otorgan doctorados y se les festeja ya le señalaron el camino, pues esos mismos asistentes a la conferencia matutina se quejan de la lista de presuntos periodistas que recibieron chayotes en sexenios anteriores, pero se lamentan no porque se haya desperdiciado dinero, sino porque no les ha tocado, y cada vez que pueden, se lamentan de que a ellos, los medios alternativos, sólo les ha tocado un banner.


Coda. Mientras pensaba este texto, en la radio escuché que le adjudicaban al escritor Philip K. Dick la siguiente frase: “la herramienta básica para la manipulación de la realidad es la manipulación de las palabras. Si puedes controlar el significado de las palabras, puedes controlar a la gente que debe usar las palabras”, busqué la referencia sin encontrar en Ubik, Confesiones de un artista de mierda, El hombre en el castillo y hasta en la biografía que escribió Emmanuel Carrère: Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos, sin embargo, sí me parece algo que haya podido escribir Philip K. Dick y que aplica al grandísimo merolico que es López Obrador.


@aldan

Bajo presión, mi columna en LJA.MX
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Published on August 27, 2020 00:32
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