Vínculos
Estamos hiperconectados, al alcance de la mano está la oportunidad de establecer una conversación con alguien sobre cualquier tema que uno quiera, con suerte encontrar y desarrollar un diálogo enriquecedor; gracias a la tecnología, la búsqueda del otro se ha simplificado a la pulsación del botón correcto y, paradoja, estos tiempos es cuando menos hablamos en nombre de uno mismo. Invariablemente, se demanda establecer por adelantado qué se representa.
Antes de resolver una duda, contestar una pregunta, devolver un comentario, se clasifica al destinatario para calcular si la merece, si es de izquierda, de derecha, conservador, tetratransformista, si se está a favor del cambio o perteneces a la reacción; no importa cuál sea el tema, la respuesta será entregada en un sobre envenenado que no permite devolver con un argumento.
Ya no se argumenta con ideas, sino con percepciones, ahora tenemos otros datos, obtenemos la información de otras fuentes que no son las mismas de siempre, nos lo dijo alguien que no miente o que no está maiceado.
No se verifican los datos, se respaldan con el apoyo que representa la voz del pueblo, la mayoría, los millones que alguna vez estuvieron de acuerdo en algo y las autoridades han convertido en un cheque en blanco que apoya cualquier decisión.
Cada vez es más difícil establecer un punto de partida para deliberar, sobre cualquier tema se tiene que llegar a un consenso, mismo que ya fue previamente autorizado por lo que el otro cree representar; cada vez hablamos menos con individuos, lo que se encuentra son iluminados por la pertenencia a la masa, representantes de un colectivo que se abroga impunemente las desventajas de los grupos que no tuvieron voz o representación, y desde ese privilegio robado peroran sobre una realidad que no conocen: los aliados feministas, los activistas contra el racismo, los luchadores sociales de escritorio, las buenas conciencias de las redes sociales que saltan de causa en causa dependiendo de la tendencia que marque la aplicación desde la que escriben.
Estamos hiperconectados, pero sin capacidad de generar vínculos porque la conversación está condicionada a llegar a una conclusión en la que todos coincidamos, la invención de una verdad que no es otra cosa que regalar satisfacción a un amo invisible.
Coda. The hollow man, un poderoso poema de T.S. Eliot, en la versión al español de Jaime Augusto Shelley, y esta sensación de que cada vez es más difícil generar vínculos:
Somos los hombres huecosLos hombres llenos de aserrínQue se apoyan unos contra otrosCon cabezas embutidas de paja. ¡Sea!Ásperas nuestras voces, cuandoSusurramos juntos Quedas, sin sentidoComo viento sobre hierba secaO el trotar de ratas sobre vidrios rotosEn los sótanos secos
@aldanBajo presión, mi columna en LJA.MX
        Published on July 29, 2020 01:25
    
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