Déficit



Una vez más, Hugo López-Gatell empleó el tiempo de la conferencia sobre la pandemia para quejarse de los medios de comunicación: “Para bien de la población, ojalá que suba el nivel de la actividad periodística en México. La responsabilidad de comunicar bien para ayudar a la población o comunicar mal para generar encono, al final será evaluada”; el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud se equivoca, no son esos dos extremos los que identifican a la prensa mexicana, ni tampoco son sus fines o propósitos; presentar así su queja, sólo sirve al propósito individualista del funcionario de salir bien librado.
Gracias al sorprendente manejo del marketing político que ha desarrollado Andrés Manuel López Obrador en sus conferencias matutinas diarias, se puede creer que la forma de hacer periodismo ha cambiado, que nada mejor para informarse que la declaración directa de la fuente de información; pero esto no es verdad, el discurso presidencial es equivalente al comunicado oficial de la dependencia, el instrumento que las oficinas de comunicación social emplean para difundir su verdad, su visión acerca de un hecho. Los reporteros que elaboran su nota informativa a partir de una sola fuente de información, sin verificar, sin investigar, reproduciendo al pie de la letra lo que el boletín indica, siempre han sido malos reporteros; pero gracias al carisma del presidente, hoy se puede distinguir a cualquier mediocre como periodista cuando sólo repite el sermón matutino, ahí están personajes como el tal Lord Molécula.
El carisma de López Obrador es engañoso también, porque la cualidad que lo distingue y con que logra mantener su credibilidad entre sus seguidores no se contagia por osmosis; no es lo mismo el presidente en la mañanera que cualquier otro funcionario en una conferencia diaria, ni siquiera López-Gatell ha desarrollado tanta admiración como el presidente. Es cierto que, en las transmisiones a través de redes sociales de la conferencia del subsecretario, los chats se inundan con comentarios absolutamente irrelevantes en que sus fans le declaran su amor, la fe incondicional en lo que diga el funcionario o insultos a quienes se atrevan a cuestionar sus palabras; si el epidemiólogo asume que es su logro, olvida que el presidente ha tenido que otorgarle su apoyo con un penoso “Hugo, aguanta, el pueblo se levanta”.
Las dotes publicitarias de López Obrador, combinadas con el tiempo excepcional de la pandemia, han logrado que miles sigan diariamente la conferencia de Hugo López-Gatell, necesitamos mantenernos informados para salvar nuestra vida, basta comparar el número de quienes siguen el Informe diario sobre Covid-19 en México, con las audiencias de quienes atienden las conferencias sobre el Crédito a la palabra o las que informan sobre los Programas de Bienestar. 
López-Gatell se equivoca porque acorralado por sus constantes pifias, confunde un espacio que se le dio para informar sobre la pandemia con un foro personal en el que debe defender a su jefe y defenderse a sí mismo.
La vileza de este equívoco se aprovecha de la ignorancia de los seguidores de López Obrador, quienes ya se acostumbraron a que alguien más les diga lo que es la Verdad, quienes a cualquier cuestionamiento a la Cuarta Transformación lo convierten en un acto de traición. La responsabilidad de los periodistas sí es con el lector, llevarle la información verificada, investigaciones profundas, historias bien contadas, para que el ciudadano decida en su mejor beneficio; creer que exhibir las desavenencias entre los servidores públicos, demostrar los errores, las incongruencias o las mentiras es generar encono, es pensar que la prensa tiene como propósito alabar a su gobierno.
Sí, hay una deuda del periodismo con los lectores, cegados por la fe, muchos se disfrazan de reporteros para replicar el boletín oficial, hacen falta más reporteros comprometidos con informar al lector y exhibir a quienes sólo repiten las alabanzas.
Coda. “El verdadero periodismo es intencional, a saber: aquel que se fija un objetivo y que intenta provocar algún tipo de cambio. No hay otro periodismo posible. Hablo, obviamente, del buen periodismo. Si leéis los escritos de los mejores periodistas —las obras de Mark Twain, de Ernest Hemingway, de Gabriel García Márquez—, comprobaréis que se trata siempre de periodismo intencional. Están luchando por algo. Narran para alcanzar, para obtener algo”, tiene razón Ryszard Kapuściński, se trata de contar historias, todas las historias, no la verdad única.

@aldanBajo presión, mi columna en LJA.MX
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on July 20, 2020 01:09
No comments have been added yet.