Mi experiencia en un Temazcal
Hace unas semanas que escuche hablar por primera vez de Tata Kachora, un aborigen Yaqui que vive en la montana antes de llegar al pueblo de Tecate, Baja California. Me hablaron de su sabiduría de 103 anos y de cómo todavía mantiene vivas las costumbres de su gente.Interesante me dije, y ahí lo deje pasar, aunque ya había quedado la semillita sembrada en mi.Una mañana si estar en busca de nada en especial me encuentro con un el nombre de Tata de nuevo en internet, y no solo eso, hablaba de la ceremonia de temazcal que habría en dos días para la luna Llena. En ese momento supe que había llegado la hora de conocer al famoso Yaqui.Tras investigar un poco más sobre él, me doy cuenta que su verdadero nombre es Juan, perdón, Don Juan, el mismo Don Juan de Carlos Castañeda…así es, este fue el maestro de Carlos Castañeda. Para este punto no había vuelta atrás, yo tenía que ir.
En el kilometro 13 exactamente, donde se levanta un árbol de encino, ahí es el desvío de la carretera. De ahí un par de kilómetros más entre perros y polvareda se llega la casa de Tata. Nuestro carro, aunque es bajito e hibrido, logra llegar sin mayor problema.Una casa de dos plantas con forma de choza de los Alpes nos recibe. Al bajarnos preguntamos de una vez por el Tata, que se encontraba sentado bajo la sombra de un árbol medicinal haciendo lo que más le gusta: contando historias.Ahí entre perros jugueteando y visitantes primerizos nos cuenta las penurias de su nacimiento allá en la sierra por el estado de Sonora, las 4 esposas que ha tenido que enterrar y los 43 hijos que tuvo (dos ya fallecidos). Después cambia a hablar de las miles de plantas medicinales que conoce y utiliza con sus “pacientes”, y finalmente, pasa al modo preguntas y respuestas donde cuenta cual es el secreto de vivir una larga vida (no fumar, no tomar, comer de todo pero con moderación, excepto puerco y caminar, caminar mucho) también cual es el secreto de una relación de pareja (compartir todo) y nos adelanta que va poco a poco escribiendo su libro de plantas medicinales.
Mientras todo esto sucede, van llegando poco a poco sus alumnos y se van directo a trabajar al fondo de la propiedad, donde se erige el domo para el temazcal. La estructura se construye sobre un hueco que se hace previamente en la tierra, esta, está hecha de ramas amaradas en la que encima van capas y capas de telas. Una vez completada esta tarea, se comienza el fuego sagrado: una fogata donde se van a calentar las piedras que van en el hueco dentro del temazcal. Varias horas dura en ponerse rojas, mientras van acercándose personas con frutas para compartir y hierbas sagradas para ofrecer al fuego.Al caer la noche, comienzan a alinearse los participantes: mujeres primero, todas con faldas largas y los hombros cubiertos y además ninguna puede ir si está en su Luna (periodo menstrual); después los hombres: todos sin camisa y en pantaloneta. A la entrada del domo, cada uno es ahumado con plantas medicinales y carbón del fuego sagrado, se toma un punado de ciprés seco y se lanza a la lumbre junto con una intención.Se debe entrar gateando y de izquierda a derecha, llenando primero el fondo del domo. “Los primerizos bien pegados a la pared” indican, esto porque allí no pega tan de cerca el vapor caliente. Todos una vez adentro de cuclillas se preparan para la experiencia. Se escuchan algunas risas nerviosas en varias partes. Van metiendo cada piedra roja de calor, una por una, hasta que son 10 en el hueco y cierran la entrada con una cobija. El líder explica que vienen rondas de 20 minutos con cantos y horarios, al terminar cada ronda se abre la puerta y se carga con más piedras. Esto cuatro veces.Mientras me sentaba al puro fondo del temazcal me decía: que estoy haciendo aquí? Me puedo salir en este momento, si me puedo salir, nadie me lo impide…pero por alguna razón quería quedarme. La mujer junto a mi me pregunta si es mi primera vez, a lo que respondo que sí, me indica que si siento que necesito aire fresco puedo poner mi cara sobre la tierra y dejar que la tierra fría me alivie. Se cierra la puerta y se pierde visibilidad total, empiezan los tambores y cantos aborígenes aprendidos por los discípulos mientras se echa agua mezclada con hierbas en las piedras incandescentes.Empiezo a respirar entre mis piernas y siento…siento…no siento miedo! NO SIENTO MIEDO! Mis días de claustrofobia no asomaban ni la nariz en ese momento. Fue ahí donde empecé a repetirme: Soy valiente! Si soy valiente! Siempre pensé que era una miedosa pero en realidad soy valiente! Estoy metida en un domo caliente con 40 personas todas pegadas unas con otras, sin capacidad de moverme mucho y a unos 3 metros de la salida entre cuerpos y oscuridad: Soy de verdad valiente! Risas mezcladas con lágrimas de felicidad empezaron a salir, y ahí si empecé a sentir: sentí amor, amor por todo y por todos. Eso es lo que está detrás del miedo: Amor! Finaliza la primera ronda, cargan más piedras, cierran el telón, echan ms agua, empiezan mas cantos y oraciones y empiezo a darme cuenta que ninguna de todas las mujeres de mi linaje fueron miedosas, todas eran valientes conmigo en ese momento: Aho!Se abre el telón, salgo de nuevo gateando, agradezco al temazcal, su gente, al fuego. Miro hacia arriba y el cielo está despejado, lleno de estrellas. Un peso menos de encima, lo logre! Me siento bien, me siento plena y llena de amor para compartir.
En el kilometro 13 exactamente, donde se levanta un árbol de encino, ahí es el desvío de la carretera. De ahí un par de kilómetros más entre perros y polvareda se llega la casa de Tata. Nuestro carro, aunque es bajito e hibrido, logra llegar sin mayor problema.Una casa de dos plantas con forma de choza de los Alpes nos recibe. Al bajarnos preguntamos de una vez por el Tata, que se encontraba sentado bajo la sombra de un árbol medicinal haciendo lo que más le gusta: contando historias.Ahí entre perros jugueteando y visitantes primerizos nos cuenta las penurias de su nacimiento allá en la sierra por el estado de Sonora, las 4 esposas que ha tenido que enterrar y los 43 hijos que tuvo (dos ya fallecidos). Después cambia a hablar de las miles de plantas medicinales que conoce y utiliza con sus “pacientes”, y finalmente, pasa al modo preguntas y respuestas donde cuenta cual es el secreto de vivir una larga vida (no fumar, no tomar, comer de todo pero con moderación, excepto puerco y caminar, caminar mucho) también cual es el secreto de una relación de pareja (compartir todo) y nos adelanta que va poco a poco escribiendo su libro de plantas medicinales.
Mientras todo esto sucede, van llegando poco a poco sus alumnos y se van directo a trabajar al fondo de la propiedad, donde se erige el domo para el temazcal. La estructura se construye sobre un hueco que se hace previamente en la tierra, esta, está hecha de ramas amaradas en la que encima van capas y capas de telas. Una vez completada esta tarea, se comienza el fuego sagrado: una fogata donde se van a calentar las piedras que van en el hueco dentro del temazcal. Varias horas dura en ponerse rojas, mientras van acercándose personas con frutas para compartir y hierbas sagradas para ofrecer al fuego.Al caer la noche, comienzan a alinearse los participantes: mujeres primero, todas con faldas largas y los hombros cubiertos y además ninguna puede ir si está en su Luna (periodo menstrual); después los hombres: todos sin camisa y en pantaloneta. A la entrada del domo, cada uno es ahumado con plantas medicinales y carbón del fuego sagrado, se toma un punado de ciprés seco y se lanza a la lumbre junto con una intención.Se debe entrar gateando y de izquierda a derecha, llenando primero el fondo del domo. “Los primerizos bien pegados a la pared” indican, esto porque allí no pega tan de cerca el vapor caliente. Todos una vez adentro de cuclillas se preparan para la experiencia. Se escuchan algunas risas nerviosas en varias partes. Van metiendo cada piedra roja de calor, una por una, hasta que son 10 en el hueco y cierran la entrada con una cobija. El líder explica que vienen rondas de 20 minutos con cantos y horarios, al terminar cada ronda se abre la puerta y se carga con más piedras. Esto cuatro veces.Mientras me sentaba al puro fondo del temazcal me decía: que estoy haciendo aquí? Me puedo salir en este momento, si me puedo salir, nadie me lo impide…pero por alguna razón quería quedarme. La mujer junto a mi me pregunta si es mi primera vez, a lo que respondo que sí, me indica que si siento que necesito aire fresco puedo poner mi cara sobre la tierra y dejar que la tierra fría me alivie. Se cierra la puerta y se pierde visibilidad total, empiezan los tambores y cantos aborígenes aprendidos por los discípulos mientras se echa agua mezclada con hierbas en las piedras incandescentes.Empiezo a respirar entre mis piernas y siento…siento…no siento miedo! NO SIENTO MIEDO! Mis días de claustrofobia no asomaban ni la nariz en ese momento. Fue ahí donde empecé a repetirme: Soy valiente! Si soy valiente! Siempre pensé que era una miedosa pero en realidad soy valiente! Estoy metida en un domo caliente con 40 personas todas pegadas unas con otras, sin capacidad de moverme mucho y a unos 3 metros de la salida entre cuerpos y oscuridad: Soy de verdad valiente! Risas mezcladas con lágrimas de felicidad empezaron a salir, y ahí si empecé a sentir: sentí amor, amor por todo y por todos. Eso es lo que está detrás del miedo: Amor! Finaliza la primera ronda, cargan más piedras, cierran el telón, echan ms agua, empiezan mas cantos y oraciones y empiezo a darme cuenta que ninguna de todas las mujeres de mi linaje fueron miedosas, todas eran valientes conmigo en ese momento: Aho!Se abre el telón, salgo de nuevo gateando, agradezco al temazcal, su gente, al fuego. Miro hacia arriba y el cielo está despejado, lleno de estrellas. Un peso menos de encima, lo logre! Me siento bien, me siento plena y llena de amor para compartir.
Published on April 28, 2017 20:13
No comments have been added yet.


