El cómo de todo. Parte II

Tras LA LIBRETA del primer borrador, surgieron las dudas: ¿Se lo enseño a alguien? ¿Se reirán de mí? ¿Es suficientemente interesante?… Pero para eso están las amigas, para leerse cualquier tontería que hayas escrito, si se leían las notitas de clase, por qué no esto…


Las amigas lo leyeron y, claro, qué iban a decir, que estaba muy “guay”. Ahí tuve mi primer momento de motivación, pero después pensé que eran mis amigas y no querían herir mis sentimientos y, entonces, pasé a un nivel Pro, pasarlo a máquina de escribir.



Sí, lo sé, algunos diréis ¿Qué es eso? ¿Máquina de escribir? Y es que nos estamos remontando a tiempos pasados, a tiempos jurásicos, a cuando aún me tintaba el pelo por gusto y no por necesidad, a cuando me hice mi piercing en la ceja y casi me lanzan mis padres volando por la ventana, a cuando los pantalones caídos te arrastraban por el suelo un palmo… a esos tiempos en los que, el que tenía en casa una máquina de escribir eléctrica era el master y, en mi casa, había una y ¡borraba automáticamente!


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Como podéis comprobar, vivió tiempos mejores y su nombre no era el mismo, ya que la saga la nombré “Mundo Zélidox”, pero ya iba por buen camino y el título del volumen, “Ciudad del Norte”, ya sería su seña de identidad.


Este escrito pasó a manos de gente más Pro, como el formato en sí, a la hermana mayor de mi amiga… El nivel iba “in crescendo” y los analistas de la obra también. Ella lo leyó y lo corrigió, todas esas faltas que ahora hace el ordenador en automático, las revisó ella en persona con paciencia infinita y me dijo que le había gustado… bueno, tenía que creerla.


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Así es que, a los 19 años, ya tenía la versión mejorada de la obra y ya podía pasar al siguiente nivel, el ordenador. Pero, para eso, aún tuvieron que pasar un par de años más.


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El cómo de todo

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Published on May 23, 2019 02:44
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