El cómo de todo. Parte V

En medio de toda esta vorágine de escribir, mi vida seguía su curso normal: trabajo, casa, familia, amigos… Y el trabajo se fue al garete y viví unos tres años de incertidumbre hasta que finalmente, en 2018, cerró la empresa definitivamente. Esto también es importante, porque ahí me surgió la idea de imprimir el libro y llevarlo a alguna imprenta para hacerlo en plan bonito y tenerlo guardado, como el proyecto final, en mi estantería. También quería regalar alguno a los amigos y familiares, una pequeña tirada. Y pensaba utilizar el dinero de la indemnización que me darían para tal fin, así es que, me tomé muy en serio que quedara todo bien escrito.


Cuando finalicé la segunda parte de la saga y retoqué la primera y luego la segunda de nuevo, volví a pasarla a esas amigas de hace veinte años que todavía conservaba, mi gran consejera Eli, se leyó “Ciudad del Norte” con una velocidad de infarto y me dio su opinión y su corrección en algunos temas y/o faltas de ortografía, cosas que me había olvidado y tal; por mucho que releía la obra, había elementos que pasaba por alto porque ya me la sabía de memoria y todo fluía sin darme cuenta y sin ver errores evidentes, la mente va sola y rellena espacios incorrectos sin querer.



También se la pasé a mi marido, gran lector, ahí me daba más miedito porque él, aunque le había dado la brasa con mi escritura constante, no había leído todavía nada y no sabía cuál sería su reacción. Tardó en hacerlo, demasiado ocupado y demasiado cansado, decía querer tener el tiempo adecuado para leerla bien y mirarlo todo y, al final, lo hizo en vacaciones y, entonces, me abandonó él a mí… inmerso en la lectura, no abandono real. Su opinión fue que le había dado muy buena onda y que le había gustado mucho.


Bueno, ahí, los que lo habían leído. Y luego, había otros tantos a los que intenté que me dieran su opinión y no lo conseguí: trabajo, niños, familia, otros menesteres, la inclinación de la luna en abril, la lluvia que gotea incesante, una nube que pasa, un perro que ladra… Vamos, que, cuando lo necesitas, no todo el mundo está dispuesto a leerse 150 páginas y, menos aún, las cientos más de la segunda parte…


El tiempo corría, el trabajo finalizaba tras 18 en la empresa y las ganas de echar el proyecto para delante se elevaban. ¿Qué hacer? Pasar de todos e imprimirlo igualmente con el beneplácito de mi persona que tanto le gustaba la historia, “mi persona es muy objetiva con este libro porque no hay nada personal en la ejecución”… Vamos, que hice caso omiso y, si a nadie más le gustaba más que a mí y a unos pocos amigos, pues bien estaba, para imprimir unas diez unidades o así, me sobraba.


Para poder hacer unos ejemplares en condiciones y a precio razonable, necesitaba unas portadas y ahí me lancé. Para “Ciudad del Norte” no me servía el formato utilizado porque lo hice en tapa dura y no pensé una portada general, así es que me puse a ello y después con la de la segunda parte. No lo desaproveché todo, ya tenía muchas ideas y dibujos.


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Compaginando portadas, con retoques en el escrito, con peticiones a amistades para que lo leyeran, con los líos del trabajo coleando, con abogados y administradores concursales… en mitad de todo, busqué información para imprimir mi libro. Empecé a leer comentarios de blogs para autores noveles y, claro, ahí vuelves a deprimirte, como cuando entré en Ilustración. Un mundo demasiado grande, demasiado cerrado para los principiantes y demasiado complicado. ¿Quería yo eso? ¿Quería ser escritora e ir puerta a puerta con ese libro que no sabía qué tal encajaba? No tenía opiniones de expertos y no sabía hasta qué punto quería pasar a aquel nivel, sólo quería imprimirlo y que quedara para la posteridad. Buscando, buscando, hallé blogs para esos principiantes que quieren imprimir a toda costa autoeditándolo, tu dinero, tu riesgo y algo de ayuda para ponerlo en plataformas digitales, ¿Por qué no? Era una opción. En vez de imprimirlo en la pequeña imprenta del barrio y quedármelo yo, pues hacía unos poquitos más y que estuvieran en Internet en formato e-book.


Me decidí por una, Ediciones Albores, y pedí presupuesto. Me dijeron que debían leerlo primero porque no aceptaban cualquier escrito y, tras darme el visto bueno, me pasaron presupuesto para Coeditar. ¿Coeditar? Yo quería Autoeditar algunos ejemplares para mí… La cosa iba a más y otras dudas surgieron. ¿Lo edito, lo lanzo al mercado y a ver qué pasa?


Al final, la decisión fue sacarlo a la venta y ahí tenéis el resultado de mi decisión. Tocaba que lo releyera la editorial y lo corrigiera, después yo, después la maqueta primera, aceptarla, la maqueta final, aceptarla, poner la portada y el dibujo interior, sinopsis, biografía y ya estaba listo.


“Ciudad del Norte” era ya una realidad y salía a la venta en mayo del 2019.


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El cómo de todo

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Published on May 27, 2019 06:41
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