Ensayo: Julian Assange y la ética del hacker

El australiano Julian Assange saltó a la fama internacional cuando su sitio Wikileaks difundió en 2010 información secreta del gobierno de estadounidense. Entre las revelaciones se encontraba un video que muestra al ejército norteamericano asesinando a periodistas y civiles e hiriendo niños, al confundirlos con terroristas durante la guerra Iraq. Esto confirmó algunas de las atrocidades cometidas por este ejército durante la invasión y posterior ocupación del país, incluso después de la caída de Saddam Hussein. Esta importante información se encontraba oculta del público en general y se divulgó ilegalmente gracias a Chelsea Manning, una integrante transgénero del ejército que decidió traicionar el pacto de silencio e informar a los ciudadanos, sacrificando su propia integridad y libertad.


Chelsea Manning



Aunque Wikileaks ya existía desde 2006, a partir de las filtraciones de 2010 Julian Assange quedó asociado indisolublemente al activismo y periodismo en todos los reportajes donde se hablaba sobre él. Pero los que lo conocemos desde antes sabemos de donde viene: surgió del mundo hacker. Todas sus actividades y trayectoria son incomprensibles si no consideran sus orígenes dentro de esta cultura. Esto podemos constatarlo en el libro “Underground” escrito por Suelette Dreyfus en 1997, donde se discute su trayectoria.


Lo que al movimiento hacker es una ética particular que se gestó después de la guerra fría. Durante este periodo muchas universidades norteamericanas invirtieron fuertemente en investigación de tecnologías informáticas que ayudaran a obtener ventaja sobre la Unión Soviética. Esto causó que las gigantescas y costosas computadoras de la época estuvieran accesibles a jóvenes estudiantes, y muchos de ellos se obsesionaron con esta nueva tecnología.


Silenciosamente, una nueva cultura emergió, en universidades y clubes de aficionados. Normalmente poblados de hombres jóvenes, muchos de ellos de barba, lentes y mucha torpeza social. La ética de estos personajes fue descrita por primera vez en el libro “Hackers, heroes of the computer revolution” de Steven Levy en 1984. El autor explica que lo que motiva a los hackers es la exploración de sistemas sin restricciones, la compartición libre y comunitaria de toda la información y una nueva sensación de que las computadoras podían crear belleza y equidad en este mundo. Un sentido de comunidad mediada por la informática.


Estos conceptos no sorprenden hoy en día, pero eran verdaderamente extravagantes en los setenta, con computadoras como monstruos de cinta magnética y lenguajes incomprensibles. La popularización de las computadoras causó también mayor difusión de las ideas hacker. Evolucionaron movimientos como el software libre, iniciado por Richard Stallman, y el Partido Pirata, un partido político que impulsa los mismos ideales. Existen, por supuesto, otras prácticas ilegales como la piratería de software y la intrusión no autorizada de sistemas, pero analizándolas poseen también vestigios de aquella ética original.


Richard Stallman



Wikileaks comparte muchos de estos principios. La idea de la plataforma es proporcionar un sitio seguro y anónimo para que informantes revelen información secreta sin arriesgar su integridad. Es decir, es una extensión de la idea de compartición libre de la información y la justicia mediada por la informática. La plataforma resolvió un antiguo problema: el que nadie se atreva a denunciar las injusticias por miedo a las represalias. Wikileaks funcionaba a través de un sofisticado sistema llamado Tor, que enmascara la identidad de los usuarios.


En ocasiones anteriores, los informantes eran delatados o era mucho más fácil dar con sus identidades, como en el caso de Daniel Ellsberg, un economista que filtró documentos contra la guerra de Vietnam fotocopiándolos y llevándolos a la prensa. En aquellos tiempos, copiar información era un proceso mucho más complicado y difundirla anónimamente casi imposible. Wikileaks auxilió a proteger a estas personas de la intimidación y represalias, creando un contrapoder a favor de las mayorías. Desde este punto de vista, es excelente, pero por supuesto se presta a controversia y problemas con los poderes en turno.


En abril del año pasado Julian Assange fue arrestado en la embajada de Ecuador en Londres, donde tenía asilo político. Los medios mostraron el video de la policía cargándolo hasta una patrulla donde Assange luce visiblemente envejecido, con cabello totalmente blanco y barba exagerada. La controversia no tardó en aparecer, y personas de todas las facciones políticas se mostraron tanto a favor como en contra de su arresto. No es la primera figura dentro del mundo hacker que cae en desgracia.


Captain Crunch



Este fenómenos se ha visto en múltiples ocasiones. Tomemos como ejemplo a Jacob Applebaum, quien también colaboró con Wikileaks y también participó en las revelaciones de Edward Snowden, fue expulsado del proyecto Tor por acusaciones de abuso sexual. John Draper, más conocido como Captain Crunch, otro hacker famoso que en 2017 fue desterrado de convenciones de la comunidad por acusaciones de conducta sexual inapropiada. Richard Stallman, el iniciador del movimiento del software libre, renunció forzosamente a su propia fundación por declaraciones controversiales.


La inquietud que me surge es si la ética del hacker puede sobrevivir a sus promotores. Muchos de ellos cometen acciones cuestionables, como cuando Assange se puso totalmente en contra de Hillary Clinton en las elecciones de 2016, abriendo las puertas al actual presidente Trump. Solo espero que la ética del hacker siga buscando la justicia y que, si caen grandes figuras, sean reemplazadas por mejores versiones con menos errores de programación.


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Published on January 20, 2020 14:12
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Miguel Lozano
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