A opinión. Vine a la Cuarta Transformación porque me dijeron que acá vivía mi padre

En A Opinión.




Vine a la Cuarta Transformación porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Andrés Manuel López Obrador. La Esperanza me lo dijo y yo le prometí que vendría a buscarlo cuando ella muriera. 
Tras la elección del 2 de julio, Andrés Manuel López Obrador nos convirtió a todos en Juan Preciado, estamos buscando el cariño de nuestro padre. 30 millones de votantes, yo sugiero que son más porque lo que hace López Obrador, uno de los políticos más brillantes, más astutos, más inteligentes y sagaces del siglo XX y posiblemente del siglo XXI, es despertar una pasión, una polarización, lo amas, como a un padre, o lo odias, como a un padre, y si no te gusta, te vas de la casa. Nuestro Pedro Páramo, López Obrador, se comporta con nosotros como el típico padre de clase media que siempre hemos buscado, no es un redentor, no es un mesías, es quien nos tutela, quien nos da permiso o quien nos lo niega, el que nos da el dinero y nos dice cómo gastarlo.
Quienes se han arrepentido -muy, muy pocos- de haber votado por López Obrador, siempre serán minoría, pero no tienen ningún derecho a reclamarle porque está en la silla presidencial a quien ellos buscaban, su Fernando Soler, su Pedro Páramo.
Ojalá no termine López Obrador como termina la novela de Juan Rulfo: con Pedro Páramo sentado en su equipal, mirando pasar el cortejo de su hijo más querido, a Pedro Páramo se le cansa la mano izquierda, intenta dar unos pasos y se derrumba como un montón de piedras.
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Published on July 13, 2019 00:09
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