El triunfo de The Avengers: lo geek y el fandom

El viejo Cabri ya ha hablado de los pormenores del maravilloso y sorprendente entretenimiento de casi 2 horas y media que resultó ser The Avengers. Yo hablaré de la máquina que hace posible el hype: los fans.
Difícilmente podríamos llamar geek al cine de platillos voladores de los 50, o a las invasiones de animales gigantes, o a los zombis originales de Romero. Ni siquiera los cómics de Marvel de la época, como el que ilustra este post (el #1 de The Avengers data de 1958), podrían atribuirse propiamente el apelativo “geek”. Se trataba simplemente de subproductos de la cultura popular, entretenimientos menores para niños… en el mejor de los casos. ¿O imaginan a ustedes a uno de esos beatniks como sacados de Mad Men presumiendo su cómic de Iron Man en 1961? La imaginación de autores, cineastas, dibujantes y otros tipos de la industria del entretenimiento y las artes gráficas era MUY fértil, pero no pretendían revolucionar nada, ni hacer “pensar” a nadie, ni volverse una moda chic entre intelectuales. Sabían que su lugar en el mundo estaba apenas un poco arriba de la tira cómica del periódico dominical y nada más.
Lo que conocemos como “cultura geek” fue posible hasta la década de los 70 y los 80. Ciertos de estos subproductos de la cultura pop, como el juego de rol Dungeons & Dragons, la serie de TV Star Trek, la película Star Wars, la naciente industria de videojuegos y, claro, los cómics de Marvel y DC, propiciaron que los fans a) se obsesionaran y b) se organizaran para compartir sus obsesiones. En 1972 un grupo de entusiastas de Star Trek se reunieron en una convención y el papel de la audiencia con respecto a sus ídolos cambiaría drásticamente en los siguientes 40 años. El geek, el poseedor de una o varias piezas de conocimientos oscuro sobre su obsesión, creció desproporcionadamente (es lo que llaman el FANDOM, que es como mezclar kingdom con fan… ustedes disculpen la explicación) y se abrió a toda clase de conductas: adultos disfrazados, genios maquiavélicos de los datos de trivia, coleccionistas mórbidos…
Además, lo geek se abrió a otras manifestaciones culturas menos “oscuras”. Ahora hay geeks de Justin Bieber, de juguetes de McDonald’s, de novelas juveniles de vampiros vegetarianos que brillan con el sol y se enamoran de su comida…
Pero los geeks originales ahí están. Y ahí siguen, en primera fila, los geeks del cómic de superhéroes. Maltratados y acomplejados. ¿Por qué? Primero, porque técnicamente el cine de superhéroes nació cojo: la industria no tenía la tecnología para producir, por ejemplo, un Hulk verosímil que aplastara tanques (HULK SMASHES!). Pero no solo eso: el cine carecía del lenguaje de acción moderno. Enter the Dragon, The French Connection, Star Wars, Indiana Jones, Die Hard, Jurassic Park, The Matrix y muchas otras películas contribuyeron a crear el gran archivo patrimonial de escenas y secuencias de acción, emplazamientos de cámara y edición dinámica que vemos hoy en las salas. El cómic es un arte secuencial: un dibujo en un frame antecede a otro frame, y así se leen en secuencia, construyendo una historia. En este sentido, es sumamente “teatral”: tipografía, layout y dibujo crean la ilusión dramática y el movimiento, muchas veces de maneras exageradas (tipos musculosos, tipas buenísimas, saltos descomunales en poses sobre-estilizadas). La traducción del lenguaje del cómic de superhéroes al cine y la TV no es simple. El aspecto “teatral” o sobre-estilizado de las escenas de acción del cómic es un lío. Mucho antes de que este paso del cómic al cine se perfeccionara con losaños, las únicas tonterías que podíamos ver eran bodrios como el Batman de Adam West o la serie animada de Spidey.
La segunda razón de los complejos del cine geek vienen por sus humildes orígenes. La ciencia ficción, género literario que antecede a lo geek y lo nerd, adolece más o menos de lo mismo: nadie los toma en serio. Por eso, mucha de la discusión del fandom se va al inevitable tema de “¿cuál es la mejor película de cómics de la historia?”. Esto se dijo con el Batman de Burton en 1989 (“¡que le den el Oscar a Nicholson!”), el Spider-Man 2 de Raimi en 2004 (“¡ya llegó la película que le hace honores a los cómics, no es tonta ni banal, es realmente compleja!”), el The Dark Knight de Nolan en 2008 (“¡TDK es El Padrino de las películas basadas en un cómic!”) y el Watchmen de Snyder en 2009 la destronó (“¡Alan Moore es dios! ¡Al fin alguien lo interpreta como se debe!”). Ahora, bueh, The Avengers de Whedon es el nuevo referente de LA MEJOR PELÍCULA BASADA EN UN CÓMIC EVER. El dudoso título nobiliario me importa un pepino en el sentido de que proviene de un defecto de origen: ¡a los cómics nadie los toma en serio!
No veo quién tomaría en serio una película con un catálogo de freaks como personajes principales. Iron Man es un alcohólico adentro de un exoesqueleto mecánico. Hulk es un monstruo verde indestructible. Thor es un dios nórdico. Capitán América es un veterano de la SGM que está bien mamado por una cosa llamada “suero del supersoldado”. ¿Quién chingados los va a tomar en serio?
Hollywood, claro. Antes de su estreno en Estados Unidos, la taquilla global se espera redondee en 400 millones de dólares. ANTES de estrenarse en salas de Estados Unidos. El hype ha sido monstruoso, tamaño Episodio I, tamaño Matrix Reloaded. A diferencia de estos dos filmes con resultados mediocres, Joss Whedon se concentró en escribir un guión simple (cuya simpleza escandaliza a los esnobs, pffff) que, por un lado, hiciera honor a las raíces nerdáceas del cómic (lo que se conoce como “fan service”), y que tuviera suficiente humor y diversión para no aburrir a los no iniciados. El demográfico es gigantesco: las MILF se entretienen con Tony Stark, los teens con las salvajes secuencias de acción (sobre todo al final) y las nalguitas de ScarJo y los nerds, como quien esto escribe, reciben oleadas de oxitocina + dopamina con frases referenciales como “PUNY GOD!” de Hulk. Con The Avengers, Marvel ha llevado a cabo la verdadera venganza de los nerds: la audiencia compró el hype, y ellos entregaron un peliculón de verano, excesivo, escandaloso, divertido y autocomplaciente. Como deben de ser los flicks veraniegos, si me preguntan.
The Avengers triunfó. Los fans tenemos lo que queríamos. El negocio es próspero. La vida es bella.
Post publicado originalmente el 1 de mayo de 2012

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