Avalon (2019)
Este sábado 16 de marzo se realizó una convención de anime en Ensenada de nombre Avalon. Este tipo de convenciones se hacían seguido en la ciudad, pero desde hace un tiempo no se había realizado una. Dentro de mi clase de “Arte y cultura” de la Facultad de Artes de la UABC, les pedí a mis alumnos que hicieran observación participante en un evento. La observación participante es una técnica de investigación cualitativa para conocer la cultura de diversos grupos humanos.
A mis estudiantes les di dos opciones: podían hacerla en la convención de anime, o en otro evento llamado “Bazaart vaquero” que se haría al mismo tiempo en otro lugar. Yo también asistí a ambos eventos, y aquí les presento lo que observé aquel día en la convención. Advierto que no son exactamente mis notas del diario de campo, más bien una versión modificada para que fuera comprensible para un público más general, y más breve, ya que quedaron muy extensas.
El evento se desarrolló en una explanada afuera del Centro Estatal de las Artes Ensenada (CEARTE). Debido a su céntrica ubicación, el lugar es normalmente frecuentado por familias que desean pasear, niños en bicicleta, patines, personas que hacen ejercicio y otro tipo de visitantes casuales. Dentro de los edificios hay galerías, un café y una librería y se desarrollan eventos culturales ocasionales. Aunque también se hacen eventos y convenciones como Avalon, que está principalmente enfocada al anime y manga japoneses. Según una de mis alumnas de la clase, como desde hace tiempo que no se hacía una convención, esta fue una oportunidad para todos los fans de reunirse de nuevo.
Temprano durante el día, pasé por ahí manejando, como a las 11 a. m., y casi no había gente. Llegué a la 1:24 p. m., y había más gente pero aún estaba bastante vacío. El lugar es amplio, y los organizadores colocaron carpas debajo de las cuales se pusieron algunos puestos de venta de diversos productos. Primero di un recorrido por todos los locales, y no presté tanta atención a los asistentes, aunque de todas formas no había tantos todavía. En el transcurso del día llegaron muchos más.
Descubrí que no todos los locales vendían cosas relacionadas con el anime y manga. Encontré un local de venta de comics occidentales, donde también vendían dados para juegos de rol y otro tipo de juguetes y artículos no necesariamente otakus. Unas carpas amplias organizaban juegos de Yu Gi Oh! En otras, dibujantes y artistas ofrecían sus propias creaciones, dibujos, carteles y demás, muchas veces con un estilo japonés.
Otros locales tenían insumos para el arte, como cuadernos, plumones y plumas. Los diferentes locales vendían pins, tazas, gorras, stickers, llaveros, peluches, almohadas, camisetas, y cartitas coleccionables entre otros productos. Todos estos decorados con personajes de anime, manga, películas, series de televisión y otros objetos de culto y fandom. Por ejemplo: Harry Potter, bandas de rock, películas de Disney y Marvel y videojuegos (especialmente de Nintendo). Me pareció curiosa la falta de más productos de Star Wars, aunque si había algunos. Muchas de las cosas que se venden son productos para vestir, para portar tu afición. Yo había llegado al evento con la intención de comprar algo, a manera de participación. Pero francamente no vi nada que me llamara la atención.
En uno de los locales, el vendedor, bastante joven, gritaba para llamar la atención de sus productos, e imitaba la voz de vendedores ambulantes y merolicos: “¡Lleve, lleve, lleve su licencia para patear otakus! ¡Lleve su permiso para ver Yaoi! ¡Lleve su permiso para tener un trapito!”. En el local de un lado vendían almohadas con figuras con lolis. Yo había escuchado de almohadas parecidas, que tenían la forma de una chica de hentai o algo así, para que en la noche pudieras abrazarlas y no sentirte tan solo. Al parecer esas almohadas eran un intento por copiar aquello, pero no estaban muy bien hechas. Ni siquiera tenían el tamaño de una persona real. También había unas camisetas con pants que tenían una compilación de personajes de hentai teniendo un orgasmo. Una chica en la convención se las compró y se las puso.
En otro local vi que estaban poniendo a niños y jóvenes a dibujar en unas mesas, pero no me quedé el suficiente tiempo como para averiguar qué sucedía. Algunos locales también vendían algunos productos comestibles, sobre todo ramen instantáneo, palitos Pocky, y otros dulces importados de países orientales. Había dos locales dedicados exclusivamente a la comida, uno de ellos vendía nachos y churros, y estuvo muy despoblado la mayor parte del tiempo que estuve ahí, y el otro vendía sushi y otros platillos japoneses, y estuvo repleto todo el tiempo.
Había una carpa que tenía varias consolas Nintendo Switch, donde se estaba jugando Super Smash Brothers. Y noté también que muchas carpas estaban vacías, así que el evento no estaba a su máxima capacidad. Mientas recorría el evento, en la bocina del escenario se reproducía música pop oriental a volumen considerable, y esto creo que le daba un ambiente más festivo a todo el evento.
En cuanto a los asistentes, había algunas personas disfrazadas, pero eran una pequeña minoría. No conozco mucho de anime, pero creo que algunos eran personajes de estas series, pero también encontré cosplayers de personajes de películas y otras cosas que no japonesas. Por ejemplo, había un chico disfrazado del asesino de Scream, otro llevaba un enorme casco o máscara de oso panda, una muchacha estaba disfrazada de vaca. No comprendo este último disfraz, sobre todo porque ya lo he visto en eventos de anime en Mexicali. También había chicas con cabello de colores extravagantes como el rosa y el verde. En cuanto a las cosas que sí son japonesas, había una pareja de jóvenes que estaban vestidos, él como Mario y ella como una versión femenina de Luigi. Una madre estaba disfrazada de pokebola y su hija de Squirtle, ambos elementos de Pokémon. Varias chicas estaban vestidas como colegialas, aunque no sé si hacían referencia a alguna serie en específico.
Pero la gran mayoría de la gente vestía de forma mas convencional, aunque muchos llevaban accesorios que mostraban afición por algo en específico, o también camisetas que lo mostraran. Era muy común ver referencias a Nintendo en toda esta ropa y accesorios. Por ejemplo, un chico tenía una mochila que simulaba el cartucho dorado de Legend of Zelda del NES original. Otros tenían camisetas con variaciones del primer juego de Mario. En un puesto, por ejemplo, tenían una camiseta que me encantó que decía “Mario Moreno”, y venía Cantinflas caricaturizado como si fuera Super Mario.
Los reencuentros entre asistentes fueron sumamente comunes. Normalmente sucedían del mismo modo: las personas se veían desde lejos, especialmente los más jóvenes, y corrían para abrazarse. Se saludaban de beso a veces, pero siempre de abrazo. Estos efusivos encuentro sucedieron durante todo el transcurso del evento, al menos mientras yo estuve, y fueron casi idénticos cada vez. Quizá tenía que ver que hace tiempo que no se realizaba una convención. Además, la cantidad de energía demostrada por los asistentes era considerable. Algunos corrían ocasionalmente, bailaban, gritaban. En otra ocasión me tocó ver que unos chicos comenzaron a fingir peleas, como niños, al estilo de videojuegos. Había mucho movimiento, en general. También había varios niños que iban en hoverboards, gente paseando a sus perros, y muchas personas que sospecho iban pasando cuando se toparon con el evento y entraron a curiosear.
Sobre el hecho de tomar fotografías, afortunadamente mucha gente llega con cámaras más complejas, como la mía, así que no desentoné demasiado con el resto de la gente. Aunque, en realidad, pensé que en ocasiones la gente se me quedaba viendo raro. En un momento, como a las 2 p. m., se me acercó un chico, no de mi edad, pero tampoco tan joven, que tenía el mismo modelo de cámara que yo y me preguntó: “¿Cómo ves el movimiento?”, yo le respondí que lo veía bien pero que no sabía muy bien cómo estaba comparado con otras ocasiones porque no sabía nada de nada. Me dijo que su nombre es Manuel, y luego llegó un amigo suyo que se llamaba Ángel. Comenzamos a hablar un poco de nuestras cámaras, fue la manera de establecer un rapport, ya que traíamos exactamente el mismo modelo, solo con un lente diferente. Al platicar con él un poco de eso, me di cuenta que si sabía de lo que estaba hablando.
Yo sospecho que me empezó a hablar porque pensó que éramos iguales o teníamos objetivos similares dentro del evento. Yo le pregunté cómo veía él el ambiente, y dijo que si había bastante gente, pero que el cosplay estaba medio flojo. Y yo: “Si, hay bastante gente”, y él responde: “Pues si, pero yo no vengo a ver a la gente”. Eso me hizo entender que él iba a tomarle foto a las cosplayers. También me dijo que no había mucha variedad en cuanto a los disfraces, y que había un “trapito”, y le dije: “¿Quién es?”, y me señaló a un chico, y yo le pregunté por qué sabía que era un “trapito”, y me volteó a ver como si fuera estúpido, y me dice: “Por que es un chico”. Ahí se dio cuenta de que no hablaba con alguien como él.
Me lo encontré de nuevo después de un rato y le pregunté si podía seguirlo y me respondió que si. Vi cómo le pidió una foto a una chica. Ella accedió y sugirió otro lugar donde saldría mejor. Ella hizo una pose, él le tomó una foto. Le preguntó si no tenía otra pose. Ella la hizo y Manuel le tomó más fotos. Por último le preguntó: “¿Y no tienes otra pose?”, y ella se quedó pensando, intentó algo pero el fotógrafo se decepcionó y le dijo que luego la buscaba de nuevo. Yo le pregunté qué había pasado y dijo que luego le volvería a tomar las fotos. Que la sentaría, le quitaría las botas y “ya más relax el pedo”. Esta improvisada sesión fotográfica me sorprendió muchísimo, ya que se sucedieron una serie de rituales y acuerdos tácitos que no sabía que existían tan codificados. Es decir, de pronto ella se transformó en una modelo y él en un fotógrafo casi como si estuvieran en un estudio, y él se decepcionó por el desempeño de ella, como si estuviera contratada.
Antes de asistir al evento, un alumno me advirtió que siempre había alguien en las convenciones que tenía un letrero que decía “Abrazos gratis”. Siempre era una persona distinta, pero no podía faltar alguien así. De hecho, ahora que lo recuerdo, creo haberlo visto hace muchos años en otra convención en Ensnada, sin embargo, en esta ocasión no hizo acto de presencia. También en clase comentaron que había algunos asistentes acosadores, pero a mi no me acosó nadie.
También me encontré con alguien que no reconocí de inmediato porque iba en cosplay. Se llama Daniela, y me dijo que iba vestida de Jigglypuff, un Pokémon de primera generación, pero no lo reconocí porque realmente era una versión muy modificada. Iba junto con su hermana. Ellas me comentaron que, en efecto, había alguien que las había acosado en algún punto, y que lo estaban evitando. Así que si había acosadores, aunque a mi no me tocó verlo.
Durante muchos momentos durante la convención sentí algo de vergüenza. Me daba miedo que conocidos me vieran en la convención y pensara que estaba ahí “en serio”. Igual que Martín, que pensó que yo estaba ahí para tomar fotos de las cosplayers. Aunque en realidad había gente de todas las edades.
A la 1:50 p. m. aproximadamente, en el escenario empezaron a hablar algunos presentadores/animadores en cosplay de personajes de Dragon Ball. Un alumno me dijo posteriormente que ellos han participado en eventos como este desde hace diez años, especialmente en Tijuana. Anunciaron mediante los altavoces los próximos concursos y eventos, hacían chistes y buscaban animar a la gente. El primer evento fue un concurso de Karaoke. Los participantes se anotan en una lista, dicen qué canción cantarán y luego pasan al escenario por turnos. Normalmente todos cantaron canciones de anime, excepto uno que cantó una canción de Moana. La verdad, ninguno, excepto el último, sabían cantar. Me reía un poco de lo mal que sonaban, pero tuvieron mucho entusiasmo.
El ganador se determinaba mediante la cantidad de aplausos de la gente, y al final ganó el cantante de la canción de Moana. Antes de que eso sucediera, vi a unos chicos que se alejaron del escenario decepcionados: “¡Bah! Va a ganar el de Moana”, y se fueron. La final se decidió mediante imitaciones de voces de doblaje. Después de eso, los animadores hicieron trivia de anime, donde el ganador era la primera persona del público que tenía la respuesta correcta a las preguntas.
También hubo algunas conferencias. Sólo asistí parcialmente a una. Se hicieron en la sala Ernesto Muñoz Acosta del CEARTE, y la que vi era de Scarlett Adriane. Es ilustradora y la conferencia fue sobre su trayectoria artística y cómo se desarrolló, así como consejos para los asistentes. La sala estaba muy, muy tranquila, a comparación del exterior. En un momento Adriana preguntó si algunos de los presentes estaban interesados en dibujar y muchísimos levantaron la mano, casi la mitad de los presentes. Ella enfatizó mucho sus orígenes artísticos, viendo anime en televisión abierta y los mangas que leyó y la influenciaron en su trabajo. Fue una plática muy motivacional para aquellos que quisieran dedicarse a eso profesionalmente.
Saliendo de la conferencia estuve viendo la trivia en el escenario, consistió en adivinar el nombre de canciones en base a su letra, y pequeños clips de música de introducción de programas de televisión, no necesariamente de anime. Los concursos continuaron y la gente cada vez se acumulaba más, porque durante el transcurso del día siguieron llegando.
Fue en este momento cuando pude platicar con Daniela, quien iba en cosplay de Jigglypuff. Le pregunté si participaría en la pasarela Cosplay que estaba sucediendo en ese momento (y que no pude ver por estar platicando), pero dijo que no porque le parecían una estaba. Me contó una anécdota de una convención en Rosarito donde participó, y en donde también pusieron a una hombre gordo vestido de Sailor Moon a participar. La gente le aplaudió muchísimo y terminó ganando, y a ella le pareció injusto porque puso mucho esfuerzo y dedicación en su cosplay como para que ganara alguien que ni siquiera se parece al personaje y no se esforzó en parecerse o aprenderse las poses.
Ella se bajó decepcionada, y después de eso su mamá se llevó su peluca porque era muy pesada. Luego llegaron los organizadores y le dijeron que ya sucedería el concurso de verdad, porque ese donde ganó Sailor Moon fue una broma. Pero como ella ya no tenía su peluca ya no quiso participar. Los demás cosplayers tampoco quisieron porque se enojaron con los organizadores, y desde ese entonces ya nadie confió en ellos.
Cuando le comenté que estaba realizando observación participante y vio mi libreta, me pidió verla y se lo permití. Se rió de la observación que decía que me daba vergüenza que me vieran. Me fui del evento como a las 4:30 p. m.
Durante el evento, detecté los varios roles entre los asistentes. Los explicaré en orden de menor a mayor involucramiento. En primer lugar está la gente que iba pasando. Es decir, personas que normalmente van a CEARTE, a esa explanada, y que en esta ocasión, por casualidad, les tocó que el evento estuviera ahí. Por ejemplo, personas que paseaban a sus perros, como ya dije, gente que iba a hacer ejercicio y fueron a curiosear, pero también un vendedor de paletas y otro de algodones de azúcar. Estas personas están muy poco involucradas con todo el movimiento.
Los siguientes serían los acompañantes. Son personas que van como compañía de alguien que si le interesa, pero en realidad a ellos no les importa tanto. Estos podrían ser padres de familia de niños o jóvenes, y amigos de los mismos. Van porque a sus hijos o amigos les interesa, pero a ellos no tanto.
Luego están los asistentes casuales, aquellos que van porque no hay nada más que hacer, o quizá quieren distraerse, ver a algún conocido, quizá comprar algo. Si les gusta el evento, y van por voluntad propia, pero no van disfrazados y normalmente no participan en ninguno de los concursos.
Otra categoría serían los vendedores, que van a la convención con fines profesionales. Estos serían los presentadores del escenario, los vendedores de todas las carpas, los organizadores, los guardias de seguridad, los encargados del sonido y demás. Ellos son los que, básicamente, logran que el evento funcione y que ofrecen algo a los posibles clientes, que son los asistentes. Es posible que a estos asistentes les interese el anime, pero de la misma forma a otros no les importa en absoluto. Otros lo ven como un mero negocio, y otros seguramente fueron contratados.
El último tipo de asistente es al que yo denomino Otaku. Ellos son los que van disfrazados, participan en los concursos y en general están en la mayor parte de las convenciones, no sólo de Ensenada, sino también del resto del estado. Son mucho más visibles, llaman mucho la atención y la gente los busca para tomarles fotografías. Ellos lo saben y están acostumbrados, por lo que cuando uno les pide una fotografía ellos hacen alguna pose que tienen aprendida y que representa al personaje del que están disfrazados. Son vitales para el desarrollo de los eventos, ya que sin ellos las dinámicas no funcionarían muy bien. Le dan cohesión y son parte del espectáculo. Son parte del estereotipo de lo que la gente asocia con estas convenciones.
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