EL PREDICADOR

Los ingredientes de esta saga no son los acostumbrados en los cómics, pero esta historia de sexo, violencia, depravación y melodrama es uno de esos clásicos que nadie se debería perder. Su argumento, que mezcla a un nuevo ente celestial con un predicador al que concede el poder de influir en la gente, a quien acompañan su ex novia y un vampiro vividor, puede parecer el caldo de cultivo ideal para narrar una gamberrada. Lo es, pero también muchas cosas más.

Siempre he dicho que las mejores obras de ficción lo son por sus personajes, pues los que tiene el Predicador son ejemplares. Cada uno de ellos, desde el malvado Starr hasta el chico que se pegó un tiro en la cabeza convirtiéndose en Caraculo, son memorables. En especial destaca la relación entre los tres principales: Cassidy, Tulip y Jesse; sin desvelar demasiado, diré que las idas y venidas de su relación son a menudo sorprendentes y siempre interesantes.

Aunque hay muchas muertes, la acción suele resolverse de forma abrupta y contundente, de modo que el grueso de la narración está en los diálogos, los personajes se pasan el tiempo contando sus miserias. ¿No fueron los Simpsons quienes dijeron que las historias patéticas son las mejores? Pues aquí hay material de primera.

Por momentos, uno piensa que en el mundo del Predicador no hay más que personajes atormentados y psicópatas. Sin embargo, esta larga historia americana tiene sus momentos tiernos y sentimentales que, en contraposición, son todavía más efectivos.

Pese a que esta extensa historia ocupa nueve volúmenes y un total de 66 grapas, tiene un comienzo, un nudo y un desenlace. Sí, hay momentos para flashbacks y tramas secundarias que toman la voz cantante, pero cuando llegas al final, sientes que todo ha tenido un propósito. Por mi parte, no pude más que suspirar, sonreír y lamentar que el viaje hubiera terminado.

Pero ¡qué viaje! Como he dicho al comienzo, uno que nadie se debería perder.