20/ 11: DMZ Vol.7

Después de demasiados meses, vuelvo a esta serie de Vertigo en la que Brian Wood y Riccardo Burchielli imaginan una nueva guerra civil estadounidense, con New York en el medio del kilombo. No quiero extenderme en explicaciones acerca del planteo y los personajes, así que te invito a hacer click en la etiqueta de DMZ y –en todo caso- repasar las reseñas de los seis primeros tomos.
En el Vol.6, el status quo de la serie cambió radicalmente y se sumaron dos nuevos personajes con mucho protagonismo: Parco Delgado y la mamá de Mattie Roth. De ellos dos, sólo Parco será central en este tomo. Un tomo que arranca con una historia tensa, profunda e impredecible en la que Mattie, lejos de la DMZ, se mete entre los soldados de ambas facciones que co-existen en Staten Island, cerquita de Manhattan. El dibujante, Kristian Donaldson, es bastante limitado, pero la historieta igual funciona.
Después tenemos una saguita de cuatro episodios que marca el regreso de Mattie a la isla, ahora gobernada por Parco Delgado. El argumento es bueno, pero está un poco estirado. Y tiene un problema menor, pero a la larga potencialmente jodido: Mattie, que arrancó siendo un pichi y juntó mucha chapa a lo largo de los seis tomos anteriores, acá vuelve a ser el gil, el pendejo crédulo, fácil de manipular, que va para donde sopla el viento, para donde le dicen que vaya los que la tienen más clara que él. Ahora tiene barbita y uan actitud de duro, de guacho recio que no se come ni la punta, pero en esta saga lo vuelven a forrear como en los primeros tramos de la serie. Recién cuando faltan cuatro páginas para el final del arco, Mattie muestra algo de esa chapa acumulada y le canta las cuarenta a Parco. Así, logra terminar el tomo con algo más que un empate decoroso, pero durante casi toda la duración del mismo padecimos (además de su habitual falta de onda) su vuelta al comportamiento pusilánime y errático del principio.
Es jodido bancar una serie en la que el protagonista resulta tan poco atractivo y contra ese escollo lucha Brian Wood episodio a episodio. Para el final del principal arco de este tomo, hay un nuevo cambio en el status quo y veremos cómo se desenvuelve Mattie en esas condiciones que él mismo generó. El problema es que siempre arrancamos remando de atrás, porque es un personaje bien desarrollado, bien pensado, pero con mucha menos onda que el protagonista promedio de cualquier serie de Vertigo.
Por suerte está también Zee, a la que Wood le otorga el protagonismo exclusivo del unitario que cierra el tomo y que –una vez más- es excelente. Si hasta acá Zee tenía mucha chapa, ahora ya es algo así como la Elemental de la Chapa, sin dudas el alma de DMZ. Este unitario está dibujado por Nikki Cook, la enésima fan de Paul Pope que intenta con poco éxito dibujar como el ídolo, y tiene algunos errores de anatomía y algunas caras medio fuleras. No es un horror, pero tampoco está bueno.
Y en el arco central, lo tenemos –cómo no- al tano Burchielli, muy comprometido, con muchas pilas en la narrativa, aunque no muy diestro a la hora de aprovechar la posibilidad que le da Wood de dibujar menos cuadros por página. Este arco tiene muchas páginas de una, dos o tres viñetas, y Burchielli no se juega a impactar con virtuosismo, ni a pelar nada que no haya pelado ya en los episodios en los que el guión le dejaba menos espacio para su lucimiento personal. Se limita a cumplir muy decorosamente, sin mezquinar, al nivel de siempre, que es dignísimo.
DMZ sigue por la senda de la especulación política, de la guerra vista desde la óptica de las víctimas, de la runfla y la ambición por un lado y el dolor y la desesperanza por otro. Una lectura densa, por momentos dura, pero siempre original, arriesgada y satisfactoria.
Published on November 20, 2011 15:33
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