El Debate.
EL DEBATE.
He visto el debate entre Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba a través del Canal Internacional de TVE, creo que Mariano Rajoy ganó ampliamente no solo por su compostura, mucho más serena y razonable que la de su rival, al que siempre mantuvo respetuosamente a su mismo nivel, el de candidato a la presidencia, de igual a igual, si ningún sentido de superioridad, y con una limpidez envidiable. Perdió Rubalcaba porque a pesar de la papa hirviendo que deja su gobierno, todavía en el poder, al que se declararía triunfador, en caso de que ganara el PP, se portó con una presunción insoportable, cuestionando el programa de Rajoy, inquieto, moviéndose como una marioneta, de un lado a otro, y hasta diría que cínico bajo una máscara de sabihondo, haciéndose el político con mayor experiencia, y restregando el trapito del que ostenta el poder sin ningún tipo de cuestionamiento; para colmo, en un desliz del inconsciente, trató a su rival como si el otro ya hubiese ganado y él se encontrara en la oposición. Él mismo invirtió los papeles, en uno de esos lapsus extraordinarios que nos brinda el debate público.
La moderación fue brillantemente conducida por Manuel Campo Vidal, con una experimentada trayectoria como periodista.
Sin embargo, pese a que Mariano Rajoy ganó el debate, con toda evidencia, lo que era bastante probable antes de que el mismo comenzara, debido a la pésima situación del gobierno socialista en la actualidad, eché en falta una mayor agresividad del político del PP, no sólo con la exposición de su programa, del que develó bastante poco, además y precisamente como representante del partido en la oposición. María Dolores de Cospedal dijo en la televisión algo así como que "verán ustedes a un hombre bueno que quiere cambiar a España". No es suficiente, es sabido que en política ser bueno, así, de sencillo, podría ser fatal, y los cambios, a estas alturas, deberían ya ser definidos, anunciados por las claras.
No tengo la menor duda de que Mariano Rajoy será un buen presidente, he dicho antes que posee un magnífico equipo que, como él mismo ha manifestado, ha sido conformado por hombres y mujeres de gran calidad, en igualdad de derechos y condiciones. Además, se nota en su equipo lo que ha faltado en el equipo de Rodríguez Zapatero, y por ende, de Pérez Rubalcaba, transparencia. Esa transparencia que tanto exigen los de la izquierda se aprecia ampliamente en este partido de centro derecha.
Sin embargo, aunque el debate estuvo interesante, entretenido, y se dijeron algunas verdades, no podemos afirmar que hayan salido a la luz diversas inquietudes de los españoles en relación, por ejemplo, a la posición de España hacia el exterior, sobre su política exterior, que no dependerá solamente del mejoramiento de la situación económica, lo que sin duda alguna tardará en recuperarse.
Terminado el cara a cara entre los dos exponentes de los principales partidos españoles, siguió un debate entre periodistas, que a mi juicio fue patético. ¡Qué provincianismo! En el canal internacional sólo vimos a periodistas españoles muy conocidos en España seguramente, pero unos perfectos desconocidos en el mundo. Ni un solo invitado extranjero, ni un analista, por ejemplo de América Latina; tampoco en el debate salió el tema candente de América Latina, la reelección fraudulenta de Daniel Ortega, o el futuro de Venezuela sin Chávez lo que pudiera ser posible. Ese debate, no lo niego, ha faltado también en los debates estadounidenses en las pasadas elecciones. Es como si América Latina no existiera, es el continente invisible. Lo que es un fallo atroz con sus consecuencias en las urnas, ya que una gran cantidad de votantes en España proviene de esos países.
En ese debate de periodistas, hasta uno de ellos, cegado hasta el tuétano con Rubalcaba y el PSE, se atrevió a decir que tal parecía que Rajoy no se había leído su programa. Después de lo que habíamos presenciado millones de espectadores este periodista nos trataba como a ciegos y sordos, tratando de imponer, no su punto de vista como periodista, sino su elección partidista. Y así casi lo mismo, en los demás, que trataron de salvar la situación como pudieron. El debate de los periodistas después de un enfrentamiento político como el que vimos el lunes por la noche no debe centrarse en defender sus intereses políticos, sino en aclarar al televidente a través de análisis puramente periodísticos, sobre todo cuando se pretende salir de un gobierno que ha destruido la economía del país y ha situado a España fuera de los primeros rangos internacionales como lo que fue en el pasado, un ejemplo de crecimiento. Y eso, quiéranlo o no, fue el país que dejó el PP a al PS, que le dejó Aznar a Zapatero, un país próspero que aparecía en las portadas de la prensa mundial como uno de los eslabones del sueño europeo.
Al parecer, algunos periodistas españoles siguen dormidos, en ese letargo que les ha inoculado el mismo Zapatero, ¿recuerdan aquel video donde cabeceaba sentado solitario en una de las butacas de una cumbre europea, mientras Merkel y los demás debatían amenamente de pie? Espero que despierten y puedan desembarazarse lo más pronto posible del embeleso del Morfeo socialdemócrata, y sobre todo, que la televisión abandone el provincianismo e invite a sus debates a otros periodistas, franceses, ingleses, norteamericanos, latinoamericanos, y que estos consigan sacudirles las neuronas a unos cuantos. Contra esos debates, post Debate, que tergiversan las palabras de los políticos, y pretenden entregarlas masticaditas a los televidentes, míseros debates edulcorados cada uno tirando con su cuerda, también deberíamos de indignarnos. Es necesario que lo hagamos.
Dirán ustedes que, qué hace una cubana criticando la libertad de expresión en la sociedad española. Soy española desde hace más de diez años, y también francesa. He aprendido mucho en Francia, observando a los periodistas, y también en Estados Unidos y en Inglaterra, a donde viajo con frecuencia. En ese tipo de debates, siempre, invariablemente, son invitados analistas y periodistas extranjeros. Sobre todo si todavía los políticos siguen empecinados en alcanzar una Unión Europea donde cada país siga marcando su diferencia. ¿No es ese el lemita de España? España es diferente. Pues ojalá que a partir de ahora empiece a dejar de serlo por la parte negativa que se ha ganado con un gobierno como el de Zapatero, y sea un poco más igual a la España que soñaron los españoles, sin parados, y con garantías sociales que enriquezcan y que no empobrezcan todavía más al pueblo.
Zoé Valdés.
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Filed under: Política Tagged: Alfredo Pérez Rubalcaba, José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy, Zoé Valdés

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