No somos amables

No somos amables. Piénsenlo un poco. Nos empujamos en la fila del súper. Nos hacemos jetas mientras esperamos nuestro turno en el cajero automático. Nos boicoteamos en las oficinas. Interrumpimos el flujo vial de una avenida aunque no haya espacio y aunque muchas veces el semáforo esté en rojo. No somos amables. La justificación parece ser: si todos lo hacen, ¿por qué yo no? El pretexto de la estúpida conducta de la masa sobre nuestras decisiones particulares.

Corte a: “Compartir sonrisas con extraños”.

La frase es de una ahora amiga. Me decía hace no mucho que en esta ciudad y en este mundo se había perdido el gusto de “compartir sonrisas con extraños”. Desde que tengo memoria, en el DF no existe tal cosa como sonreírle a un desconocido por un miedo primigenio: el temor a ser golpeado o asaltado. Hacer contacto visual con un beautiful stranger, a menos que sea en un ambiente relativamente controlado (oficinil, baril, pedil, etc) está mal visto. MAAAAL VISTO. Y ahora es peor. Ser amable es casi un asunto de mal gusto.

Mi ahora amiga y yo charlábamos sobre el irreal asunto de compartir sonrisas con extraños cuando yo le dije que los mexicanos no somos amables. Podremos ser muchas cosas, pero la amabilidad no es una característica de “nuestra gente”. Y vaya que me sé los clichés: el público mexicano es “el más entregado” (pfffff), la hospitalidad del compatriota es legendaria, el mexicano es un ser colorido y fiestero, lleno de calidez. Como un personaje pedorro de Viva Piñata, ajá. La verdad es que en buena medida somos hoscos y huraños. Esperamos el momento ideal para alburearnos al prójimo… o verle la cara, lo cual en uno de nuestros múltiples eufemismos se conoce como “los mexicanos somos bien cábulas”. Oh sí, somos rete desmadrosos. Pero no desmadrosos como brasileños en carnaval, más bien desordenados. Wooka la Insulsa me contaba que en el aeropuerto de Madrid, al momento de abordar, era fácil distinguir a los pasajeros extranjeros de los mexicanos: los primeros se forman en una fila, los segundos tenemos una tendencia a hacer “bolas”, también conocidas como “peloteras”. Armamos líos. Nudos. Los mexicanos no somos tan fiesteros ni tan “reventados”. Pero vaya que somos desastrosos. Podemos acabar con las vialidades. Ocupar banquetas. Romper el orden público. Poner la fiesta de un santo o una virgen local por encima del bienestar común. Cerrar Paseo de la Reforma varios meses. Y esto no tiene nada que ver con el ánimo fiestero que vende Taco Bell en su imagen corporativa. No tiene nada que ver con las mexican fajitas, las mexican pinatas, el mexican molito, el mexican curious. Esto solo tiene que ver con dos cosas: una, somos desordenados. Dos, no somos amables. Quienes dejan pasar a un auto de un carril a otro, reciben mentadas de madre de los de atrás. Quienes ponen su direccional, reciben acelerones para no dejarlos pasar. Quienes compran el software en vez de robarlo reciben un “ay cómo eres pendejo”. Es más fácil hacerse güey y meterse en la fila. Es más fácil inventar chismes que hacer tu trabajo. Poner pretextos para no llegar temprano, echar la hueva, ser cínicos y hacernos los “graciosos”. Como el penoso caso de la muerte del Secretario de Gobernación: todos esos graciosos en Twitter, “expresándose”. Uno de ellos hasta acabó siendo mártir de la comunidad hip del DF y figura mediática. Oh my dog.

La amabilidad no está de moda. Ser cínicos es más rentable que ser amables. Hay un mejor paquete de compensaciones, claro. Es bien cool. Además, poner barreras entre uno y el resto del mundo garantiza la integridad y continuidad del ego… como si tal cosa existiera. Si fuéramos amables con la gente que nos rodea pensaríamos, quizá, en su bienestar. En hacer algo chingón por aliviar el dolor de los demás. En ser serviciales, en ofrecer ayuda, ideas; haríamos la verificación vehicular a tiempo sin la amenaza de irnos al corralón. En una de esas pagaríamos nuestros impuestos a tiempo. En una de esas el señor que gobernaba Coahuila no tendría a su estado endeudado. En una de esas la gente en una oficina no hablaría pestes de la mujer que se va temprano por ir a recoger a su hijo a la guardería. En una de esas el tráfico mejoraría un poco porque estaríamos pensando en no cortarle el paso a alguien solo porque “todos los demás se cruzan el semáforo en rojo/por qué yo no”. En una de esas alguien en Telcel se preocuparía honestamente porque se le cobra un servicio muy caro a la gente y las llamadas se cortan y la conexión a internet desaparece en sitios donde debería existir. En una de esas Guadalajara no amanecería con 23 muertos en la calle. Pero sé que eso difícilmente sucederá. México está enfermo porque cada quien piensa solo en su propio bienestar. “Tiro agua porque la pago. ¿O tú me la pagas, puto?” “Tiro basura en la calle porque para eso le pago al gobierno, para que me la recoja”. “Siendo periodista me quejo del gobierno desde mi Twitter pero acepto dinero de una empresa por hacer menciones mercadológicas disfrazadas de contenido”.

Este no fue un post alegre ni optimista. Pero los dejo con una frase del buen Dr. King: “The arc of the moral universe is long, but it bends towards justice”.

Originally published at ruyxoconostle.wordpress.com on November 25, 2011.

No somos amables was originally published in Ruy Xoconostle W. on Medium, where people are continuing the conversation by highlighting and responding to this story.

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Published on November 24, 2011 16:00
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