Mi experiencia como becaria en una editorial | día 1

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¡Hola! ¿Cómo estáis sobreviviendo al terrible noviembre (también conocido por estos lares como NaNoWriMo), camaradas escritores? Yo, de improvisto, estoy embarcada en una experiencia muy especial… ¡Trabajar como becaria en una editorial!


Antes de contaros más quiero empezar disculpándome por no haber actualizado antes. En las últimas semanas he tenido el grandísimo honor de participar como ponente en la Andalucía Reader Con, he asistido al YA Weekender (parte del London literature festival) y a la convención de la Society of Young Publishers, he viajado (y he encontrado inspiración) a Budapest… ¡Y voy a contároslo todo! Pero, primero, esta fabulosa semana de prácticas laborales que empieza hoy…


O, bueno, para ser más precisos empieza el viernes, cuando conseguí la plaza en primer lugar. ¿Cómo? Pues, como no podía ser de otra manera en esta sociedad millennial, a través de Twitter. ¡En serio! John Blake (uno de los sellos de una de mis editoriales favoritas, Bonnier) tuiteó que acababan de abrir una plaza para una semana de experiencia laboral en sus oficinas… y esta chica, que se autodefine en su CV como social media savvy, fue corriendo a escribirles un email y a enviarles su currículo. Y, de entre los siete candidatos que se presentaron en menos de una hora, el puesto fue para mí. ¡Casi me da un ataque al corazón! Una de las primeras cosas que aprendes cuando empiezas a pedir trabajo (y especialmente si es un trabajo en una industria tan competitiva como es el mercado editorial) es a encajar las numerosas cartas de rechazo… ¡Así que no me esperaba que llegase ya el tan deseado sí!


Hoy…


Me desperté obscenamente temprano porque soy un desastre incapaz de leer un mapa, mucho menos entender la aplicación Maps de mi iPhone, y tengo que estar preparada para perderme o coger la línea incorrecta de metro o, bueno, para cualquier de los imprevistos que pueden surgir cuando padeces una enfermedad crónica cuyos episodios pueden ser desencadenados por el estrés. Solo que, naturalmente, cuanto más previsor eres más te quiere hacer tu vida la puñeta y todo acabó saliendo perfecto (mi sentido de la orientación, por una vez, decidió no darme la puñalada trapera) y acabé llegando a Londres una hora antes de lo necesario… tiempo justo para tomarme un flat white de soja, comprobar mis redes sociales, repasar mis notas y respirar hoooooooonnnndo.


En la oficina…


¡No hay un minuto de calma! Ni siquiera para una becaria como yo. Voy a cumplir con el estereotipo a la perfección: sí, soy encargada de ocuparme de preparar el café (en la taza roja, de filtro, con leche y un terrón de azúcar para el editor jefe) y el té (en una taza de porcelana, fuerte, con un chorrito de leche para la editora). Pero también de atender la puerta y el teléfono, preparar y franquear el correo, contestar emails, comprobar que el almacén esté provisto y bien provisto, organizar la librería (¡Y qué maravillosa librería!) y, mi parte favorita, claro, ayudar a los editores. ¿Cómo? En primer lugar, y puesto que somos una editorial de no ficción, con tareas de documentación (¿Podría haber algo más perfecto para una rara avis como yo, para quien la documentación es una de las partes más divertidas de escribir una novela); es decir, contactar con archivos, museos, universidades e historiadores para comprobar que los datos de nuestras novelas sean los correctos. También, y esta es una parte muy emocionante, buscar fotografías que podamos utilizar en los bancos de imágenes y preparar el layout que luego acabará llevándose a impresión. Una parte más tediosa son las tareas de corrección ortográfica y gramatical de los manuscritos… ¡Especialmente cuando te toca alguno con más comas que bolas en un árbol de Navidad! Aunque, sin duda, mi parte favorita de trabajo es la de leer las propuestas editoriales y realizar el informe que ayudará a la asistente editorial a decidir qué manuscritos vale la pena leer y cuáles no. ¡No os imagináis la de joyas que acaban cayendo por la oficina! Incluso, saltándose todas las normas, manuscritos impresos y con notas posteriores a escritas a mano…


Ahora…


Se me cierran los ojos y tengo que disculparme si la entrada de hoy es ilegible, pero tengo muchas, muchas ganas de que llegue mañana para volver a mi despacho. Si tenía alguna duda acerca de querer convertirme en editora (y, tras el número exacto de cartas de rechazo, siempre las hay), hoy se ha disipado.


¡Por cierto! Entre toda la locura no puede olvidárseme que hoy ha salido a la venta El valle oscuro¿Todavía no te has hecho con él? No problemo! Siempre puedes comprarlo online en la web de Plataforma Neo y, además, recibirás de regalo un par de monerías… ¿A qué estás esperando?


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Published on November 13, 2017 14:14
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