El cómplice
Siempre has sido tú, Nicolás. Menita y Ana Lya podrán compartir un fin de semana en Tunquén y satanizar Dominga hasta convencer a la Presidenta, pero el verdadero cómplice, en ésta y en casi todas las jugadas, eres tú.
¿Quién estuvo dispuesto a sacar adelante una pésima reforma educacional con tal de instalar una nueva concepción, ideológica de principio a fin? ¿Quién trasnocha en el Congreso reuniendo voto a voto para aprobar proyectos de dudosa calidad legislativa? ¿Quién si no tú Nicolás puede hablar de “Gordi” sin recibir un castigo de por vida?
Es cierto, esto de que el crecimiento no debía ser el eje del gobierno formó parte del diseño desde el primer día en La Moneda. Y de seguro, tú bien lo sabías.
Recuerda lo que decían los chicos listos de Peñailillo: Presidenta, Pedro Aguirre Cerda es recordado por sus obras, por la Corfo y la educación. Nadie sabe cuál fue el crecimiento económico durante su gobierno, así que tranquila, lo que aquí importa son las reformas.
Y ese mismo discurso es el que ha guiado las acciones de este gobierno hasta el día de hoy, punto. De hecho, sospecho que el problema de Valdés consistió en pensar que podría influir desde Hacienda e irradiar un poco de cordura entre este grupo de “ex artesas”, viudos y viudas del Café del Cerro, la fogata en Horcón y una que otra peña ochentera.
Pero su origen lo traicionó. Nadie que viviese en La Dehesa podría formar parte del clan. Por cierto, no es tu caso, Nicolás. Tú tocas la guitarra, te dejas una uñita más larga y algo sabes de trasnoches y bohemia.
Tampoco el de Menita, que monta bicicleta y adorna las oficinas del Ministerio con sus fotografías pedaleando por Santiago.
Dominga fue únicamente la excusa. Eso también lo sabes. El problema con Rodrigo Valdés no se reducía a un proyecto minero o portuario en particular, por mucho que la familia presidencial tuviese alguna parcelita en la zona o que un senador de tu partido estuviese a favor de privilegiar otra iniciativa cercana.
El problema es que se vienen las elecciones y el ex rostro no prende, no funciona, no tiene carisma y le pone poco esfuerzo. Así las cosas, el riesgo de quedarse sin pega o, peor aún, de tener que en realidad trabajar, se vuelve una amenaza evidente para este mundo “ex artesiano”.
Frente a ello, no cabe más que sacar a relucir la billetera fiscal. Nada de ponernos a pelear unos pesos con los empleados públicos. Contigo, todos suponen que el reajuste será suculento.
Y en los meses que quedan, a gastar se ha dicho. Mira que con la Ley de Aborto y el matrimonio igualitario retomamos la agenda. Eso es lo que todos dicen. La Presidenta está contenta. Echémosle para adelante. Tú eres el cómplice, recuerda.
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