Prefacio para un libro que quizá nunca será
Sólo una mente robusta y desafiante como la de Yukio Mishima fue capaz de asegurar que recordaba el momento de su nacimiento. Para el resto de nosotros ese instante se hundió en el olvido. Sin embargo, es uno de los dos momentos que delimitan nuestra existencia. El primer latido fuera del vientre materno sólo es comparable en trascendencia con el último cuando morimos. Y de ninguno queda remembranza alguna.
Yo nací en 1979. De ese año no sé nada (ni me importa) aunque significa todo. El comienzo de mi vida y es por ello que lo tomo como referencia de arranque de este texto que antes de convertirse en lo que es, transitó por diversos temas y formas. No es recomendable revelar los entretelones del proceso de escritura a los lectores, más que por pudor o secrecía, por respeto. ¿Qué necesidad tienen de conocer el trabajo sucio (sucísimo)?
Pero esta vez quise pasar por alto la advertencia para justificar los cinco años en los que estuve dándole vueltas a un manuscrito que pasó de las memorias atormentadas de un chico con una vida inocua a un reportaje narrativo sobre los grises y nefandos suburbios del Oriente de la Ciudad de México donde crecí. En el inter otros tantos géneros fueron surgiendo pero al final ninguno germinaba con naturalidad. Así que decidí dejar de lado las formalidades para dejar que las palabras se fueran arrejuntando como les diera la gana mientras rogaba que el resultado tuviera buen puerto.
Estas líneas, que parecen escritas una vez terminado el texto, surgieron en uno de los incontables recomienzos así que es posible que nada haya resultado. Me arrojé a las aguas truculentas del azar sin un plan específico. Sólo con la inesperada claridad de comenzar con el año de mi nacimiento, que da título a estas páginas, porque de ahí, como en la vida, los hechos se han concatenado de manera insospechada como aquí donde la ficción choca con todo lo demás.


Omar G. Villegas's Blog
