Andrea de 17 años, vales mucho más de lo que crees
[image error]Muchas veces pienso en mi yo de 17 años. Los 17 fueron la edad intermedia entre el comienzo de mi desorden alimenticio y los 500 gramos que me separaron de la hospitalización a los 18. A los 17 empecé a tomarme mi carrera como escritora realmente en serio (que empezase a escribir Corazón de mariposa entonces no es una casualidad), tuve mi primera experiencia con la depresión y la despersonalización y fui, por primera vez en mi vida, completamente responsable de todas las comidas que ingería (durante las tres semanas que pasé en un programa de estudios en Toronto). A los 17, además, intenté recuperarme por mi cuenta por primera vez y fracasé.
Pienso tanto en mi yo de 17 años porque puedo sentirme identificada con lo vulnerable y lo sensible que era, y porque aquel punto es la tierra intermedia entre la Andrea pre-anorexia nerviosa y la Andrea que no había dejado mucho espacio en su vida para nada más que su desorden.
Pienso en mi yo de 17 años y valoro su opinión. Me gustaría saber qué piensa de mi vida ahora; probablemente se sentiría muy inspirada por esas tres novelas en la estantería y la cuarta que viene en camino, con toda seguridad habría arqueado una ceja ante mi elección de carrera universitaria (Lengua y Literatura Inglesas, no Periodismo como ella planeaba) y, sin duda, me habría preguntado cómo he llegado al lugar en el que me encuentro, mental y físicamente.
[image error]
La Andrea de 17 años pasaba mucho tiempo rodeada de comida y muy poco comiéndola. Si la tuviese ahora delante, aunque sé que posiblemente no me escucharía, le diría que está bien, que parece que todo el peso del mundo caiga sobre tu pecho cuando ingieres un número de calorías superior al que deseas, o cuando te miras al espejo y pese a todos los esfuerzos sigues sin quererte aunque sea un poquito; le diría que, por imposible que parezca ahora, llegará un día en el que disfrutará probando nuevas recetas (muchas de ellas de fuentes distintas al único libro de recetas de dieta y la única web de comida low-cal que la hacen sentir segura), y llegará un día en el que llevará short shorts y un crop top y se buscará su reflejo en los escaparates porque se siente orgullosa de su cuerpo y no para comprobar si sus piernas realmente se ven tan gigantescas como ella cree. No, no hay fórmula mágica. No hay una serie de pasos que pueda darle a la Andrea de 17 años (o a cualquier otra persona en su situación) para vencer a la anorexia. Como con todo, la clave está en el tiempo, la paciencia, la perseverancia, la fuerza (y esta se ha convertido en una de mis palabras favoritas). Deja de encerrarte en ti misma; la batalla es dura y necesitarás una buena red de apoyo.
[image error]
Andrea, todo el daño que te causaron no te dejará cicatriz, sino un moratón que desaparecerá. Y todo el daño que tú te causaste a ti misma se convertirá en tu fortaleza; te perdonarás a ti misma, y a partir de entonces tu relación contigo será mucho más fácil, mucho más liberadora, mucho más empoderadora y mucho más compasiva.
Pero no nos engañemos, la Andrea de 17 años y la de 22 todavía tienen bastantes puntos en común, y no me refiero solo a su amor por Gossip girl, el patinaje sobre hielo, los cafés-demasiado-caros-para-su-calidad del Starbucks y los libros de Haruki Murakami. Cada vez que me enfrento a un problema en mi vida puedo mirar atrás y considerar a la chica que era entonces, y nueve de cada diez veces me doy cuenta de que ya he pasado por (y superado) algo parecido. ¿Crisis de fe? Been there, done that, baby. ¿Mal día de imagen corporal? La Andrea de 17 años amablemente te recuerda que no has vivido nada más solitario y devastador que pasarte horas en el Chinatown de Toronto hasta encontrar la botella adecuada de té verde o confesarle a gritos a tu mejor amigo que has empezado a pensar que perder peso es lo único que se te da bien. ¿Recaídas en antiguos hábitos? Has vencido todo eso varias veces y, si es necesario, lo vencerás otra vez. ¿Sientes que no eres suficiente? La Andrea de entonces te daría su enhorabuena (y sabes que no es fácil impresionarla) por todo lo que has conseguido.
Os recomiendo que penséis en vuestros yos del pasado, que los consideréis y que los tengáis en cuenta. De ese modo no correréis el riesgo de olvidaros de lo fuertes que sois, de todo lo que habéis superado y lo que superaréis, de cómo incluso las peores cosas que os han ocurrido no han conseguido romperos.



