La nueva izquierda y la intimidad

Nueva izquierda se llama a los grupos fraguados en disputa con la Concertación, al calor de las movilizaciones estudiantiles y a partir de una actualización discursiva significativa. Esa izquierda es novedosa, y su consideración pertinente exige una atención a lo que tiene, precisamente, de nuevo. En especial, porque posee potencial de crecimiento.

Si las primarias del domingo mostraron que el Frente Amplio no es movimiento de masas, no hay que olvidar que la nueva izquierda tiene bases también en la Nueva Mayoría. Unidas, las fuerzas de allá y acá son una porción relevante del espectro político.

El discurso de la nueva izquierda es variado. Lo nutren diversos autores y no se alcanza aquí a tratar todas sus fuentes. No es tampoco necesario, pues ha venido a cuajar en postulados que asoman con nitidez en las palabras de sus ideólogos principales. Postulados de base son dos. Primero, que el mercado es ámbito de alienación, en el que prima el interés egoísta. Allí no se considera al otro como otro, él vale como instrumento del propio beneficio. Segundo, se rescata la vieja idea de la asamblea política como lugar en el que es posible deliberar reconociendo a ese otro. En su operación, la deliberación permite la educación del pueblo, que se va habituando a tener a la vista el interés de los demás. El individuo se acostumbra a superar la perspectiva egoísta y a asumir una mirada generosa.

Aquí emerge, empero, un problema. El mercado, con su praxis alienante, tiene el potencial de corromper la asamblea, de transformarla en sitio de meras negociaciones.

A partir del reconocimiento del carácter alienante del mercado y su potencial corruptor, y del desplegante de la asamblea, se sigue que una acción política correcta es aquella que privilegia la deliberación y desplaza al mercado. El desplazamiento se ejecuta mediante la acción coactiva del Estado, que impide la operación del mercado en áreas enteras de la vida social. Entonces, la dinámica deliberativa logra operar sin trabas, el pueblo educarse, y producirse el avance hacia un eventual estadio en el cual no sólo el mercado, sino el Estado, devienen superfluos.

No se puede desconocer que el mercado tiene un potencial alienante y la participación y la deliberación políticas desenvuelven ciertas capacidades humanas fundamentales. El problema del discurso de la nueva izquierda es que ni el mercado es suprimible sin daño grave para la vida humana, ni la deliberación pública es -aun liberada de corrupción- tan plena como se plantea.

La deliberación pública es generalizante. En ella valen los argumentos que pueden persuadir, cuanto menos, a la mayoría. En su modo de operación, la deliberación pública es hostil a lo único, lo inusitado, lo excepcional. La peculiaridad infinita de las situaciones, la interioridad singular de cada individuo, aquella dimensión en la que cada uno experimenta teórica, estética y emocionalmente de maneras intensas, todo eso resulta subsumido y eventualmente violentado en los grandes números y las doctrinas generales.

Si la política de asamblea desplaza totalmente al mercado, esto significa, entonces, que el poder político y el económico quedan concentrados en las manos del Estado y su asamblea; una asamblea por principio -no por decadencia- refractaria a lo particular y lo singular de las situaciones e individuos. La peculiaridad única de los seres humanos, su intimidad, se ve, así, severamente puesta en riesgo de padecer ante el poder concentrado de un dispositivo generalizante, el que puede pasar por su navaja cuanto escape a su regla.


La entrada La nueva izquierda y la intimidad aparece primero en La Tercera.

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Published on July 09, 2017 00:15
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Óscar Contardo
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