Con el ánimo de un muerto
Uno, dos, tres, cuatro, cinco años de sequía. De dar un pequeño paso y retornar dos. De buscar. De cuestionarme. De preguntarme si lo que hago realmente es lo que deseo hacer. De plantearme historias para escribir. De emocionarme con ellas y luego deshacerlas sin descanso. De regresar a la idea original y volverlas a destruir. De sentarme por breves momentos a escribir sin resultados. De imaginar. De esperar. De ir y regresar al mismo punto de donde partí. De darme por vencido, muchas veces, y volver a comenzar para, otra vez, parar y buscar un sendero para andar. De pasmo y experimentación esporádica. De total desconfianza en mí mismo y de lapsos de satisfacción. Cinco años de sequía creativa. De pocas páginas escritas. De varias páginas desechadas. De un creciente deseo de darle un vuelco radical a mi vida. De preguntarme cada minuto del día si tengo un talento. ¿Cuál? ¿Para qué? Años que corren y se acumulan haciéndome más viejo. Sintiendo culpa por desperdiciar el tiempo, los mejores años de mi vida, buscando una ruta nueva como si fuera un jovencito con la vida por delante. Años de decirme que ese trayecto no solo ya debería estar claro sino también andado hasta el punto de que la meta se pueda vislumbrar. Pero no es así. Me siento con la experiencia de un adulto pero con las dudas de un niño. Con los sueños de un muchachito pero con las fuerzas de un anciano. Con los anhelos de un hombre pero con el ánimo de un muerto.


Omar G. Villegas's Blog
