Partidos Políticos S.A.
Más allá del dinero es lamentable el intento de tergiversar la realidad lanzando frases que “enfrían” sólo el impacto mediático de sus acciones. Para la ciudadania van dejando cada vez más apatía y desprecio por la clase política y sus partidos políticos S.A. y sus vínculos.
Los partidos políticos son necesarios para la democracia pero no estos. El desprecio por lo logrado en el plebiscito del 88 se hace presente en las acciones que realizan y que se contraponen a supuestos ideales que van dejando renegados sólo al discurso.
“Hay que separar el dinero de la política” estará en las frases más usadas por la clase política estos últimos años. Una tarea que creo será imposible sí consideramos que los partidos se han convertido en agencias de empleo para sus militantes y simpatizantes. Son una evidente fuente de riqueza para sus cúpulas y financistas.
La solución estuvo en sus manos -aún lo está- a través de la ley de transparencia. Tras los “escándalos” de años anteriores se prometió una ley de transparencia que se disipó -como siempre- tras frases y discursos hasta que dejó de ser un tema sensible. La ley de transparencia es un nuevo traje a medida; no entendieron nada, ni siquiera la gravedad que sus acciones están generando.
Partidos políticos preocupados de sus intereses financieros y desentendidos de la realidad, como en nuestro país, son la génesis del sufrimiento de Venezuela. Maduro es sólo el final de una historia que comenzó con las condiciones para la elección de Chávez. Un escenario descrito muy similar al Chile actual.
Estamos financiando a los partidos políticos en un ciclo nocivo creado por años de regulación que favorece los ingresos corporativos, disminuyen la competitividad de los mercados y desincentivan el emprendimiento y la innovación; mientras el discurso hace suponer que los problemas sociales son por el “neoliberalismo” o “el capitalismo” ausentes en nuestra economía social de mercado moldeada por un Estado presente en las principales industrias con empresas propias –Banco Estado, CODELCO, ENAP, etc.- y moldeando mercados con una regulación en tela de juicio por sus conflictos de interés y sus beneficiarios -Ley de pesca, de estacionamientos, etc.-
El desempleo avanza y las rentas disminuyen por la falta de competitividad. Los precios aumentan gracias a la regulación y se siguen mandado proyectos de ley, uno tras otros sin mediar debates o análisis, tan sólo frases mediáticas que luego son desmentidas por los efectos que logran; siempre contrarios al discurso.
La clase política tiene el deber de cambiar este rumbo, de volver a los ideales de libertad, igualdad y fraternidad ó de desvivirse por uno de ellos en vez de hacerlo por rentas fiscales y riqueza individual a costa de la ciudadanía. Tienen el deber de unificar el debate con la acción, de deshacer lo beneficios que las leyes otorgan a las corporaciones a costa de nosotros y el deber de construir un país para todos, no sólo para ellos.
Los partidos políticos son necesarios para la democracia pero no estos. El desprecio por lo logrado en el plebiscito del 88 se hace presente en las acciones que realizan y que se contraponen a supuestos ideales que van dejando renegados sólo al discurso.
“Hay que separar el dinero de la política” estará en las frases más usadas por la clase política estos últimos años. Una tarea que creo será imposible sí consideramos que los partidos se han convertido en agencias de empleo para sus militantes y simpatizantes. Son una evidente fuente de riqueza para sus cúpulas y financistas.
La solución estuvo en sus manos -aún lo está- a través de la ley de transparencia. Tras los “escándalos” de años anteriores se prometió una ley de transparencia que se disipó -como siempre- tras frases y discursos hasta que dejó de ser un tema sensible. La ley de transparencia es un nuevo traje a medida; no entendieron nada, ni siquiera la gravedad que sus acciones están generando.
Partidos políticos preocupados de sus intereses financieros y desentendidos de la realidad, como en nuestro país, son la génesis del sufrimiento de Venezuela. Maduro es sólo el final de una historia que comenzó con las condiciones para la elección de Chávez. Un escenario descrito muy similar al Chile actual.
Estamos financiando a los partidos políticos en un ciclo nocivo creado por años de regulación que favorece los ingresos corporativos, disminuyen la competitividad de los mercados y desincentivan el emprendimiento y la innovación; mientras el discurso hace suponer que los problemas sociales son por el “neoliberalismo” o “el capitalismo” ausentes en nuestra economía social de mercado moldeada por un Estado presente en las principales industrias con empresas propias –Banco Estado, CODELCO, ENAP, etc.- y moldeando mercados con una regulación en tela de juicio por sus conflictos de interés y sus beneficiarios -Ley de pesca, de estacionamientos, etc.-
El desempleo avanza y las rentas disminuyen por la falta de competitividad. Los precios aumentan gracias a la regulación y se siguen mandado proyectos de ley, uno tras otros sin mediar debates o análisis, tan sólo frases mediáticas que luego son desmentidas por los efectos que logran; siempre contrarios al discurso.
La clase política tiene el deber de cambiar este rumbo, de volver a los ideales de libertad, igualdad y fraternidad ó de desvivirse por uno de ellos en vez de hacerlo por rentas fiscales y riqueza individual a costa de la ciudadanía. Tienen el deber de unificar el debate con la acción, de deshacer lo beneficios que las leyes otorgan a las corporaciones a costa de nosotros y el deber de construir un país para todos, no sólo para ellos.
La entrada Partidos Políticos S.A. aparece primero en La Tercera.
Published on May 17, 2017 06:04
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