Más que en consumidores antigringos convirtámonos en consumidores inteligentes

El consumo de productos locales está cobrando relevancia en una coyuntura complicada, pero quizá no habría podido sugir en otra sino esta. Cada vez se suman más voces al llamado a dejar de consumir productos de Estados Unidos y ponderar los mexicanos, particularmente, los locales. Más que apostar por unos productos sobre otros per se yo apoyo la invitación a convertirnos en consumidores más conscientes, reflexivos, informados. Sin embargo, me parece una discursión necesaria, interesante y que puede ser muy productiva si dejamos de lado las burlas, ofensas y críticas ácidas, destructivas, al respecto.


Me he topado con muchos comentarios del tipo: apoyas el consumo local desde tu IPhone o tu computadora con software Microsoft.Ese es precisamente el punto. Primero notar, por si acaso no nos habíamos dado cuenta, la penetración de productos estadounidenses. Ser conscientes de ello. Segundo, que el llamado a no consumir productos de Estados Unidos no es en sí una solución, aunque en estos tiempos tampoco estaría de más demostrar la relevancia del mercado mexicano y de nuestra influencia como consumidores. Tercero, como comentaba, más bien hay que apostar a convertirnos en consumidores proactivos e inteligentes. Dejar de comprar como zombis y comparar, atender detalles y calidades, exigir, sí ponderar lo local en su justa medida y estimulando la calidad y crecimiento del mercado interno en México.


Porque aquí yo pondría otro asunto sobre la mesa: “lo local” tiene muchos vicios a contrarrestar o erradicar comenzando por, a mi parecer, el nefasto hábito del regateo y del síndrome del mexicano abusado que no es otra cosa que aprovecharse de quien se deje, no esté a las vivas o de quien se pueda dándole más caro dependiendo de cómo se le ve o vendiendo kilos de menos o artículos de mala calidad. Eso tiene que acabar.


Se destaca el caso de Alemania como modelo de consumo local. Cuando visité Berlín hace unos años lo que más me llamó la atención en cuanto a cotidianidad fue precisamente eso: cuando entré a un supermercado fue evidente que el precio de los productos hechos en Alemania era mucho menor y, al probarlos, que eran de una calidad destacabilísima. ¡A eso hay que apostar!


Consumir local es motivar del desarrollo de nuestros barrios, pero ese mercado local también debe ofrecer opciones, calidad y buen servicio. El tianguis o el mercado sucios y caóticos calzan, quizá, como “mexican curious”, pero no tendrían que estar así. Y también faltaría atender paralelamente complicadísimos asuntos legales, hacendarios, de legalidad, comercio justo, condiciones de trabajo, salarios justos. En fin. Se trata de un asunto, como todos, complejo e interconectado.


Pero mi apuesta inmediata es que, ojalá, este contexto nos convierta más que en consumidores antigringos (que insisto, en estos tiempos una lección a los exportadores del vecino del norte no estaría de más) en cosumidores inteligentes. Y sí, posteo desde mi computadora o IPhone gringo porque es una elección de compra. Porque no todo es blanco y negro. Porque este asunto del consumo local se trata de evaluar opciones y, entre ellas, que se vuelva hábito apoyar el mercado local. De calidad. Incentivar el desarrollo del barrio y eso no excluye tener un teléfono gringo, ver una película gringa o adquirir un producto o servicio gringo. Incluso visitar el tan querido Disneyland.


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Published on January 26, 2017 09:50
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Omar G. Villegas
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