Adiós, don Enrique
Enrique Mario Mayochi, maestro, periodista, historiador, se fue en la madrugada. Tenía 88 años. Consagró su vida al conocimiento de nuestra historia, sabio divulgador de las vidas de José de San Martín y Manuel Belgrano. Admirado por sus investigaciones sobre la ciudad de Buenos Aires. Recordado columnista del diario La Nación, donde también actuó como jefe del Archivo, editor de Cultura y Educación y pro secretario de Redacción. Se jubiló luego de 35 años ejerciendo el periodismo en este diario. Escritor de libros magníficos, entre ellos, la Historia del barrio de Belgrano y Presencia de José Hernández en el periodismo argentino.
Miembro de varias academias: Nacional Sanmartiniana, Nacional de Periodismo, de Historia de la Ciudad de Buenos Aires, y de Ciencias y Artes de San Isidro. Fue presidente de la Junta de Historia Eclesiástica Argentina. Participó en los institutos nacionales Belgraniano, Browniano y Argentino de Estudios Artiguistas. También presidió la Junta de Estudios Históricos del barrio porteño de Belgrano.
Antes de haber sumado todos esos galardones y muchos premios y distinciones culturales, fue Maestro Normal Nacional, Profesor en Letras y Director de la Escuela Nacional de Comercio Nº 8. Llevaba a los estudiantes en subte charter (porque los vagones se poblaban exclusivamente de los los chicos de la escuela) a recorrer la Plaza de Mayo y sus alrededores.
Lector, voraz, dedicaba la mañana al diario y luego pasaba a los libros. En menos de dos días, leía una obra de unas doscientas cincuenta páginas. Poseía una memoria envidiable. Y una generosidad inmensa. Quienes tuvimos el orgullo de tratarlo, hemos recibido lecciones inolvidables. Su lucidez, durante las charlas sobre temas de historia y política, causaba admiración. Bastaba hacer una nimia consulta y él reaccionaba con el mejor maestro. Nos ofrecía detalles y señalaba su cargada biblioteca, diciendo: “Traiga aquel libro, el tercero de la segundo estante”. Con el ejemplar en sus manos, como un mago lo abría en la página que deseaba buscar, tocaba un párrafo y, con una sonrisa, nos lo pasaba, mientras aclaraba: “Lea, ahí está la respuesta que busca”.
Vivió en la calle 11 de Septiembre, en el corazón del barrio de Belgrano. Y aún vivirá en sus libros y en la memoria de quienes lo conocimos y lo abrazamos, agradeciéndole, genial maestro, todo lo que nos ofreció. Un abrazo, don Enrique.
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