UN TOQUE MEJOR

La primera es fácil. Una obra de Ed Brubaker y Sean Phillips a esta altura ya equivale a un festival del elogio. La única incertidumbre que me despertó la lectura del Vol.2 de Sleeper fue cómo carajo tardé tantos años en conseguirlo y leerlo, con lo mucho que me había gustado el Vol.1. Y claro, me acordaba poco de aquellos primeros 12 episodios pero rápidamente Brubaker y Phillips me pusieron en clima. Me llamaron la atención varias cosas: lo estirado que está el argumento (y aún así el guión se hace entretenidísimo); la perfecta integración al universo superheroico de WildCATs, Gen13, Team 7 y demás precariedades noventosas creadas por Jim Lee y sus esbirros; el episodio en el que Brubaker saca el foco de Holden Carver para centrarse en Miss Misery, un tratamiento glorioso para un gran personaje secundario; lo poco que importan los superpoderes en general, en el conetxto global de la trama; y obviamente el final, que no es para nada el que uno se imagina mientras transita la obra.
Por supuesto el dibujo de Phillips es excelente y –si bien la labor de los coloristas es más que correcta- no puedo dejar de imaginármelo en blanco y negro. Acá el inglés arriesga fuerte con la puesta en página y logra secuencias realmente innovadoras, de notable belleza y una fuerza imponente. El garche de la página 184, por ejemplo, está narrado de una forma tan original y tan linda que Jim Steranko todavía debe estar aplaudiendo, aunque la historieta sea de hace 10 años. En fin, si te cebaste mal con Fatale, Criminal, The Fade Out o cualquier otra obra de la dupla Brubaker+Phillips, animate a rastrear su trayectoria hacia atrás, y cuando llegues a Sleeper, entregate a una historieta poderosísima.

Me da la sensación de que la historia más interesante es la que Robin apenas sugiere, la de Diego, el español que se pierde entre los aborígenes y vive con ellos durante años hasta que Dago y los suyos lo encuentran. Y aunque se precipita un poco, me gustó el final, porque al héroe, al grosso, al hiper-pulenta, al que gana de visitante en todas las canchas, lo tienen que ir a rescatar un puñado de personajes secundarios, de esos que llegaron al final del tomo casi de milagro. A Dago le alcanza la chapa para sobrevivir (con lo justo) en EEUU, pero no para volver entero a Cuba y ahí es donde Wood le levanta el perfil a Villagrán y a otros españoles “menos malos” que habían soldadeado al veneciano y a De Soto a lo largo de todo el arco argumental.
La Fuente de la Juventud no entra ni por casualidad al podio de las mejores sagas de Dago, pero bueno, tampoco es un bofe ni mucho menos. Y los dibujos de Carlos Gómez son monumentales, como siempre, con calidad de sobra para que te quieras comprar el tomo sólo para babearte con la faz gráfica que es magnífica. A Gómez lo sacaron de la Europa medieval y lo tiraron en el medio de la América cuasi-virgen. Para sorpresa de nadie, el tipo la rompió de Perú al Mississippi, del Amazonas a Cuba y en todas partes ganó la belleza, la destreza, el virtuosisimo, la dedicación de un dibujante superdotado, que además deja la vida en cada viñeta.
Tengo más libros leídos, pero estas reseñas me quedaron largas, así que guardo para más adelante.
Published on November 21, 2016 18:14
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