La duplicidad del adiós

Hay palabras que no tienen un significado positivo. Que directamente marcan con una nota clara la inevitabilidad de su definición, como la muerte. Y hay palabras que son ambiguas, que dependen de la situación, de las consecuencias o de quién las diga.


Esto es lo que ocurre con la palabra adiós. Es confusa, indeterminada, imprecisa. Puede resultar ser un hasta luego o un no nos volveremos a ver jamás. Y ese miedo es el peor que alguien pueda sentir, el de la incertidumbre. Porque siempre cuando se piensa en el dolor, es más intenso en nuestra imaginación que cuando en realidad se siente. La mente nos tortura y nos pone sobre los hombros el peso de la culpa. ¿He dicho o hecho lo posible por darle  a esa palabra la connotación menos tajante? ¿Ha quedado claro que no quiero que sea un adiós definitivo?


Y, aunque a veces se haga todo lo posible. Es la vida quien tira del hilo de las despedidas y vuelve fulminante su definición. Por mucho que quieran las personas. Por mucho que hagan. A veces el adiós se impone como una barrera imperturbable, como la única y descorazonadora solución.

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Published on October 18, 2016 04:00
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