La vida está en donde está la libertad. (2da Parte).
LA VIDA ESTÁ EN DONDE ESTÁ LA LIBERTAD (2da Parte).
Cuando una persona cita a un escritor sin leerlo me hace recordar aquel chiste donde dos prostitutas habían sido invitadas a un picnic, y una le pregunta a otra: "Oye, a propósito, ¿qué cosa será el piquiniqui ese?" y la otra le responde: "No lo sé, pero lávate el bollo por si acaso". Yo, como saben, prefiero a las putas antes que a los intelectuales de izquierda. De hecho cuando me las he dado de intelectual he metido la pata, porque lo mío es el burdel. Ellas no se andan con tanto rodeo y cobran kash, tampoco necesitan citar a nadie à tort et à travers, ya que son simple y llanamente putas, y en el ambiente sabido es que las putas hablan lo menos posible. Casi siempre tienen la boca ocupada.
En otro orden de cosas, cuando uno cita a un escritor e impone enseguida una frase propia emanada y extraída del contexto de la obra del mismo, lo hace por varias razones: sea porque quiere equipararse con el escritor, sea porque desea rebajarlo a través del concepto que se quiere imponer. La obra de Milan Kundera no padece de conceptos, gracias a dios, es una obra directa porque lo que se cuenta ha sido filtrado a través de la propia vida, y en ella incluyo, su cultura personal, y su pasado y sus desgarramientos, por supuesto. Me refiero a Kundera, aunque podría haber citado el ejemplo de Alexandre Soljenitzyne, pero sigamos con el autor de La insoportable ligereza del ser.
Por cierto, es de una ligereza tan insoportable que se siga pensando que los cubanos deben ser engordados por el exilio mientras el ser cada vez se desangra más por falta de libertad, lo que sería la Teoría de la Calderilla eterna. Calderilla para criarle panza a los dictadores y sus secuaces, para que sigan haciéndose millonarios a costa del pueblo, ¿y la libertad? Como la malanga, desaparecida. ¿Cuánto más, 52 años más? ¿Y qué quieren, que el exilio siga trabajando para cebarlos y para colmo se sigan vendiendo como que ellos son los que valen y no nosotros, porque nos fuimos? Pues si quieren comer que se alcen, se liberen y trabajen, que en lugar de sembrar espías siembren boniatos, como mismo dice una querida amiga mía.
Los exiliados pusimos el cuerpo allá y es la razón por la que tuvimos que exiliarnos –hablo de los verdaderos exiliados, los que han dejado constancia, y no de los pacotilleros de comparsa-, porque las razones del exilio son las que todavía nadie quiere reconocer como razones ciudadanas, las que nos impusieron allá, enfrentándonos entre nosotros; y sin internet, sin twitter, sin la prensa internacional cubriéndonos cada vez que nos tiráramos un caprichoso pedo y sin medio millón que nos amparara. Los exiliados también hemos puesto el cuerpo aquí. Hemos tenido que aguantar vejaciones, presiones, que nos aparten de los trabajos, que nos nieguen puestos para los que nos hemos preparado, y todo eso por ser cubanos anticastristas, hasta que nos empujen en una parada de bus, que nos golpeen y nos escupan mientras damos conferencias. Conferencias que nadie nos paga, conferencias que brindamos por amor a nuestro país y a nuestra cultura, y con el objetivo de que se conozcan los nombres y los rostros de los opositores dentro de la isla, de aquellos que supuestamente están jugándoselo todo por la libertad.
Los exiliados, para colmo, hemos debido aceptar que esos cubanos de nuevo diseño vengan a restregarnos en la cara que ellos sí pueden regresar a Cuba, entrevistarse con quiénes quieren, ser premiados, condecorados, recibir la nacionalidad francesa o española como si se bebieran un buche de ron, y además alardear de que a ellos no los dejarían salir si no se comprometieran a regresar.
Yo no quiero un embargo para Cuba, no, yo quiero un bloqueo férreo, como mismo le hicieron a Suráfrica y a Chile, después de tanto esperar: 52 años de mi vida, lo que quiero ahora mismo es que, en lugar de tantas cartitas para hacerle el juego a los de la ultraizquierda comunista millonaria, se redacte y se envíe una Carta con todas las de la ley, y con la fuerza moral que nos da la masacre del Remolcador 13 de Marzo, el derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate, el asesinato de Boitel y de Zapata, entre tantos otros crímenes cometidos por la dictadura, y esa Carta, que debería ser firmada por la mayor cantidad de cubanos exigiría a la ONU que los criminales Castro sean llevados a La Haya, frente a un Tribunal Penal Internacional. Las condiciones para que esto suceda tenemos que abogarlas nosotros y también aquellas personas que siendo famosas poseen las vías para que esa petición sea escuchada. La unión que debería conseguirse tendría que ir en ese sentido, en lugar de plantearnos el problema como un asunto doméstico de ponerle el pan de piquito enchumbado de dólares y euros en el gaznate abierto de los eternos gorriones que pían, pían, pían, cualquier idiotez por la que serán abundantemente remunerados por parte de la ultra izquierda comunista.
En Cuba han existido diferentes enfrentamientos en contra del castrismo, no reconocerlo es de miserables. Ignorar que durante 7 años existió una guerrilla anticastrista en El Escambray es de brutos. Afirmar que El Maleconazo fue una crisis en la que lo único que se perseguía era irse del país es de mezquinos, además de haber olvidado a tanta gente que fue golpeada, torturada, detenida y encarcelada; pero peor aún es negar el enfrentamiento que durante años lleva una gran cantidad de grupos opositores dentro de Cuba, quienes no han esperado a ser estrellas en el firmamento internacional de la prensa izquierdosa norteamericana y española del peor gobierno que ha tenido España en su historia, para hacer su trabajo de periodistas, de disidentes, y de opositores, porque ellos lo realizan desde hace más de treinta años, y sin ayudas de ningún tipo, habiendo perdido sus trabajos, con hijos a los que reprimen y avergüenzan en las escuelas, y viviendo prácticamente como indigentes.
No puede nadie venir a mí a hablar de cambios en Cuba si no habla primero de libertad y de democracia. Y esa libertad y esa democracia –que conocemos los que estamos fuera- también la merecen los cubanos de la isla, y las vías para conseguirla los exiliados sabemos dónde y cómo hallarla a través de elecciones libres, porque lo hemos vivido y hemos participado, porque salimos a buscarla y a batirnos por ella, y hemos trabajado en tierras extrañas aportando lo mejor de nosotros para que no fenezca, ni nadie nos la arrebate.
Y así y todo hemos debido habituarnos a que nuestra casa está en nuestros pasos, en nuestros viajes, en nuestros sueños. Que como el personaje de Xavier de La libertad está en otra parte de Kundera: "su casa estaba en donde se habrían horizontes desconocidos", y que para un exiliado el único viaje posible, ya no es, como dice Konstantino Cavafis en su bello y doloroso poema, ni siquiera el regreso a esa Itaca, la tierra que dejó ser la que dejamos un día, sino el viaje que se hace de un sueño a otro, de un paisaje a otro, como escribió a Kundera.
Negarnos incluso esa posibilidad de soñar con la verdadera libertad de Cuba, y ponernos como meta restrictiva un cambio light con el castrismo, resulta de una bajeza infernal, y de una cobardía muy parecida a aquella que se vivió en Francia por parte de los colaboradores del gobierno de Vichy, y de los que se amansaron con Stalin hasta el último momento, y posteriormente con los soviéticos y el comunismo del Este, hasta que se cayó el Muro de Berlín, que si recordamos bien, se cayó a palo limpio, a pedrada limpia, y no dándole besitos y un quiero al muro.
Si alguien se niega a meter el cuerpo en eso, entonces que le dejen el paso a otros, que se retiren, y que no rebajen la realidad de lo que quieren los cubanos de a pie a sus frecuencias e intenciones individuales, sobre todo cuando ya se ha dejado de ser un cubano de a pie para engrosar las filas de los picaros. Y que no sigan vendiéndose como los únicos posibles mediadores entre el castrismo y… el castrismo, frente a un gobierno que nunca ha hecho nada por la democracia en Cuba, como ha sido el norteamericano, que bastante que se ha burlado del cubano y de Cuba admitiendo y permitiendo frente a sus propios ojos lo inadmisible. Con mediadores como los que tenemos no alcanzaremos jamás el sueño de una Cuba libre, porque a esos mediadores no les interesa la libertad, lo que les interesa es seguir viviendo del cuento del cambio y de la reconciliación de la familia –la que dividieron los Castro- para poder llenarse los bolsillos a costa de la vida de nosotros y del dolor ajeno.
Zoé Valdés.
Filed under: Economía, Política, Sociedad Tagged: Alexandre Soljénitsyne, Castrismo, Cuba, Milan Kundera, Zoé Valdés








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