La vida está en donde está la libertad. (1ra parte).
LA VIDA ESTÁ EN DONDE ESTÁ LA LIBERTAD (1ra parte).
Zoé Valdés.
Milan Kundera escribió La libertad está en otra parte (leído en francés como La Liberté est ailleurs) cuando todavía escribía en checo, hoy prefiere el francés, aunque su lengua sigue siendo el checo, y seguramente continuará escribiendo en su idioma materno. Esa facilidad e innegable ventaja de ser bilingüe se la dio el exilio, y una vasta amplitud de pensamiento y de sentimientos que le procuró vivir en libertad.
Muchas personas han tenido que elegir el exilio porque no les ha quedado más remedio, sobre todo escritores y artistas, periodistas y personalidades, quienes después de haber realizado una obra que ha molestado profundamente a sus represores y verdugos se han visto obligados al exilio o no les han permitido regresar a su tierra. Se trata de personas que llevaban construyendo su propia verdad a través de la palabra, de la creación, de la obra de arte. Y que jamás hicieron de ello un pretexto para que se les denigrara como traidores, o por el contrario se les encumbrara como opositores. No, su escritura, su obra, documentaba y testimoniaba más que de la verdad, o de una parte de la verdad, la suya.
La vida no puede estar donde un artista verdadero, un auténtico escritor, no puedan crear, y no puedan expresar libremente sus pensamientos. Eso fue lo que hizo que Kundera, entre tantos otros creadores, tomaran el honesto y digno camino del exilio, pasara lo que pasara, costara lo que costara. Hay una grandeza enorme en ello, un esfuerzo tremendo, y un dolor profundo y justo, aunque inmerecido.
Cada día me siento más honesta al haber elegido vivir en el exilio, porque cada día aprendo más y cada día debo esforzarme más, indagar más me obliga a crecer, lo que me permite ser mejor ser humano, más culto, más consciente de que aquellos consentidos nacionalismos dejados atrás, y conceptos tales como los de que la vida sólo está en Cuba, en la actual o en la inexistente, forman parte de una indigencia cultural y de una debilidad de inteligencia horrendos, porque corrobora lo que ha siro tan cuestionado y criticable, que la gente que vive en Cuba no hacen más que repetir como cotorras o robots frases hechas, sin siquiera leer la obra que soportan esas frases, sin respetar la vida y el sacrificio de los exiliados. ¿Y saben por qué? Porque piensan todavía con el ombligo, y porque creen que la vida sólo puede estar en esa Cuba que ellos solos podrán cambiar, ¿con la ayuda de quién? De los comemierdas exiliados en el mejor de los casos, en el peor con la colaboración con los comunistas que a la larga son los que le pagan la electricidad, los alquileres, y le llenan la barriga de consignas bobas. Desembarazarse de eso, y empezar de cero no es fácil, se necesita muchísimo coraje y cerebro.
En La vida está en otra parte, de Milan Kundera, el pintor dice: "Lo peor, no es que el mundo sea libre, sino que el hombre ha desaprendido la libertad… Si no podemos cambiar el mundo, cambiemos al menos nuestra propia vida y vivámosla libremente… Si toda vida es única, pensemos en las consecuencias…" He aquí una de las claves de ese entrañable libro publicado en 1973, pero para conocerlas, hay que leer y no citar a ciegas con el objetivo de que la gente crea que uno piensa culto, bonito, y "apreparado".
En un cierto momento de la vida uno sabe que al final sólo quedará el conocimiento, y una tumba, el mar o un búcaro, para que las cenizas reposen simbólicamente. El conocimiento todavía continúa y continuará existiendo refinado e inmortal a través de los libros que enriquecen espiritual y filosóficamente y no técnicamente a la humanidad, de eso son conscientes los más encumbrados expertos en tecnología de la más rabiosa tecnocracia actual, porque en cualquier caso, ¿por qué todos se arrebatan por devenir escribidores de libros, que no escritores, en vez de seguir con sus herramientas y la espalda encorvada sobre sus propios "inventos", muchas veces salidos de la mente de un escritor? Como fue el caso de Julio Verne, que ha inspirado a unos cuantos científicos, y a más tecnócratas. Así es, lo otro forma parte de un futuro incierto de una humanidad inverosímil, y en cuanto a las cenizas, verdaderamente, da igual en donde reposen, si en el fondo de la tierra, en el aire, o en el mar; son sólo cenizas, polvo, y el espíritu sopla donde quiera.
Uno de los personajes de Kundera, Magda, se encuentra con que su novio ha sido capturado por la Gestapo, y en pocas horas lo matan, los padres del joven no recibieron las cenizas ni supieron jamás dónde estaban los restos de su hijo. Así que quedarse tampoco garantiza que en el futuro, las cenizas de un ser querido, en la ocurrencia, el hijo, sea salvado. El exilio cambia esa perspectiva, que no quepa la menor duda. Y muchos de los que nos hemos exiliado lo hemos hecho, y hemos luchado a brazo partido, para brindar un mejor futuro a nuestros hijos. Lo que yo encuentro encomiable y muchísimo más digno que haberse quedado en Cuba dependientes de egotismos desmesurados.
Zoé Valdés.
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