Vía X: simplemente tele
A veces parecían pesadillas. Las imágenes que Gonzalo Frías ponía en pantalla en 7º Vicio eran extrañas, inquietantes y casi siempre inesperadas. Ahí, canciones de Fantomas aparecían musicalizando esa vida de Cristo que filmó Mel Gibson en clave gore; o viejos hits de Mr. Bungle se combinaban con fragmentos de olvidadas cintas de brujas; o simplemente Frías miraba a la cámara y empezaba algún monólogo delirante, lleno de odio o rabia o ternura o nostalgia sobre algún tema. Frías era intenso al punto de parecer a veces perdido, pero hablaba de cine como si se arrancara el corazón con la mano porque para él no había otra cosa en el mundo.
Recuerdo a Frías y a 7º Vicio (que partió en 1998 y sigue hasta hoy) porque es imposible no pensar en ellos ahora que VTR sacó de su parrilla a Vía X, el canal de cable chileno que lo transmitía. Se trata de una decisión compleja porque, más allá de las razones esgrimidas por VTR y el impresionante perjuicio que supone en términos laborales y humanos (se calcula el despido de 150 personas), el canal cumplía una función relevante en el contexto de la industria televisiva nacional: Vía X partió como un canal de música y luego evolucionó hasta adquirir densidad e identidad propia. Sí, una cantidad importante de gente salió muy mal o peleada de la estación y, por supuesto, algunos programas eran lamentables e inverosímiles, pero fue ahí donde una colección interminable de rostros se fogueó (de Villouta a Franzani, pasando por Humberto Sichel y Natalia Valdebenito) o resucitó (con el profesor Rossa convertido en un capo cómico del humor más vulgar); o donde el stand up, que arrasó en Viña este año tuvo su primer desembarco en serio. Más: cuando Jaime de Aguirre fue despedido de Chilevisión, fue en Vía X donde trató de resucitar Tolerancia 0 -con el programa Alerta Temprana- y fue Campo Minado el espacio que hizo explotar al senador DC Jorge Pizarro luego de que ahí se mofaran de que su fanatismo por el rugby era tal que había sido capaz de dejar a botada a su región, destrozada por los aluviones, con tal de irse a ver un mundial a Inglaterra.
En una televisión donde las ideas más vanguardistas son comprar teleseries turcas al kilo, estirar los reality shows hasta hacerlos perder toda coherencia y explotar las cámaras ocultas como fantasías de pánico social, Vía X representaba una alternativa a escala humana y le proveía un respiro para el espectador. Sabías que estaba ahí. Sabías que había gente real hablando de cosas reales porque era un lugar al que podías llegar cuando la estulticia de los canales abiertos se volvía intolerable, cuando estabas cansado de las series, cuando decidías huir de Netflix o HBO, o simplemente querías ver tele tal y como la habías visto desde siempre: como un espacio diverso y lleno de imprevistos, construido sobre material confuso y real. De este modo, Vía X era el último canal de televisión verdaderamente chileno que quedaba en el cable pues salía a la búsqueda de lo nuevo (la comedia, la movida coreana, el debate político, el rock nacional) a pesar de que muchas veces tuviera que boxear con su propia sombra. Pero el esfuerzo tenía sentido pues gracias a eso, podía irse por las ramas o entrar en territorios complejos con programas que subsanaban de modo inteligente la falta de recursos, lejos de la esclavitud y los clichés de la búsqueda frenética del rating.
Por eso resulta triste que VTR saque la señal del aire -seguirá en los cableoperadores Movistar y Claro-. La tele abierta ya no opera así. Está tan preocupada por tener éxito o salvarse a sí misma que para ella el espectador es solo un número, una idea abstracta, acaso una voz que opina en un focus group. Lejos quedan las alucinaciones de Frías, esa idea de que no había separación entre él y los objetos que relataba, como si el cine fuera un apunte sobre su propia biografía que el mismo escenificaba como una pesadilla o una crónica desquiciada; algo que Vía X exhibía felizmente desde hace tanto tiempo como un ritual o compartido por una comunidad invisible, al modo de un sueño suelto en medio de éter.
Álvaro Bisama's Blog
- Álvaro Bisama's profile
- 98 followers

