POAW - Cap. 20 - Parte 2



Adam me tomó del brazo y me llevó dentro de la bonita casa, procurando sostenerme de la cintura cuando parecía que daría un mal paso por forcejear con él y querer zafarme de su agarre.
—¡No seas cavernícola y suéltame!
—Tenemos que hablar —dijo en voz baja. Logró hacerme entrar hasta la sala y luego me soltó, esperando que yo tomara asiento en el sofá.
Pero quise ser obstinada y me quedé de pie.
—¿Hoy sí sientes deseos de hablar? Porque te recuerdo que cuando quise hablar contigo, tú me dijiste que preferías dormir en la habitación de Rosie. Cuando me preguntaste si eras el padre del bebé que espero, no dudaste en lanzarte en mi contra.
—Soy un estúpido, lo sé.
—No, la palabra estúpido te queda pequeña.
—De acuerdo, me merezco que me coman vivo. Lo acepto.
—Eso es poco. Mereces que alguien meta tu pie en tu trasero... y luego te devoren vivo.
—Nena...
—No estoy de ánimos como para que me digas nena. Y además, ¿de quién es esta casa en la que estamos?
Adam bajó la mirada, luciendo un poco arrepentido.
—¿No me digas que es de esa tipa? —le advertí—. ¿Estamos en casa de Rosie?
Él se apresuró a negar con la cabeza.
—Esta propiedad la alquilé para los dos. Se suponía que iba a ser una sorpresa y que pasaríamos una semana extra de luna de miel. Es para no tener que estar en el hotel todo el tiempo. Además planeé invitar a toda la familia para que disfrutaran unas vacaciones con nosotros para la siguiente semana. 
—Fue un bonito gesto, lástima que lo arruinaras todo eligiendo a zorras de pechos caídos antes que a mí.
—Rosie no es una mala persona, ella...
Levanté un dedo de forma amenazante.
—Ni se te ocurra nombrar a Rosie y "no es una mala persona" en la misma oración. ¿Acaso estás ciego? ¿No leíste nada de lo que te reenvié? ¡Tu amiguita está que moja los calzones por ti!
—No era necesario ser tan descriptiva, nena...
—Nada de nena. Se acabó esto Adam, se acabó todo. Ahora deja que el traidor de allá afuera me lleve a una estación de buses, me voy a casa y ni se te ocurra detenerme.
—En primer lugar, Anna, ya no necesitas al cabrón ese para que te lleve, además creo que él se está yendo justo ahora —señaló en dirección a la ventana, donde el auto de Diego comenzó a alejarse en la carretera. Sagitario traidor—. En segundo lugar, Rosie me juró que no te envió esos mensajes.
Esto era el colmo.
Terminé de ver cómo el auto de Diego desaparecía a final de la calle y luego me giré hacia Adam, llevándome las manos a la cadera.
—Por supuesto —dije de forma sarcástica—. Te creo, ella se ve tan pura y transparente, incapaz de engañarte.
—Me explicó que quiso ponerte celosa y que sí, quería que sintieras celos por mí. Nada más.
—Pues ella hizo una actuación formidable.
—Yo le advertí que no se volviera a meter contigo, con nuestra relación... Pero ya no sé qué creer.
—Obviamente a mí no me creerías, esa confianza se la das a Rosie.
—Por favor no te enojes. ¿Comiste algo? Puedo prepararte lo que quieras, solo trata de no exaltarte mucho, estás embarazada.
—Oh, por supuesto, ahora sí recuerdas ese pequeño detalle —dije de forma sarcástica.
—Créeme, si me entero que en verdad fue Rosie la que escribió todas esas horribles cosas, yo me aseguraré de darle una lección.
—¿Y todavía dudas que ella escribió los mensajes? No puedo creer lo ciega que estuve al enamorarme de ti. Ahora, si me lo permites, no me pienso quedar ni un segundo más aquí.
Di media vuelta pero casi al instante la mano de Adam se estaba cerrando sobre mi brazo. Sus dedos se clavaron en mi piel, provocándome calor y un malestar que sólo un hueco en el corazón era capaz de crear.
—Annabelle.... No lo hagas. No huyas.
Su pecho se pegó contra mi espalda, su mano fue bajando y se colocó sobre la mía.
—Te creo, nena. Perdóname. Es difícil para mí poder lidiar con la culpa. Discúlpame por enojarme tanto... por cegarme de esa forma.
Negué rápidamente con la cabeza.
—Este es un juego de nunca acabar —murmuré.
—Jamás cambiaría lo que tengo contigo, ni en un millón de años —susurró en mi oído, su mano acariciando mi barriga—, ni por todos los venados del mundo cambiaría el haberte conocido. Eres la única que ha logrado comprenderme, serme sincera y entenderme a la perfección.
—Pues últimamente ese radar falla muchísimo. Puede que te entienda pero no sé leer las mentes; necesito que te comuniques conmigo, que... —suspiré al pensar en lo siguiente—, necesito que no existan secretos entre tú y yo.
Los labios de Adam se posaron en mi cuello, mi piel se erizó al instante.
—¿Quieres que te siga enviando mis secretos, así como lo hice hace un tiempo atrás? Recuerdo haberte contado de mi primer enamoramiento por mi nana.
Rodé los ojos. Adam siempre lograba desviarse del tema con una facilidad impresionante.
—¿Quieres saber los míos? —dije con desprecio—: detesto a tu "amiga" Rosie. La odio como jamás creí que odiaría a alguien. Tampoco me gusta que le ponga Noah a su hijo... Ella no debería usar un nombre que signifique tanto para nosotros. ¿Por qué no le pudo poner otro?
—Bien, con respecto a eso, logré que cambiara el nombre —Adam sonó triunfante al decirlo. Me di la vuelta, aún entre sus brazos, y lo observé con atención—. Hablé de eso con ella y de lo mucho que ese nombre significaba para nosotros. Aceptó cambiarlo.
—¿Así de simple?
—Exacto.
—¿Cómo le va a poner a su bebé ahora?
Se encogió de hombros, evitando mirarme directamente a los ojos.
—Por favor Anna. Perdóname y habla conmigo.
—¿Y qué se supone que hacemos justo ahora? ¿Dormir?
—Necesito saber que no te he perdido y que todo está bien. Admito que soy un inmaduro que no sabe cómo lidiar con las cosas.
No le respondí nada y él aprovechó mi silencio para tomarme de la barbilla y darme un profundo beso.
Su lengua se abrió camino en mi boca y una de sus manos sujetó mi cuello, buscando nuevos ángulos para su lengua.
Me separé para tomar aire, sus besos me dejaron mareada.
—Te haré pagar lo mucho que me dolieron tus palabras —lo amenacé.
Él sonrió y besó mi mejilla.
—No me gusta estar enojado contigo —besó mi otra mejilla—. Soy un imbécil, yo pensé que Rosie era sincera. Sé que no quieres escucharlo pero estoy seguro que ella no es así de mala... jamás lo ha sido.
Torcí el gesto y Adam se apresuró a besarme en la nariz.
—Lo siento. No volveré a hablar de ella. Perdón.
—La verdad es que lo que más duele es que la hayas besado... Independientemente si fuiste tú o no quien inició el beso.
—Rosie nunca me provocará el millón de emociones que tú me provocas con tan solo parpadear en mi dirección. Soy el idiota con más suerte en el mundo. Ahora, por favor, ven conmigo a la habitación; dejaré tus cosas y puedes descansar. Solo no me dejes... Necesito arreglar esta luna de miel.
—Eso es algo muy difícil de lograr en estos momentos. Me siento furiosa contigo, me siento mal y no creo que lo nuestro vaya por buen camino.
—Déjame regresar a los viejos tiempos entonces…
Negué con la cabeza y él aprovechó para pegar su frente contra la mía.
—Por favor —susurró—, contrario a esos libros de alienígenas sexys que tanto amas leer, soy humano común y corriente que comete errores.
Suspiré, cansada de todo.
—Desearía que tus cambios de opinión se debieran a que eres de otro planeta. Pero no, tu bipolaridad no tiene remedio.
—Ven conmigo, nena —extendió su mano y, al igual que Eva con el fruto prohibido, la tomé ante todo pronóstico; luego asentí con la cabeza y dejé que me diera un último beso en la mejilla.
—De acuerdo —afirmé lo que ya sabía—. Te perdono pero tienes que asegurarte de saber recompensarme mucho. Más de lo normal.
Me sonrió como un niño. Como si acabara de mirar a su juguete favorito y este juguete le diera permiso de jugar con él. Probablemente eso era para él: tan solo un juguete más para su colección pero en esos momentos no me importaba.


Para cuando llegó el anochecer estaba tan llena por toda la comida que Adam tenía preparada y que nunca paró de salir mientras hablábamos hasta pasar las horas. Colocó mi ropa en los percheros y se aseguró de que tomara un baño en la enorme bañera del baño.
También acepté dormir con él, juntos otra vez en la misma cama. Sonreí al verlo caer rendido sobre una pila de almohadas y esperé hasta que su respiración se normalizó.
Dejé a un lado el libro que estaba leyendo y, sin hacer mucho ruido, tomé todo lo que pude del armario de ropa y lo metí dentro de mi maleta.
Acomodé todo en el baño y comencé a caminar a hurtadillas por la casa.
En cierta manera este juguete en particular se cansó de jugar siempre a lo mismo.
Rebusqué entre los bolsillos del pantalón de Adam y saqué unas llaves de la casa y de su auto. Las tomé y me moví sigilosamente mientras huía por segunda vez en esa semana.
Esta vez me perdería hasta que no me pudiera encontrar.
Y no me importaba si pensaba que estaba siendo inmadura. La realidad era que estaba tomando el control de mi vida, al menos por unos instantes.
Antes de irme le dejé una pequeña nota sobre la mesa del comedor, escrita en un viejo recibo que encontré entre mis cosas.


"Secreto # 1 de Anna: vas a ser padre de gemelas"


Y como el recibo era pequeño, continué en otro papel que dejé exactamente a la par, con el próximo secreto:


"Secreto #2: Yo tampoco sé si casarnos fue una buena idea. Es obvio que siempre estuvimos destinados a sabotear nuestra relación"


Y con eso abrí sigilosamente la puerta y dejé de pretender que todo era perfecto.
Me subí en el auto de Adam lo más silenciosamente que pude y me alejé con un destino en mente.
Esta vez haría las cosas bien, no dejaría que jugaran conmigo nunca más. Y amaba a Adam, pero era hora de que aprendiera la lección de la manera más dura.

Quizá ambos deberíamos aprender lecciones.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on May 03, 2015 20:08
No comments have been added yet.


Lia Belikov's Blog

Lia Belikov
Lia Belikov isn't a Goodreads Author (yet), but they do have a blog, so here are some recent posts imported from their feed.
Follow Lia Belikov's blog with rss.