Un millón de gusanos - Rogelio Flores




Un millón de gusanos(Resistencia, 2015) es el cuarto libro publicado de Rogelio Flores, acreedor del IV Premio Lipp de Novela. Sus libros de cuento Rocanrol suicida y El diablo no existe forman parte del blog en entradas previas.



Momento de la premiación


Escrita en tercera persona y construida con un lenguaje cercano, ingeniosos juegos de palabras y diálogos precisos, esta historia ilustrada está dividida en dos partes, imitando un casete: el Lado A y el Lado B. Un millón de gusanos es el relato fiel (y con tintes autobiográficos) en poco más de 200 páginas de un adolescente «gótico» en la Ciudad de México de los años 90. Román, con el cabello teñido de negro y exceso de laca, párpados maquillados en tonos oscuros y abrigos largos y negros —indumentaria bajo la que la sensibilidad y el amor por la vida reverberan y tratan de explotar—, experimenta a la par sentimientos tan disímiles como el primer amor pasional o el duelo por su hermano gemelo fallecido tres años atrás.
Flores utiliza como escenario infinito a una ciudad con tantos matices como habitantes y tan asombrosa como absurda en donde los nombres, más que referirse a calles, avenidas o lugares específicos, evocan recuerdos que se van acumulando como los años. Su abuelo y Berenice, su «Glampiresa de la Anzures», son dos de los personajes más emblemáticos.
A pesar de cualquier diferencia entre la generación de Román y las de los lectores, sus primeras experiencias de juventud son, en su mayor parte, las de todo veinteañero. Derrotas y triunfos que parecen insuperables, satisfacciones, placer y dolor vividos intensamente porque no hay punto de comparación aún, porque son las primeras cicatrices (visibles o no) que dejarán rastro y que, con el tiempo, convertirán aquel dolor en alusiones al pasado imposibles de olvidar.
Lo mismo que un casete grabado de manera aleatoria según se sucedían canciones específicas en el radio durante diferentes momentos —que incluso quedaban mutiladas, incompletas o superpuestas, formando un extraño collage de timbres y voces—, Neruda y Poe, Elvis Presley y José Alfredo Jiménez, Mauricio Garcés y Vincent Price, la Anzures y Garibaldi, el Tianguis Cultural del Chopo y la Roma, Timbiriche y Bauhaus, Caifanes y Joy Division convergen aquí en una vorágine de sentimientos y emociones experimentados por primera vez con la inocencia de la ingenuidad o con el arrojo otorgado por el alcohol o los narcóticos.
Aquellos eran los tiempos en que, para escuchar la misma canción en repetidas ocasiones, deb Youtube o deesidad innata, al ofrecer a inteañero.ado pier y dolor ifuminan en el pasado, son siempre las que moldean nuestro sía grabarse una y otra vez a lo largo de todo el casete. Actualmente, la tecnología ha simplificado esta fijación —una necesidad innata, un ejercicio mental de experimentar placer al predecir la letra o los tonos que se escucharán a continuación—, al ofrecer el botón de repeat en Youtube, iTunes o cualquier reproductor de audio digital, de ahí que el propio acto o ritual de escuchar música haya perdido un poco de su encanto, como sucede al remplazar la lectura física con la digital, pues se pierde parte de la acción táctil y visual que la complementan. 
Flores demuestra que la experiencia musical, al igual que la literaria o sentimental, agregan la ornamentación necesaria para poder sobrellevar la existencia, para afrontar o profundizar determinadas situaciones e incluso, si es necesario, evadirlas. El cariño y el odio, la lealtad y la traición se manifiestan aquí como pares aparentemente inseparables y, cuando uno de los dos abunda, es porque no tarda en llegar su opuesto.
En las primeras páginas del Lado B, el autor lanza una pregunta que debería ser una afirmación: «¿El amor nos convierte en mortales, nos hace cobrar conciencia de nuestra muerte?» Sí, el amor nos hace vulnerables, nos vuelve conscientes de nuestra propia debilidad. Un millón de gusanos es, pues, una sensible retrospectiva carente del complejo de la Edad de oro, en la que se afirma que todo tiempo pasado fue mejor, así como un recordatorio de que siempre, aún en las circunstancias más adversas, llegará el cataclismo necesario que acomodará todo de nuevo en el lugar indicado.



Entrevista realizada por la Revista de la Universidad de México en 2014


Pueden adquirir el libro en El Péndulo o en la página de la editorial, y también escuchar el playlist en Spotify que creó la misma editorial.
Para finalizar, transcribí algunas de mis frases favoritas de la novela:
“…nada es eterno y nadie nos pertenece.” p. 19
“…toda derrota, por pequeña que sea, es inmensa.” p. 35
“…le resultaba insoportable cuando estaba de muy buen humor.” p. 37
“No supo por qué realmente, pero lloró como quien tiene el interior hecho polvo.” p. 38
“…dejó de llorar tan sólo para tomar oxígeno y esbozar la sonrisa más lamentable de toda su vida.” p. 61
“…esa sería la manera en que Román definiría el amor: una carcajada ligeramente dolorosa.” p. 102
“…era uno más de la tripulación nocturna, condenada al patíbulo del amanecer y la cruda.” p. 113
“La muerte inminente, la muerte certera e implacable, el paso del tiempo.” p. 134
“…la tristeza estaba por ceder paso a un rencor incendiario, edificado en una soledad que no creía merecer y que alguien tenía que pagar.” p. 149

“…ser pendejo, Román, es lo peor que le puede pasar a un hombre.” p. 188
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Published on March 30, 2016 19:56
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