14/ 04: R.I.P. (Best of 1985-2004)

En general, cuando uno se topa con una historieta muda, o sin texto, la encara como un recreo, como una lectura light, como estuvieras toda una tarde viendo una peli atrás de otra y en el medio te meten un corto de la Pantera Rosa. A menos que te toque un recopilatorio de historias cortas del genio suizo Thomas Ott. Ahí estás en el horno.
Sin recurrir en lo más mínimo al lenguaje verbal, Ott se las ingenia para contar una tras otra un montón de historias cruentas, tremendas, desgarradoras, que dicen mucho más que miles de historietas repletas de diálogos y bloques de texto. Este libro reúne 19 historietas cortas, de entre una y 29 páginas, realizadas por Ott entre 1985 y 2004. Todas lo tienen al suizo en el doble rol de guionista y dibujante, excepto una, escrita por David B. (por si faltara algún lujo).
Por supuesto, lo primero que llama la atencíón al abrir el libro es el dibujo. Thomas Ott es un maestro inigualable en la técnica conocida como scratchboard, que consiste en generar las imágenes raspando con cutters, bisturíes o escalpelos sobre una plaqueta de cartón recubierta con tinta negra. O sea que la página de Ott, en su estado puro, es 100% negra y es la magia del autor la que hace aparecer los contornos, las texturas y esos detalles ultra-meticulosos, barrocos, que tanto le gustan a Salvador Sanz, por ejemplo. Una vez que se entiende la técnica, el trabajo terminado de Ott sorprende mucho más. El laburo que tiene cada viñeta es sencillamente estremecedor. Todas y cada una de ellas (incluso las de la historia del payaso, que está armada en una grilla de cuadros muy chiquitos) merecen ser enmarcadas y exhibidas en cualquier museo de arte contemporáneo, porque cada una es una obra maestra. Pero además, Ott las ensambla perfecto, en secuencias alucinantes que nos muestran a esos dibujazos jugando en función de un relato. El suizo no arriesga ni se hace el loco en la planificación de la página: siempre se maneja con grillas convencionales, aunque no repite siempre la misma. Pero en el interior de cada viñeta y en la interacción entre ellas, no esperes nada por debajo de la perfección.
Y bueno, si lográs digerir que todo lo que se ve en la página apareció gracias a que un demente la raspó durante horas con un bisturí, te están esperando 19 historietas de las cuales una sóla (la de México) carece por completo de un guión coherente. Las otras 18 son breves incursiones en el terreno de las pesadillas, de la mala onda, de la ficción de género clásica invadida y podrida por hongos tóxicos. Ott se juega al impacto, a la alucinación pasada de rosca, a la freakeada bizarra más allá de toda convención… pero también propone reflexionar, también intenta bajar línea. El relato más intenso, más al borde de la silla es también el más largo, The Millionairs. Pero a mí el que más me pegó, el que más me cerró y peor me dejó fue Goodbye!, el del tipo que intenta sucidarse sin éxito de varias maneras distintas. Cuando no se pierde en los laberintos del delirio, Ott toca temas jodidos: la guerra, el racismo, la paranoia, la obsesión extrema con la belleza… y además tiene la capacidad de plasmar esos temas con fuerza, pero también con una cierta ironía, con un retorcido sentido del humor que se le cuela en estas pantomimas oscuras y amenazantes.
Podría seguir hablando durante horas y horas de las maravillas que pela en este libro este genio del Noveno Arte, pero realmente me siento para el orto y quiero estar mejor para la presentación del libro, dentro de poquitas horas. Mañana espero estar menos medicado, menos baqueteado y más inspirado…
Published on April 14, 2011 11:59
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