Irak sí, Libia no.
IRAK SÍ, LIBIA NO.
Al mundo de los políticos cada vez les interesa menos el ser humano. El ser humano no interesa para nada, lo que interesa es el petróleo; con lo que está ocurriendo en Libia está más que comprobado.
Francia ha sido el primer y único país en reconocer como gobierno a la oposición libia que se bate en las calles contra Muammar el-Gaddafi –lo que considero un desmesurado error diplomático por parte de Nicolas Sarkozy, pero un acierto humano. Bien, la política y sus analistas dejaron de ser humanos hace mucho tiempo. Los análisis se hacen en blanco y negro, y no hay términos medios en el abanico de colores posibles. Y ahí es donde se falla científicamente, y poéticamente. Sarkozy también desató la idea de que Francia bombardearía al ejército libio y a su gobierno con ataques a la diana (ciblés). No solo nadie lo secundó en la idea, además ningún país se propuso como aliado de ella, para colmo lo han criticado, aislado, y consideran de que en caso de que Gaddafi restituya su poder Francia debe quedar marginada. Lo que se ha apresurado a oficializar Libia rompiendo relaciones con este país.
Sarkozy no es Dominique de Villepin, totalmente antiguerrerista (no uso la palabra pacifista porque ningún político lo es), aunque Sarkozy no es guerrerista, como sí lo fue –en su momento, al parecer Clinton lo ha cambiado- George W. Busch, en tiempos de Irak.
Resulta curioso que los que apoyaron a Bush en su guerra para liberar a Irak de Sadam Hussein, hoy se ofusquen y se sitúen en contra de las revueltas árabes y dejen solo a Nicolas Sarkozy en su propuesta (que tiene mucho menos de loca que en su momento lo tuvo la de Bush, bombardeando a Irak mientras dejaba escapar a los Bin Laden por la puerta trasera del huraco abierto por los terroristas en el corazón de los Estados Unidos, volviendo de este modo al mundo en su contra en menos de lo que canta un gallo), con el pretexto de que el islam dominaría a esos pueblos, como ocurrió hace muchísimo más tiempo en Irán. Yo no soy analista política, aclaro; pero poseo ese sexto sentido de los escritores.
La guerra en Irak no aceleró precisamente el proceso islamista en ese país, que ya lo era –porque no olvidemos que esa es la religión de esos pueblos, nos guste o no; y demás está que tenga que aclarar que soy antiislamista, pero también antifanática de cualquier religión, ideología, etc.
Que esos pueblos decidan enfrentarse a un dictador que los ha oprimido durante años pone en peligro la estabilidad de todos, y por supuesto que los islamistas se aprovechan del caos, porque ellos forman parte del caos. Lo que no podemos es ponernos en contra del deseo de un pueblo de derrocar a los tiranos.
Así que me pregunto lo mismo que antier se preguntaban muchos libios en un documental que vi en la televisión francesa: "¿Por qué el mundo nos deja solos?". Sí, ¿por qué los dejan solos? Vale más el petróleo que los libios, me imagino que sea la única respuesta. Un hombre reclamaba ansioso, enloquecido, en medio de una polvareda, esos prometidos bombardeos de Francia al ejército libio. Otra mujer pedía a los Estados Unidos que tal como había hecho en otros países que desembarcaran y acabaran con el dictador. Pero nadie los oye, porque los que tienen que oírlos tienen los oídos taponeados con bolitas de petróleo.
Para colmo de males, ha sucedido la tragedia de Japón, entonces, para la prensa ya lo de las revueltas árabes pasa a segunda página, qué importa si en Yemen estén acabando también, qué carajo importa ahora que Gaddafi bombardee y que haya hasta ahora más víctimas que en el seísmo y el tsunami japonés, qué importan los jóvenes amputados, las mujeres viudas y que han perdido hijos, y qué interés tendrán los huérfanos libios. Ninguno. Ahora el tema de actualidad para la prensa es Japón. Para los políticos nunca fueron tema, Libia como pueblo no existe, Libia existe como pozo petrolero, es todo.
Es cierto que en Yemen hemos visto fotos del Ché en las manifestaciones, y que un rapero tunecino mienta al Ché en sus canciones, eso forma parte de la confusión sembrada por el castrismo y el guevarismo en el mundo; eso es el mundo actual desdichadamente; la culpa es de Fidel y Raúl Castro. Eso confirma que el islam es una ideología-religiosa, más que una religión, pero por encima de esos peligros, hay pueblos que quieren sacudirse a los dictadores de encima. Y no creo que debamos negarles su derecho. Porque nadie se detuvo a pensar que todo esto pasaría en Irak cuando Bush decidió bombardear a Hussein.
Las revoluciones conducen al nazismo, se afirma. Y yo añado que a las revoluciones han conducido los tiranos, los dictadores, los racistas, los extremistas, y toda esa caterva de patricios puritanos con manía de grandeza que han despreciado siempre a los plebeyos. Forma parte del estúpido ciclo humano.
Hace poco leí un artículo en un periódico español donde el periodista afirmaba que los árabes quieren que los occidentales los dejen en paz. Bien, dejémoslos, pero ayudémoslos a que se liberen, tal como hicimos con los iraquíes. Aunque la implicación de que lo dejemos en paz debe tener su parte de reciprocidad, una vez que los ayudemos, ellos son los que nos tienen que dejar en paz a nosotros -porque no solo los islamistas nos han herido profundamente con esos ataques terroristas, además ellos nos han humillado haciendo de nuestra generosidad un fond de commerce-, y quedarse en sus países, reconstruir esos países con el petróleo y las riquezas que tienen, hacer sus mezquitas allí. Si desean vivir a la manera occidental entonces que luchen por ello, con su petróleo, y que hagan dentro de sus países lugares donde se pueda vivir a la manera occidental. ¿Que serían guetos? Bueno, pero los guetos son los que ellos nos quieren imponer a nosotros en pleno corazón de las ciudades europeas, con sus rezos al aire libre y sus mezquitas por todas partes; que hagan esos guetos, a la occidental, en sus propios países. Así de sencillo. ¿No hay desde hace relativamente poco en Dubaï la torre más grande del planeta, más alta que la Tour Eiffel? ¿Y por qué entonces no repiten la hazaña en sus propios lugares? Ahora, lo que no podemos es negarles el derecho a ser libres dentro de sus propias tierras. Pero de que hay que poner un orden, hay que ponerlo, tanto de un lado como de otro, y lo mismo de allá hacia acá, como acá hacia allá.
En otro programa televisivo, por cierto, vi a Villepin bastante solidario con estas revueltas. En su sofisticado lenguaje diplomático, al menos lo parecía, lo daba a entender, pues creo entonces que se ha quitado la razón él mismo de cuando dio aquel discurso pacifista en la ONU, ahora lo que tiene es que definir su nueva visión del problema. ¿Libertad o dictadura para Libia? Esa es la pregunta más inminente. Y quítense las orejeras, y dejen la salib o saliva política (salib significa cruz en árabe) y el regodeo intelectual que no conduce más que al narcisismo, y a lo que es peor, al ombliguismo.
Zoé Valdés.
Pueden leer también La suerte de los malos (Shame on you, Europe), de David Lago González.
Filed under: Política Tagged: Dominique de Villepin, Japón, Libya, Nicolas Sarkozy, revueltas árabes








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