10/ 03: FAERIC GANGS


Y bueno, todo gran autor tiene derecho a una obra menor dentro de su bibliografía. Faeric Gangs pierde en intensidad contra las historias cortas de Al Mejor Postor, en desarrollo de personajes contra Pulp Heroes y en ambición épica contra Los Reyes Elfos. Y todo eso sin ser una mala historieta, ni mucho menos.
Acá todo pasa por el formato. Víctor Santos sabe que tiene sólo 46 páginas para presentar a los personajes, desarrollarlos, plantear un conflicto y resolverlo. Eso condiciona todo. El resultado es un comic que no pierde un segundo, que pone quinta y acelera a fondo, porque tiene que cumplir con todos esos requisitos en un espacio muy acotado. Y además cumple con creces la cuota de escenas de machaca, que ante todo se trata de una historieta de acción y gangsters al estilo del cine de Hong-Kong, con artes marciales, chumbos y katanas ensangrentadas. O sea que tenés garantizadas 46 páginas al palo, sin tregua y sin piedad.
¿Qué resigna Santos para cumplir con estos lineamientos? Básicamente desarrollo de personajes. Trabaja fuerte sobre la protagonista y un secundario importante, y el resto (al igual que los villanos) están apenas esbozados. Los malos son malos porque sí, y como son mafiosos, todos quieren eliminar a cualquiera que ponga en riesgo su hegemonía sobre los negocios turbios de la ciudad. Listo. O casi, porque también hay una muy buena explicación de por qué muchos de estos gangsters son demonios, sátiros, hechiceros o hadas. Y sí, el ídolo vincula de un modo sutil pero efectivo a estas familias mafiosas del Siglo XXI con su gloriosa epopeya medieval.
Lo otro medio bajonero es que Santos compra el formato de álbum francés (46 páginas) pero no compra la narrativa francesa. O sea, no nos inflige 35 páginas de 10 ó 12 viñetas. Entonces, además de pocas páginas, la historia tiene pocas viñetas. Y como hay mucho para presentar y explicar, nos terminamos morfando páginas como la 12 y la 13, donde el dibujo apenas saca la nariz para respirar entre un tsunami de textos que amenazan con copar el 100% del comic. Por supuesto hay muchas páginas muy bien balanceadas entre texto e imagen, pero se nota mucho que en algunas secuencias el valenciano tuvo que meter más información de la que quedaba lindo a la vista.
Otra "francesada" que experimenta Santos en este libro es el color, que no es un espanto ni mucho menos, pero que cualquiera que haya leído una obra suya sabe que no es necesario en lo más mínimo. Con el correr de los años, Santos ascendió al Olimpo del Claroscuro y a mí (creo que a muchos) me gusta verlo en blanco y negro, a todo o nada. Si hacen falta grisados o tramas, me queda clarísimo que Santos las va a poner como los dioses. Y si alguien cree que para que esto impacte y emocione hace falta color, bueno, no entendió de qué se trata y para dónde va el talento de este monstruo del Noveno Arte…
Pero lo relevante es que, debajo de esos colores y esos efectos de Photoshop, están el dibujo y la narrativa de siempre; o en realidad, del Santos pre-Darwyn Cooke, el que abrevaba (y se hacía cargo) en Bruce Timm, Matt Wagner, Frank Miller y Mike Mignola. Y Santos no lo nombra, pero yo sumo a Paul Grist a la lista. Por supuesto, tanta viñeta widescreen obliga a agregar toooda otra lista paralela, pero de cineastas, cosa que no estoy capacitado para hacer porque cada día (en parte gracias a este blog) consumo menos cine.
Pensada para entretener un rato, para presentar a un nuevo personaje que en una de esas un día vuelve, o simplemente para tener una obra 100% ajustada a las exigencias del mercado francés (que, se sabe, paga mucho mejor que el español), Víctor Santos le robó un ratito de 2003 a sus sagas más importantes para ofrecernos esta aventura trepidante y violenta a la que definió como "una cruza entre Hellboy y Sin City". Y no está mal.
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Published on March 10, 2011 14:31
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Andrés Accorsi
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