Preguntas al presidente de EE.UU.
La llegada del presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, a la Argentina, el 30 de noviembre de 1936 (en la imagen vemos al público que se reunió en el puerto para recibirlo), planteó un desafío a los periodistas. Muchos querían entrevistarlo, algo imposible porque no existía el tiempo material para llevarlo a cabo. Se estableció que sería una conferencia de prensa y se organizó de la siguiente manera:
Todos los periodistas fueron convocados al Hotel Alvear Palace, en el barrio de Recoleta, el martes 1 de diciembre a las 12:45. Allí se había montado la Oficina de prensa de la presidencia de Estados Unidos. Los cuarenta que acudieron recibieron las acreditaciones correspondientes y fueron llevados a un salón donde, suponían, llegaría mister Roosevelt para responder sus preguntas. Sin embargo, quien se presentó fue un funcionario que les entregó un manual de instrucciones.
En resumen, tenían que discutir entre todos las seis preguntas que se harían. La primera medida fue reducir las más de cincuenta que sumaban entre todos. Varias eran similares, lo que permitió una primera eliminación. Luego, un comité de tres periodistas fue descartando otras hasta lograr el número establecido. Se escribieron a máquina las seleccionadas y se le entregaron al funcionario estadounidense, quien saludó y se retiró del salón. En ningún momento los representantes de Roosevelt discutieron el contenido de las preguntas.
Los periodistas fueron llevados desde el Alvear hasta la residencia del embajador (el Palacio Bosch Alvear, en Palermo, que aún cumple esas funciones). En la puerta había un número mayor de periodistas. Sin embargo, por no haber sido acreditados en el hotel, no se les permitió entrar. Los que sí pudieron hacerlo, fueron conducidos por la escalinata principal a la planta alta. En el salón de recepciones los aguardaba el presidente Roosevelt. Sentado detrás de una mesa que tenía un florero, un cenicero y un caja de cigarrillos, el visitante fumaba con boquilla mientras sonreía a los periodistas que ingresaban a la sala.
No hubo preguntas. Fue un monólogo de Roosevelt. Pero habló de los temas que se habían planteado en el cuestionario y no dejó nada sin responder. En menos de cuarenta minutos abordó el temario y dio por concluido el encuentro.
¿Fue una conferencia de prensa? No, porque faltaron las repreguntas (los periodistas suelen emplearlas para profundizar o aclarar algún punto de la respuesta que se les da). Pero pareció conformar a todos los profesionales, quienes partieron a sus redacciones con las declaraciones del visitante ilustre.
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