Lo mejor de la autoayuda
Cada vez buscamos más consuelo. Y cada vez sabemos menos qué necesitamos.
Como en el sector del petróleo, que con el “peak oil” ha alcanzado las mayores cotas de extracción, estamos en el “peak help”. Nunca había sido tan fácil extraer consejos de toda índole para resolver nuestra angustia cotidiana. Esta mañana, de camino al mercado, me he topado con propuestas de cursos para aprender a alimentarme mejor, visualizar mi yo futuro y comprender mi rabia.
Con la autoayuda puedes convertirte en una mujer o en un hombre diez. La lista de remedios es infinita, con alivios para toda ocasión. Existen libros para los momentos bajos y otros para los altos, lecturas para sanar el dolor físico y moral, webs donde te enseñan a ganar autoestima. Si quieres, puedes hacerte millonario, mejorar tus relaciones de pareja o encontrar una nueva.
¿Quieres? ¿Qué buscas en realidad? Hoy tenemos más remedios que enfermedades. Leemos libros de autoayuda para paliar la falta de sosiego. En una sociedad en la que las relaciones y la confianza son móviles, no nos queda más recurso que nosotros mismos para construirlas. Y entonces buscamos consuelo, es decir “descanso y alivio de la pena, molestia o fatiga que aflige y oprime el ánimo” (RAE).
Mis inicios
Todavía recuerdo cual fue el primer libro de autoayuda que leí: Las mujeres que aman demasiado. El ejemplar me lo prestó mi amiga Teresa. Me quedé un poco perpleja.
Las sensaciones que despierta en uno la lectura de un manual de autoayuda tienen que ver con la circunstancia personal. Sacas según estés. De ahí mi teoría: lo importante no son los consejos. Lo importante es la circunstancia. Aprendes más de ti que del consejo.
Pongo un ejemplo de un cliente:
-Quiero ser más visible.
-¿Por qué?-le pregunto.
-Porque quiero ganar más dinero.
-¿Por qué?
-Para cambiar de coche. El que tengo se ve viejo y me disgusta.
¿Por qué?-insisto.
-Porque me hace parecer viejo a mí.
Conclusión: en realidad mi cliente quiere ser más visible para no envejecer socialmente.
Me intrigan mucho más las preguntas, los síntomas, el malestar que la respuesta. Por eso para mí la clave está en estas tres palabras:
¿Qué te duele?
La panacea universal no existe. Con esto no quiero decir que no haya consejos útiles ni bienintencionados: la mayoría lo son. Quiero decir que aprendes mucho quedándote quieto un momento y preguntándote por qué ahora mismo este libro concreto, este post concreto, esta terapia concreta te llama la atención.
Suscribo estas palabras del psicólogo Xavier Guix: “Ahora vuelve a estar de moda ocuparse de “uno mismo”, de nuestra persona, y más allá aún, de nuestra esencia. Hacemos hueco en la agenda para cursos de crecimiento personal, prácticas de meditación, yoga, lo que convenga con tal de sentirnos de nuevo el centro del universo. Eso está muy bien. Pero a menudo tengo la sensación que lo que realmente está haciendo mucha gente es una nueva separación entre su alocada vida y sus espacios de relax y “espiritualidad”. En lugar de trabajar hacia un camino de integración, de unidad, de congruencia, lo único que logramos es darnos un respiro y sentir por un instante que aún nos queda algo de nosotros mismos.”
¿Qué opinas tú de la autoayuda? Gracias por compartir.
PD. La ilustración procede de este pin.


