Se me cae a cachos. 3 - El último blog
Cuando empecé con Se me cae a cachos tenía muy claro que tenía que obtener un beneficio económico con la web. No es que necesitase el dinero. Con mi sueldo de la agencia tenía bastante para vivir holgadamente, pero pensaba que el esfuerzo que le dedicaba a la web tenía que compensarse con un ingreso extra. Sin embargo, aun teniendo esto claro, sabía que todavía no era el momento. No tenía intención de obtener dinero tan pronto.
En ese momento mi cargo en la agencia ya era el que tengo ahora, Project Manager, que es una manera muy cool de llamar al chico para todo en un proyecto. Es decir, que me asignan un cliente y yo me tengo que buscar la vida para ser el contacto con él, preparar la oferta, pelear con todos los departamentos de la agencia para que cumplan plazos, dar la cara cuando algo sale mal, presentar los resultados… Vamos, que tengo que estar las veinticuatro horas del día dispuesto a apagar fuegos. Y es que en cualquier momento me puede llegar un correo electrónico. A cualquier hora del día o de la noche. ¡Y que no se me ocurra tardar más de media hora en contestar!
Un día, cuando el proyecto que tenía entre manos de una campaña de medios para una marca de café estaba dando los últimos coletazos, Juanjo, mi jefe, se acercó a mi mesa.
—Como te veo bastante ocioso últimamente, he decidido que te voy a asignar la cuenta de Fortex.
Fortex era la última cuenta que había ganado la agencia. Como todos sabréis, es una de las marcas más conocidas de condones, geles, lubricantes, juguetes eróticos y demás ayudas para pasarlo bien con tu pareja. Yo, en secreto, había pensado que Fortex podría llegar a ser patrocinador de Se me cae a cachos en un futuro. Era evidente porque la mía era una web ideal para anunciar los productos de la empresa. Sin embargo, no me había atrevido todavía a dar el paso de presentarle la web a Fortex, ni a otras empresas del sector, porque quería esperar un poco más. Al menos, a tener más tráfico.
Ahora, de repente, me asignaban la cuenta de Fortex en la agencia. La consecuencia inmediata fue evidente: les descarté como posibles patrocinadores de Se me cae a cachos. No quería, de ninguna manera, que los temas de la agencia pudiesen mezclarse con los de la web. Me encargaría de la cuenta de Fortex en el trabajo y, más adelante, ya buscaría otro anunciante para Se me cae a cachos.
Pero el destino es caprichoso y no dejó que las cosas transcurriesen como yo tenía pensado. En una de las primeras reuniones que tuve con la empresa de condones en su sede, me dijeron que, entre otras muchas cosas, querían que les buscásemos webs o blogs con temáticas sobre sexo donde poder anunciarse, publicar contenidos, patrocinar, o llegar a cualquier otro tipo de acuerdo de colaboración. No me indicaron ninguna web en particular. Parte de nuestro trabajo en la agencia, precisamente, es el de buscar los mejores medios para las colaboraciones con nuestros clientes.
Lo tenía clarísimo. De ninguna manera iba a incluir a Se me cae a cachos en la lista de webs, blog e influencers que quería mandarle a la empresa. Y así lo hice. Tras una semana, tenía lista la relación que le pensaba presentar al cliente. Estaba muy contento con el trabajo que había hecho porque no sólo había identificado unas webs donde Fortex podía encajar perfectamente y unos influencers que podrían mover la marca de manera muy natural, sino que también había preparado una propuesta de acuerdo con dos youtubers que podía ser la bomba.
Juanjo se acercó a mi mesa y le echó vistazo a la lista. Yo creo que no le dedicó ni diez segundos. Me la devolvió con una sonrisa. No me dijo ni una palabra, pero no hacía falta. Sabía que le había gustado. Se dio la vuelta y empezó a caminar hacia su despacho. Sin embargo, cuando ya estaba a unos diez metros de mi mesa, sin ni siquiera girarse, me dijo:
—¡Ah! Has olvidado a Se me cae a cachos. Añade esa web, que últimamente lo está petando.
¡Juanjo conocía mi web! Y además pensaba que era fundamental que estuviese entre las propuestas a Fortex para posibles colaboraciones.
Algo que todo el mundo sabe en la agencia es que a Juanjo no se le lleva la contraria. Nunca. Creó la agencia con un socio hace más de ocho años y desde entonces ha demostrado que no existe nadie más capacitado que él para llevarla. Sabe manejar a la gente, tiene una vista extraordinaria para detectar lo que le va a gustar a los clientes, es un vendedor de primera y cuando salimos de la agencia es un gran compañero de copas. Pero, eso sí, que no se te ocurra llevarle la contraria. Si lo haces, entonces descubrirás al otro Juanjo. Ríete tú del doctor Jekyll y Mr. Hyde. La transformación de Juanjo cuando le llevan la contraria es impresionante. Y, creedme, da miedo.
Por eso tuve que incluir a Se me cae a cachos en la lista que le presenté a Fortex.
Diez días después, con el visto bueno por parte del cliente, le presenté a Juanjo el acuerdo al que había llegado con los medios (webs, blogs, youtubers e influencers). Había de todo. Desde usuarios de Twitter que por una caja de condones estaban dispuestos a hacer el ridículo poniendo una foto suya “haciendo algo con un condón”, hasta responsables de webs a los que se les iba a pagar una cantidad más que importante. Eso sí, al final, entre unos y otros, conseguí que el coste no fuera muy alto para lo que suelen costar este tipo de campañas. Y, claro, a menor coste por nuestra parte y mismo ingreso por parte del cliente, mayor margen para la empresa. Eso sí que le gustó a Juanjo.
Con Se me cae a cachos decidí llevar a cabo una estrategia: pedir una cantidad muy alta. Es más, era la cantidad más alta de todo el paquete. Al hacer eso me aseguraba salir ganando siempre porque si a Juanjo le parecía excesiva y descartaba la web yo me quitaba un peso de encima. Y si lo aceptaba, me llevaba un buen pellizco.
Y aceptó. Como el coste total de la campaña había sido menor del esperado, a Juanjo no le importó pagarle un poco más de lo normal a una web. Se me cae a cachos publicaría dos posts patrocinados de un mínimo de quinientas palabras sobre productos de Fortex. Al mismo tiempo, Fortex se convertiría en patrocinador de la web en exclusiva durante seis meses con posibilidad de prórroga, con una mención a este patrocinio en un lugar destacado de la cabecera.
Me costó pero me las arreglé para no tener que desvelar mi identidad como autor de la web. A Juanjo le dije que la única manera de comunicarme con el misterioso autor era por medio del formulario de contacto. Yo utilizaba ese medio para hacerle la oferta y él me contestaba con su cotraoferta mandando un correo desde una dirección de Gmail que podría ser de cualquiera.
Más complicado fue el tema de la facturación. Yo, como autor, me tenía que mandar a mí, como agencia, una factura mensual por los servicios acordados. El primer mes la factura incluiría la publicación del primer posts y el patrocinio, el segundo mes facturaria el segundo post y el patrocinio, y del tercero al sexto mes tendría que facturar por el patrocinio mensual. Pero, ¿cómo facturar sin desvelar mi identidad? Normalmente, las facturas de los proyectos que llevo me llegan a mí, como Project Manager, pero yo las tengo que mandar a Administración para que las paguen y ahí llevan una base de datos con todos los terceros (empresas y personas físicas). En este caso, si facturaba con mi nombre, las compañeras de Administración se darían cuenta.
Me costó, pero di con la solución. Buscando por la red descubrí que existen algunas cooperativas que pueden facturar por ti. Ofrecen el servicio, sobretodo, a personas que tienen que facturar de manera esporádica y no quieren o no les merece la pena darse de alta como autónomos. Tú te das de alta en la cooperativa como socio y cuando emites una factura no lo haces con tus datos sino con los de la cooperativa. La factura la cobra esa cooperativa y te hace una transferencia con el dinero, después de quedarse con una pequeña comisión.
Perfecto. Es lo que necesitaba. Había conseguido quedar bien en el trabajo y había obtenido un muy buen patrocinador para la web que me aportaba unos ingresos considerables. Y todo ello sin desvelar que yo era el autor de Se me cae a cachos.
La cosa podía haber quedado ahí pero a Juanjo, que siempre es capaz de ver oportunidades donde los demás no vemos una mierda, se le ocurrió una idea.
—Oye, Freddy, dile a esos tíos de Fortex que el responsable de Se me cae a cachos pide que, además del dinero, se le mande un cargamento de la hostia de todo tipo de productos de la empresa. Les puedes decir que se trata de un viciosillo o algo así. Y cuando llegue, nos los quedamos nosotros. Como nunca van a poder descubrir quién es ese tío, jamás sabrán que los productos no le han llegado.
¡Alucinante! Mi jefe mintiendo al cliente y usándome a mí para que lo hiciese. Ya os contaré en otro momento otras historias de Juanjo pero, de todas maneras, os puedo asegurar que esto no es nada comparado con lo que le ha hecho a otros clientes.
El caso es que no me costó mucho que Fortex accediese a lo que creían que les pedía el tipo ese misterioso de Se me cae a cachos. Unos días después, llegó a la agencia un palé con un montón de cajas en él. Había todo tipo de productos de Fortex: condones para que un regimiento pudiese follar durante un año, unos vibradores de última generación con distintas formas, geles con todo tipo de sabores, anillos que no eran precisamente para los dedos, y otros muchos juguetitos que, evidentemente, Juanjo no pensaba mandarle al autor de Se me cae a cachos. El muy cabrón no hizo ni siquiera el intento de descubrir quién era para mandarle una cajita de condones.
¿Que se hizo con todo ese cargamento? Me vais a permitir que no dé detalles pero os puedo asegurar que la fiesta de Navidad que celebramos en la agencia a los pocos días fue memorable.
Al día siguiente en el palé no quedaba ni uno solo de los productos que mandó Fortex.
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