Eva Tejedor Alarcón's Blog, page 26

December 3, 2018

Lugares con magia.: Irlanda y sus leyendas

Lugares con magia.: Irlanda y sus leyendas


Irlanda y sus leyendas.

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Irlanda es uno de esos lugares que está en mi lista de sitios pendientes a visitar y por muchas razones.


No solo es un lugar hermoso, de verdes valles. También está lleno de castillos en ruinas y encantados, sitios mágicos…


¡Y un montón de criaturas sobrenaturales!


Las banshee, los leprechaun, las hadas, los pooka, los dullahan…


Y suma y sigue…


El sito está tan plagado de leyendas y folclore que no se acaba XD


Aquí te dejo una página si quieres saber más sobre sus leyendas, porque yo solo voy a dar un repasito muy ligero sobre ellas.


Leyendas irlandesas


Una de estas leyendas trata sobre la isla Tir Nan Og, una de las habitadas exclusivamente por las hadas y a las que solo un muy reducido grupo de mortales ha podido visitar.


Uno de ellos fue el guerrero Ossian, quien salió de cacería y se tropezó con una mujer de extraordinaria belleza.


La doncella, que era un hada, se prendó de él y le pidió que la acompañara a su tierra y él aceptó. Allí vivieron felices durante tres siglos, pero Ossian se despertó un día con ganas de ver a su familia (a ver quien iba a quedar vivo después de tres siglos…).


Ossian pidió poder regresar brevemente a su casa y la doncella se lo concedió y le proporcionó un caballo. Pero, le advirtió, no debía tocar con sus pies la tierra mortal.


Obviamente, cuando regresó no reconoció nada. Todo había cambiado y su pueblo y familia habían desaparecido (me preguntó que carajo esperaba… hay que ser bobo.) Al ir a ayudar a unos hombres con los que se cruzó en su camino, cayó del caballo y este desapareció sin dejar ni rastro. Ossian envejeció de golpe los 300 años e imaginad como acabó la cosa.


Pobres los que tuvieron que verlo…


Los leprechaun son los más populares, los más conocidos a nivel mundial de la mitología irlandesa. Son duendes conocidos por esconder tesoros más allá del arcoíris. Ollas llenas de oro que desaparecerán si su dueño lo desea, ya que tienen poderes mágicos.


Otra de las criaturas que se conocen del folclore irlandés son las banshee. Aunque están mal entendidas fuera de Irlanda, ya que fuera de ahí se las considera peligrosas y son solo criaturas que auguran la muerte de alguien, como los perros negros.


No son peligrosas. Sus poderes no tratan de hacer daño a alguien, solo de augurar su muerte. Y lloran desconsoladas, llenando de tristeza a los que la oyen.


En otras culturas se cree que su grito puede volver loco o ensordecer a quien lo escucha.


Irlanda es un lugar lleno de magia, con gran influencia celta en su historia. Razones más que suficientes para visitarlo.


Por cierto, recuerda participar en el concurso para ganar un PDF de Dagas de venganza. ¡No te lo pierdas! 


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Published on December 03, 2018 02:00

November 30, 2018

Resumen semanal: del 26 al 30 de noviembre. : Resumen semanal: última semana de noviembre.

Resumen semanal: del 26 al 30 de noviembre. : Resumen semanal: última semana de noviembre.


Resumen semanal: del 26 al 30 de noviembre.

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Lunes.


En el post de esta semana te hago un resumen de cómo y por qué todas mis novelas están relacionas. ¿Te interesa?


 


Martes.


Sigo pensando…


 


Miércoles.


¡Segundo capítulo de Jack T.R.!


El detective Andrews sigue una pista que le llevara a un lugar muy peculiar y a conocer a alguien que va a influir mucho en su vida.


 


Jueves.


¡Atención!


¡Concurso para ganar un Dagas de venganza en PDF!


No te lo pierdas y contesta a la pregunta que hago en el post.


¡Corre!


 


Viernes.


¡Y por fin se acabó la semana!


¡Feliz fin de semana a todos!


 


 


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Published on November 30, 2018 02:00

November 29, 2018

Dagas de venganza: ¿De qué va mi novela? : Dagas de venganza: ¡Concurso!

Dagas de venganza: ¿De qué va mi novela? : Dagas de venganza: ¡Concurso!


Dagas de venganza: ¡Concurso!

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¡Cada vez queda menos para que salga Dagas de venganza!


Estoy deseando que la veas.


¡Ha quedado tan bonita!


Pero mientras llega o no, vamos  a jugar un poquito.


¿Juegas?


Voy a sortear cinco Dagas de venganza en PDF para los que me contesten correctamente una pregunta muy fácil.


Puedes contestar en los comentarios, en el tuit que voy a fijar en mi perfil en Twitter o en el post que haré en Instagram.


La pregunta es muy sencilla si has seguido los post que he estado publicando sobre la novela.


¿Listo?


¿Qué clase de criatura es Astrid, la protagonista?

¿Lo sabes?


¿Si?


¡Pues corre y contesta!


Pondré a los ganadores en el post de la semana que viene, el jueves 6 de diciembre.


¡Buena suerte!


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Published on November 29, 2018 00:30

November 28, 2018

¡Seguimos con Jack T.R.!: Jack T.R. Capítulo 2.

¡Seguimos con Jack T.R.!: Jack T.R. Capítulo 2.


Capítulo 2


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Charles miró dudoso de nuevo el papel que tenía en sus manos. Frente a él, una vieja librería se alzaba orgullosa a pesar de su diminuto tamaño y lo decrépito de su fachada.


En el cartel sobre la puerta rezaba el nombre de la tienda: El pergamino.


Se encontraba en un cruce entre la calle 85 y Avalon, cerca del parque con el mismo nombre. Mayoritariamente, una zona residencial donde los pocos comercios que existían destacaban entre las pequeñas casitas adosadas con sus diminutos jardines.


No estaba muy seguro de que estaba haciendo ahí.


Después de investigar infructuosamente durante una hora acabó encontrando el nombre del chico de las fotos de la manera más ridícula. Resultaba que Mathewson, un patrullero que hacía su ruta por Marynook, lo vio en su pantalla al pasar por café y le reconoció. Vivían en la misma calle.


Se llamaba Aidan Kelly.


Después de averiguar el nombre, el resto fue sencillo. Veintiocho años, padres fallecidos en el Katrina, abuelo paterno ingresado en una residencia de ancianos en Palm Springs. Nacido y criado en Nueva Orleans, se trasladó a Chicago, ocho años atrás, después de la muerte de sus padres para mudarse con su abuelo y, más tarde, hacerse cargo de la librería cuando este tuvo que retirarse a causa de su alzhéimer.


No tenía antecedentes ni licencia de conducir pero, por suerte para Charles, sus datos y dirección estaban en la escritura de la librería.


La idea de que debía encontrar al muchacho para interrogarle le pareció estupenda en comisaría. No se debía dejar piedra por remover en casos así. Pero ahí, frente a la librería, se dio cuenta de que no tenía más excusa para hacerlo que unas pocas fotos en las que aparecía como mirón en las escenas del crimen y poco más. Razones para nada validas si le preguntabas a cualquiera.


Por no hablar si le preguntabas a un abogado.


Se sentía un poco ridículo.


Está bien, se sentía muy ridículo.


Aun así, cruzó la calle y curioseó un poco a través del cristal.


En el escaparate había unos pocos libros expuestos. “Inferno” de D. Bronw, “Pídeme lo que quieras” de M. Maxwell, “Joyland” de S. King, “El invierno del mundo”, de K. Follett. Las últimas novedades en novelas a la venta.


En el interior se podía ver que la tienda no era demasiado amplia. Un par de pasillos con varias estanterías cubiertas de libros, todas con cartelitos de papel que anunciaban el género y un mostrador de madera de estilo antiguo y color oscuro, con una caja registradora moderna cerca de la puerta.


No se veía a nadie dentro aunque en el cartel de madera que colgaba del cristal de la puerta anunciaba que estaba abierto. Supuso que estaría en alguno de los dos pasillos, fuera de la vista.


Pasó un minuto admirando el cartelito. Tanto las letras como el árbol que tenía sobre estas estaban labradas en la madera. Era un trabajo precioso y muy artesanal para estar en un simple cartel.


― ¡Qué demonios! Ya que estoy aquí. ― murmuró finalmente, armándose de valor y empujando la puerta.


El musical sonido de unas campanillas de cristal le hizo alzar la vista. Eran pequeñas, de cristal opaco y tintinearon unos minutos más después de cerrar la puerta. También estaban decoradas con pequeños arboles como el del cartel de la entrada. Parecían bastante antiguas. Le recordaron a las que tenía aquella vieja tienda de comestibles cerca de la casa de sus padres, donde su madre solía enviarle cuando necesitaba alguna cosa de última hora para la cena. Tenía muy buenos recuerdos de esa tienda y su dueño. Siempre le regalaba caramelos.


― ¡Estaré ahí en un momento! ¡Vaya mirando lo que quiera! — oyó gritar desde el interior, sacándole de sus recuerdos. Encogiéndose de hombros, Charles empezó a curiosear la tienda.


Como observara desde el exterior, la tienda no era demasiado grande. De unos ochenta metros cuadrados, el mostrador se encontraba a la izquierda, cerca de la entrada, dándole una buena vista de los dos pasillos y las estanterías. Al fondo a la derecha, se veía una anodina puerta de madera clara con un cartel donde ponía «Privado». Probablemente el baño.


Estuvo más de cinco minutos revisando los libros de la sección de misterio sin que nadie apareciera. Si fuera un ladrón ya habría robado media tienda y el dueño ni lo notaría.


Por fin escuchó su voz de nuevo, solo que esta vez parecía estar discutiendo con alguien en murmullos molestos.


― ¡Estoy empezando a cansarme de que hagas esto! — lo oyó decir, con tono de reproche. ― Tienes que dejar de desordenarme la sección de literatura fantástica. Solo porque tú no lo aguantes, no significa que puedas poner «Crepúsculo» en la sección de auto-ayuda.


Charles arqueó una ceja por la curiosa conversación y al verle aparecer solo. A lo mejor estaba hablando por teléfono con algún empleado.


― Me importa bien poco que pienses que a quien le guste debería ir al psicólogo con urgencia. No vuelvas a moverla y ya. No quiero oír más adolescentes preguntando que hace la novela en esa sección. Y… uh… ― el chico interrumpió su perorata bruscamente al verle, sonrojándose. — Pensaba que se habría ido. Como no oí nada más…


Ahora que lo tenía cerca, Charles pudo observarlo más atentamente. Como había supuesto antes era algo más alto que él, como de metro noventa, su cabello era negro, cortado de manera desordenada y le llegaba casi a los hombros. Sus ojos grises le miraban con una mezcla de sorpresa y desconfianza que levantó sus sospechas. También tenía una cicatriz que partía casi por la mitad su ceja izquierda. Llevaba cuatro libros en sus manos. Nada que pareciera a un móvil o teléfono o bluetooth.


― No. Aún sigo aquí. — el detective se encogió de hombros, comentando lo obvio.


― Puedo verlo. ¿Ha encontrado alguna cosa que le guste? ¿O está buscando algo en especial? — le preguntó, rodeándole para dirigirse al mostrador y evitando mirarle a los ojos, aun azorado.  Charles sacó su placa y se la mostró.


― Señor Kelly, soy el detective Andrews. Quería preguntarle sobre el asesinato de anoche en el parque Meyering. — el chico parpadeó, claramente sorprendido, dejando los libros sobre la mesa.


― ¿A mí? No sé nada de eso. El parque está algo lejos de mi tienda, por si no lo había notado, detective.


Charles lo observó usar una etiquetadora para ponerles el precio a los libros que había traído antes. Sus manos temblaban imperceptiblemente.


― Pero usted estuvo esta mañana allí. — insistió, haciendo caso omiso al tono indiferente que había adoptado. Aún seguía rehuyéndole la mirada y se envaró al oírle.


― Estuve… si… tenía que hacer un recado por la calle 71 y pasé a comprar un café antes de regresar a la tienda. Vi las luces y me acerqué a mirar por curiosidad. — bajó la mirada a los libros, sacudiendo la cabeza como si tratara de borrar algo de su mente. ― Hubiera preferido no hacerlo. Tuve que tirar el café en la siguiente papelera. No he comido nada después de eso.


― No, no era una vista agradable. — coincidió Charles, sacando su libretita para tomar notas. ― ¿Suele hacer muchos recados por esa zona, señor?


― Solo cuando tengo que ir a recoger algún libro. — respondió, encogiéndose de hombros. ― A parte de novelas, también tengo libros antiguos de colección. Me ofrecieron una bonita primera edición de “El perro de los Baskerville” y no pude resistirme. — el chico señaló a una vitrina de cristal, apoyada en la pared de detrás del mostrador donde se podían ver varios ejemplares, claramente antiguos, de novelas.


El libro de Arthur C. Doyle que había mencionado destacaba entre los demás por su encuadernación roja de piel y sus grabados dorados y negros.


― ¿A dónde fue a recoger el libro?


― Al colegio St. Columbanus, cerca del parque. Su profesor de literatura es un conocido de mi abuelo y me lo ofreció a buen precio. — Charles notó como con cada pregunta parecía más y más incómodo y no dejaba de mirar de reojo a su derecha. ¿Sería un tic? ― ¿Hay alguna razón para este interrogatorio? No entiendo que tiene que ver esto con su caso.


― Solo estamos comprobando quien estuvo por esa zona a la hora del asesinato.


― Pasé cuando la policía ya estaba allí. ¿Voy a necesitar una coartada o algo así? — preguntó, tenso.


Algo no andaba bien con ese chico. Charles tenía años de experiencia detectando mentiras y ese muchacho no estaba siendo del todo sincero con él. Era muy sospechoso.


Si realmente no tenía nada que ver con eso, ¿por qué mentía?


― Si la tuviera sería estupendo. — hizo caso omiso al resoplido del joven. ― ¿Dónde se encontraba anoche a eso de las cuatro de la madrugada?


― En casa. Mi piso está encima de la tienda.


― ¿Solo? — el chico pareció dudar un segundo antes de contestar.


― Si. — sus ojos se desviaron a la derecha de nuevo e hizo un gesto como negando algo — Un amigo estuvo conmigo pero se fue a las dos. Luego me fui a dormir.


― Ya veo.


La campanilla volvió a sonar, haciéndoles volver la mirada a ambos hacia la puerta. Un hombre corpulento y piel tostada entró y se les quedó mirando con expresión de no saber muy bien si quedarse o irse. Tenía el cabello rubio oscuro largo y recogido en una coleta.


El tipo parecía el estereotipo de motero de banda. Igual de alto que el chico, pero mucho más ancho y musculoso, vestido por completo de cuero negro. Llevaba pantalones, de cuyo cinturón colgaban un par de cadenas finas y una cazadora sobre una camiseta también negra. Una calavera con colmillos de vampiro era el logo de la banda a la que pertenecía.


De hecho, Charles conocía ese dibujo de haberlo visto en un aviso que la ATF (Departamento de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos) envió a la comisaría hacía meses. Pertenecía a “Los Vampiros”, una banda que llevaba establecida en Chicago desde hacía veinte años y que era sospechosa de la mayoría de los trapicheos con armas y droga en la ciudad. Pero nadie duraba tanto en ese negocio si no era muy cuidadoso.


Y esos tipos lo eran. Extremadamente.


A pesar de las sospechas que tenían sobre la banda, la ATF no había sido capaz jamás de demostrar o encontrar alguna prueba consistente contra ellos.


Y él se tropezaba uno justo en aquella tienda mientras investigaba esos asesinatos… ¡Qué casualidad!


Hasta ahora, todos los avisos que existían sobre esa banda eran por drogas y armas. Ningún asesinato aunque eso no significaba que no estuvieran involucrados en alguno. Había rumores de que la banda estaba relacionados con la mafia rusa, entre otras cosas.


― Este… ¿estás ocupado, Aidan? — preguntó con tono sorprendentemente educado y voz suave teniendo en cuenta las pintas de pandillero que gastaba. Tenía un leve acento que Charles no fue capaz de precisar a pesar de que le resultaba conocido. Probablemente de Europa del Este…


― Estaré contigo en un minuto, Rolf. Espérame en la sección de poesía. — el tal Rolf asintió, dirigiendo una mirada especulativa al policía y se marchó sin decir una palabra más.


― No parece del tipo que compra poesía. — ironizó Charles cuando el otro hubo desaparecido.


Aidan le miró mordaz, arqueando las cejas. A pesar de eso, parecía más divertido que molesto por su comentario.


― Se asombraría lo que engaña un libro por su cubierta, detective. Si hemos terminado, tengo un cliente que atender. Siento no haberle sido de ayuda con su caso.


― Nunca se sabe lo que puede ayudar o no en un caso. — sacó una tarjeta de visita de su cartera y se la tendió. — Si recuerda algo que piense que puede ser importante, llámeme. Y no salga de la ciudad, podría necesitar hacerle más preguntas.


Aidan no respiró tranquilo hasta que el detective se subió en su Chevrolet y se marchó calle abajo. No tenía ni idea de cómo le había encontrado y no le gustaba.


Puede que él no tuviera nada que ver con esos asesinatos, pero no quería policías cerca de su tienda. Mucho menos con la clase de clientela especial que él tenía.


― Ese tío no me gusta. — Aidan rodó los ojos, sonriendo sin querer.


― A ti no te gusta ningún policía, Julian. Te mató uno, ¿recuerdas?


A su lado la figura fantasmal de un hombre vestido al estilo vaquero se materializó. Este era algo más bajo que él, con el cabello rubio oscuro y desgreñado y ojos verdes que le fulminaron al girarse hacia él. Llevaba unos pantalones gastados marrón oscuro, botas de piel muy estropeadas, camisa beige y sombrero vaquero del mismo tono que los pantalones. Una leve barba de varios días oscurecía su rostro, dándole un aire de bandido de película antigua.


Contrario a otros espectros con los que Aidan se había tropezado a lo largo de su vida, Julian podía aparecerse de cuerpo entero y sin mostrar la herida que le llevó a la muerte. Estaba seguro de que su apariencia actual no debía ser muy diferente a como fue mientras vivía. No todos los fantasmas conseguían eso. Algunos solo podían hacer ruidos, mover cosas o aparecerse parcialmente.


― Eso no ha tenido gracia. — el chico se encogió de hombros, cogiendo los libros que acababa de marcar para volver a colocarlos en su sitio. Las luces de la tienda parpadearon un par de veces a causa de la estática que provocaba la energía que el fantasma gastaba para mantener la aparición.


― Tampoco que me sigas desordenando la librería cuando te aburres. Tardo horas en volver a poner las cosas en su sitio.


― Como si tuvieras algo mejor que hacer. Apenas tienes amigos fuera de la tienda y hace como un siglo que no te veo teniendo una cita. ― antes de que pudiera replicar a ese comentario sarcástico sobre su vida, fue interrumpido por su otro visitante, del que casi se había olvidado.


― ¿Estáis discutiendo de nuevo por su inexistente vida social? Yo puedo ayudarte con eso, Aidan. Un mordisquito y… ― rio Rolf, haciendo una mueca y mostrando unos largos y afilados colmillos.


Aidan suspiró hastiado y cogió un paquete de su mostrador, para entregárselo bruscamente al otro hombre, sacándole una risa cuando le golpeó en el pecho con él.


En eso consistía la herencia que le había dejado su familia.


Unos conseguían deudas, dinero, animales, casas… él una librería que era frecuentada por criaturas sobrenaturales que no deberían existir fuera de las leyendas. Un lugar neutral donde cualquiera podía conseguir desde una novela a un libro de hechizos verdadero.


Y él era el encargado de asegurarse de que nada iba a manos equivocadas.


― Otro chistecito de mordiscos, Rolf y voy a tener que prohibirte la entrada por acoso. Por enésima vez, me siento halagado, pero no quiero ser un vampiro. Me gusta ser lo que soy, gracias.


― ¡Pero si se dé buena tinta que te gusta que te muerdan! ― Aidan se sonrojó. ― Y como sigas sin pareja, esto lo acabara heredando un banco. ¿Y qué será de nosotros después? — terminó con fingido tono dramático.


― Seguro que la Comunidad encontrará a alguien adecuado que se haga cargo del negocio. No van a permitir que la librería acabe en manos de un banco, descuida. — el tono amargo de sus palabras hizo que los otros dos intercambiaran una mirada. ― Además, ¿de qué iba a servir que tenga pareja? Te recuerdo que soy gay. Los herederos están descartados.


No era desconocido para casi nadie en su gremio que ese no era el trabajo soñado de Aidan. Se había ocupado de hacerlo bien público desde el principio. Aun así, cumplía con sus deberes de manera eficiente.


― Podéis adoptar. Ya es legal. ¿Pero qué hay de mantener la zona neutra? Deberías tomar más en serio tu legado, muchacho.


― Nunca quise esto. — murmuró, mirándole con rencor. Rolf se encogió de hombros.


― Ni yo ser vampiro. Ni Julian estar muerto y ser un fantasma. ¡Bienvenido al mundo real! ― Aidan casi rio por sus palabras. ¡Qué irónico que una criatura de leyenda le hablara de realidad! ― Pero ya que tienes que hacer esto, hazlo bien. — el vampiro le dio un par de golpecitos reconfortantes en el hombro. ― Por cierto, Karl quiere verte cuando puedas. ¿Será seguro venir o tendrás más polis por aquí rondando?


Karl era el jefe de la banda y el vampiro dominante. Con sus dos metros de alto, ojos azules, cabello rubio y más musculoso que el mismo Rolf resultaba un hombre de lo más intimidante. Para Aidan, que sabía exactamente lo que era, daba miedo. Pero siempre respetó la zona neutral y lo trataba con anticuada cortesía, como la mayoría de los vampiros.


― Dile que espere una semana, por si acaso. Puede que ese detective vuelva. ¿Vosotros habéis oído algo de esos asesinatos en los parques?


― ¿Ese que va destripando chicas? — Aidan asintió. ― Es el tema del momento en toda la Comunidad. Todos piensan que quién sea es un animal. No se había visto algo así en siglos. Puedes oler la sangre en toda la ciudad por su culpa. Los novicios lo están pasando mal por eso. ― el vampiro rio por lo bajo. ― A lo mejor deberías preguntarle a los lobos.


El librero soltó una carcajada imaginándose la escena.


Los lobos, u hombres lobos en realidad, solían ser más disimulados y sociables que los vampiros. Incluso amables y respetuosos de la ley, siempre y cuando su manada no corriera peligro. Pero no eran gente a los que acusar en vano o sin pruebas. Tenían un sentido del honor muy sensible.


Además, sus zonas de «paseo» (como ellos acostumbraban a llamar a esos parques que usaban para convertirse y correr libres un par de veces al mes) estaban más al norte de donde se habían encontrado los cadáveres.


Aidan no recordaba la última vez que el clan tuviera algún problema. Como los vampiros, vivían todos en la misma zona y eran un grupo muy unido. Pero a la vez, también se relacionaban y mezclaban con los humanos sin causarles problemas o daños de ninguna clase. Trataban por todos los medios de no llamar la atención y cualquier miembro que pusiera en evidencia a la manada frente a los humanos, era fuertemente castigado.


― Sí, claro. Me planto en su cubil y les pregunto… oye, ¿podéis ayudarme a rastrear a un asesino? ¿A lo Rin Tin Tin? Sí, eso es una idea genial. Les iba a encantar. — ironizó. Rolf rio divertido por la ocurrencia.


― Conociéndolos, probablemente se reirían. O se lo tomarían literalmente. Vete a saber. — el vampiro le tendió la mano y se la estrechó con firmeza. ― Te llamaré la semana siguiente para comprobar si está la cosa más tranquila.


Julian vio al vampiro irse, chasqueando la lengua, disgustado. Mientras vivió tuvo una trágica experiencia con lo sobrenatural. No fue lo que le mató al final, irónicamente, pero si lo que dio un giro dramático a su vida, cambiándola por completo. Soportaba a los clientes especiales de Aidan ahí porque no podía irse a ninguna otra parte, pero eso no impedía que le molestara muchísimo. Tampoco le gustaba que el librero los tratara como si fueran gente normal.


― Supéralo, Julian. Los tiempos han cambiado.


― Sabes de lo que se alimentan. ¿Cómo puedes ayudarles?


― No matan a nadie. Ya ni siquiera se alimentan de gente, solo de los bancos de sangre. Y solo son libros sobre su historia. Jamás han roto la tregua en el tiempo que llevan viviendo aquí.


― Ese era de magia. — replicó el fantasma, fulminándole con la mirada. Aidan le ignoró, encaminándose hacia una de las estanterías.


― Karl quiere encontrar un hechizo que le haga completamente inmune al sol. El que aun pueda hacerles daño le molesta. Pero no va a encontrar nada ahí para eso.


― Pero el libro…


― No soy estúpido, ¿vale? Puede que Karl y su nido controlen lo que comen, pero otros no lo harán. Y él no va a estar aquí para siempre vigilando a los suyos. — le interrumpió, sacándole un bufido incrédulo. ― No voy a darles nada que pueda hacerles demasiado poderosos. Hay un equilibrio que mantener.


― En mis tiempos se les cortaba la cabeza y punto. A la mierda el equilibrio ese del que hablas.


Aidan rio por lo bajo y colocó unos libros en la estantería. Que él supiera, Julian jamás se había enfrentado a un vampiro. Pero si conoció a alguien que se enfrentó con un nido en su época. De ahí que supiera como matarlos realmente.


― Podemos estar discutiendo esto para siempre. Lamentablemente, no dispongo de todo tu tiempo libre, Julian. Mientras no hagan nada que rompa el pacto, seguirán teniendo mi permiso para entrar y comprar. Así ha sido durante más de un siglo y así seguirá siendo.


― Espero que no tengas que arrepentirte de esa decisión…


El joven se detuvo, preocupado.


Un par de semanas atrás encontró un viejo diario en una subasta donde solía ir a buscar entre los puestos de antigüedades. Gracias a sus contactos supo que su dueño fue un antiguo miembro de La Orden durante el siglo XIX. Un grupo que no le resultaba para nada desconocido.


Todo eso no habría quedado como una simple anécdota si su don no se hubiera vuelto loco al tocarlo. Sus poderes empáticos le regalaron una muy desagradable visión de todo lo que había allí escrito.


Un día después se tropezó con la primera víctima, mientras regresaba a casa tras realizar un recado en el banco. La chica había sido asesinada y su cuerpo colocado exactamente igual que había visto en su visión.


Y si hacía caso a lo que relataba el diario… Algo muy malo había llegado a la ciudad para quedarse.


― Me preocupa más lo que ha dicho Rolf sobre el asesino. — volvió a caminar, esa vez hacia una estantería al fondo de la tienda. ― Si hasta ellos mismos lo consideran un animal, ¿qué puede ser?


― Tengo una lista de una veintena de bichos sobrenaturales que han podido hacer algo así pero a veces es más simple, Aidan… Una persona. Los humanos podemos ser capaces de cosas más horribles que cualquier monstruo de cuento.


― ¿Crees que no hay nada sobrenatural en ese asunto?


― ¿Y tú? — Aidan dudó un segundo, antes de dirigirse de nuevo hacia la parte de atrás del local.


― ¿Recuerdas ese diario del que te hable? ¿El que encontré hace unas semanas en el mercadillo?


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Published on November 28, 2018 02:00

November 26, 2018

Todo está conectado: La relación entre todas mis novelas.

Todo está conectado: La relación entre todas mis novelas.


La relación entre todas mis novelas.

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Cuando digo (y lo repito mucho, lo sé. Soy una plasta con ese tema) que mis novelas están relacionadas, no exagero.


Mis novelas están todas ambientadas en el mismo universo. Sus personajes se cruzan entre historias, se relacionan entre ellos, forman parte del mismo mundo y les afectan las acciones de los otros.


Luchan todos contra el mismo enemigo.


¿Te gustan las teorías conspiratorias? XD ¡A mí me encantan!


No digo que me las crea. No soy de las que insiste en ellas, porque no. Pero si creo que ciertas cosas no pasan por casualidad o destino. Hay ocasiones en las que suceden cosas que afectan al curso de la historia y no pienso que todas sean fortuitas.


Pero cosas a nivel realista.


También me encantan las teorías de grupos que controlan a los gobiernos en la sombra. Como los Illuminati o los Templarios en su época.


Ahora hay alguno nuevo pero ya estoy desfasada en ese tema.


Así que, con semejantes ideas, imagina esto… una organización que lleva siglos en la sombra, no controlando, si no… “protegiendo” a la humanidad de las criaturas sobrenaturales que se desmandan o se convierten en una amenaza para el mundo tal y como lo conocemos.


Imagina un dragón al que hay que eliminar, porque está prendiendo fuego a media California y las noticias achacan los incendios una y otra vez a pirómanos o descuidos.


Imagina el poder y la influencia de esa organización si puede manipular los medios y a los gobiernos de esa manera para hacer creer a la sociedad de un mundo entero que nada raro está ocurriendo.


Imagina ahora que los que se descontrolan son ellos.


Ya te comenté, cuando hice el post sobre la película John Wick, que uno de los puntos que más me gustaba del guion era esa sociedad de asesinos ocultos entre las personas normales. Como era absolutamente genial y espeluznante a la vez esa escena en la que todos los que pasean en el parque se detienen a la orden del jefe principal demostrando que son muchos y están en todos lados y no estás a salvo jamás.


Quería que mi Orden fuera igual.


La Orden no empezó siendo peligrosos. Pero como todo lo que los humanos tocamos, se estropeó a causa de la codicia y los prejuicios.


En vez de evolucionar y aceptar los cambios que provocaron las treguas entre las razas mágicas, decidieron seguir estancados en el pasado.


¿Te suena? ¿Cuántas veces hemos visto gente que se niega a avanzar con el tiempo?


Al principio resultaban útiles ya que las razas mágicas estaban en guerra entre ellos, poniendo a los humanos en peligro. Además, de que también los atacaban por gusto, miedo o necesidad. Pero las razas han encontrado un equilibrio, viviendo entre los humanos sin hacerles daño ni llamar la atención sobre ellos.


La Orden aun sigue luchando contra ellos como si siguieran en el siglo XV.


Y, como decía antes y volviendo al tema principal de este post, todo lo que haga La Orden afecta a todos los personajes de las novelas.


Fueron sus acciones lo que causó que apareciera Jack y, por lo tanto, Aidan y Charles se conocieran.


Fueron sus acciones lo que convirtieron a Charles en lo que es hoy en día y que este acabara apareciendo y ayudando a Paul o Will.


Fueron esas mismas acciones las que hicieron regresar a Arthur y que Kamelot se involucrará en la guerra que empezaba sin que nadie lo notará.


Y son esas acciones las que reunirán a Astrid y Alec y los meterá de cabeza en una aventura que será otro paso más de este universo.


Me encanta hilarlo todo muy fino para que encaje. Es la parte más divertida de escribir esto. Y, créeme… cuando acabe este universo voy a echarlo muchísimo de menos.


¡Pero primero habría que acabarlo y aun le queda un rato!


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Published on November 26, 2018 02:00

November 23, 2018

Resumen semanal: del 19 al 23 de noviembre. : Resumen semanal: cuarta semana de noviembre

Resumen semanal: del 19 al 23 de noviembre. : Resumen semanal: cuarta semana de noviembre


Resumen semanal: del 19 al 23 de noviembre.

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Lunes.


Comenzamos la semana con un nuevo post sobre la gran combinación de Netflix y Marvel. Una combinación que le está dando grandes alegrías a la cadena privada.


 


Martes.


Sigo pensando…


 


Miércoles.


Como la semana pasada acabamos el relato Dioses y demonios y no tengo ninguno preparado aun (pero está en proceso), he decidido poner Jack T.R. por capítulos semanales en el blog. ¡Recuerda que está para descarga gratuita en la tienda del blog!


 


Jueves.


¡Llegó el día de enseñar la portada de Dagas de venganza!


¿Tienes curiosidad? ¡Pues corre al post!


 


Viernes.


Y se acabó la semana por fin.


¡Aleluya!


 


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Published on November 23, 2018 01:00

November 22, 2018

Vistazo en exclusiva a la portada de Dagas de venganza.: Dagas de venganza: ¡La portada!

Vistazo en exclusiva a la portada de Dagas de venganza.: Dagas de venganza: ¡La portada!


Dagas de venganza: ¡La portada!

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¡Pues aquí está!


Por fin puedo enseñaros la portada de mi nueva novela, Dagas de venganza.


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¿A qué es preciosa?


Esta maravilla es obra de David Orell.


Si necesitáis una portada preciosa y bien hecha, entrad en su blog y poneros en contacto con él.


Recuerda que Dagas de venganza saldrá a la venta el día 20 de diciembre.


¡No queda nada!


Sinopsis:


Mientras Nueva Orleans sucumbe a la gran fiesta, Astrid Samaras aparece en la ciudad siguiendo la pista del asesino de su familia, y no quiere que nada la detenga. Sin embargo, su plan se verá interrumpido por La Orden por lo que se verá obligada a posponer su sed de venganza.


Pronto conocerá a Alec Patterson, un joven e inexperto policía que está investigando una extrañas desapariciones, y será en un callejón donde Astrid y Alec tendrán que unirse a marchas forzadas para desentrañar el último plan de la milenaria organización contra la Comunidad Mágica.


Dagas de venganza es la quinta entrega que continua la saga La comunidad Mágica Vs. La Orden.


La entrada Vistazo en exclusiva a la portada de Dagas de venganza.: Dagas de venganza: ¡La portada! se publicó primero en Eva Tejedor : Mi aventura de escribir.

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Published on November 22, 2018 01:00

November 21, 2018

¡Ahora, gratis! : Jack T.R. : Capítulo 1.

¡Ahora, gratis! : Jack T.R. : Capítulo 1.


Capítulo 1


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Sus ojos azules se abrieron de par en par, atemorizados.


 


Una rata chilló y corrió hacia ella, saltando entre los charcos que abundaban en el suelo y pasó por su lado antes de huir y perderse en la oscuridad.


 


Como ella deseaba hacer.


 


Sin embargo estaba corriendo desesperada en dirección contraria. Tropezó al interior de ese callejón que los clientes masculinos del bar solían usar cuando no querían esperar su turno en el baño y acabó cayendo al rompérsele uno de sus tacones en una grieta.


 


Se giró, quedando sentada en el sucio suelo, haciendo caso omiso al tacto pegajoso del asfalto bajo sus manos y a las lentejuelas que empezaban a desprenderse de su frágil falda, brillando levemente en la mortecina luz de una farola cercana.


 


Frente a ella la muerte la acorralaba, cerrándole el paso, como un lobo a su presa.


 


Por un segundo deseó estar teniendo una pesadilla. Una de la que pudiera despertar, a salvo en su cama y no ahí, rodeada por contenedores de basura y paredes sucias, cubiertas de carteles desgarrados del último espectáculo de strippers que actuaron la semana anterior.


 


No en aquel lugar, con el sonido de la gente divirtiéndose en el bar y la música estridente del interior como banda sonora de su futura muerte.


 


Porque estaba segura de que iba a morir esa noche.


 


Quería gritar para pedir ayuda, pero no conseguía que le saliera la voz. El miedo y el dolor, producido por un profundo corte en su hombro izquierdo, eran tan grandes que le impedían articular sonido alguno y paralizaban su cuerpo empapado de sudor frío. Solo era capaz de emitir gemidos entrecortados.


 


Con torpeza se llevó las manos a la herida en un vano intento de detener la sangre que manaba sin parar, viendo como sus manos y su top blanco se teñían de rojo rápidamente. Se arrastró un par de metros, sus rodillas raspándose contra el duro asfalto y rompiéndose las medias, tratando torpemente de huir de aquel monstruo.


 


Pero era inútil y lo sabía.


 


No existía escapatoria. Estaba en un callejón sin salida.


 


Pero se negaba a morir. Tan solo tenía veintiocho años y aun le quedaban muchas cosas pendientes. Ahora lamentaba no haber aclarado las cosas con su hermana. Ya no podría hacer las paces con ella y ver al fin a su sobrino, al que no conocía a causa de una estúpida discusión.


 


Estaba atrapada con un monstruo que jamás la dejaría salir de ahí con vida.


 


Ese pensamiento la hizo temblar aún más, el pánico atenazándola y sacándole sollozos mientras su vista se nublaba a causa de las lágrimas.


 


Los rizados mechones de su larga y sedosa melena negra cayeron sobre sus ojos, entorpeciéndole más la visión, cuando aquella cosa agarró su brazo con una fuerza antinatural y la alzó del suelo con un violento tirón. Como si fuera una muñeca de trapo, desencajándole el hombro y sacándole un grito ahogado de dolor.


 


Lo único que pudo ver con claridad al enfrentarse a él fueron sus ojos.


 


No los olvidaría nunca. Era incapaz de apartar la mirada de ellos. Ni siquiera cuando sintió la fría y afilada hoja del cuchillo clavándose nuevamente en su carne y rasgándola pudo desviar la vista.


 


El asesino la hizo girar entre sus brazos y le cortó el cuello. Con extremada lentitud.


 


–  Tú serás mi mayor obra, querida. — le susurró al oído, mientras la tumbaba boca arriba en el suelo.


 


A los cortes en la garganta se sumaron otros más en la cara, en el pecho, en los brazos al tratar de cubrirse y minimizar un daño que ya era inconmensurable. El golpe de gracia, el que la dejó finalmente rindiéndose a lo inevitable, fue en el estómago. El cuchillo se hundió en su interior hasta la empuñadura, subió y ya no se detuvo.


 


Mientras la vida se le escapaba a borbotones y oía la estridente risa de su asesino, su último pensamiento fue para esos ojos dorados. Ni siquiera prestó atención a que estaba abriéndola en canal como si solo fuera un pedazo de carne.


 


Aquellos aterradores y diabólicos ojos que no dejaban de mirarla, brillando anti naturalmente de satisfacción, observándola morir.


 


Charles Andrews despertó bruscamente, encontrándose en su cama y no en aquel callejón de su sueño. Jadeaba entrecortado, con el corazón a mil por hora haciéndole sentir mareado y sin poder dejar de tocarse el cuello donde aún sentía el roce fantasma del cuchillo. La vieja camiseta gris de “The Police” que usaba para dormir estaba empapada de un sudor frio que pegaba el algodón a su piel. Notaba el sabor de la bilis en la garganta, sabiendo que estaba muy cerca de vomitar lo poco que cenó la noche anterior.


 


Para cualquier persona normal, eso podría ser producto de una horrenda pesadilla.


 


Pero él no era alguien normal y una pesadilla ordinaria no le tendría temblando de puro terror y sin aliento. Sabía que ni siquiera todo lo que sentía era exclusivamente suyo. Todavía podía notar el miedo de la chica con la que había soñado, escuchar sus intentos de pedir ayuda, oler la sangre en el aire…


 


Notar el aliento del asesino cuando le susurró al oído.


 


Odiaba sus sueños. En específico los de esa clase.


 


En su familia, en cada generación, siempre existió un miembro que podía ver el futuro mientras dormía. Su padre, por ejemplo. Y, antes que él, su abuelo y su bisabuelo. Toda su rama paterna nació con ese don. Charles prefería llamarlo maldición aunque, probablemente, era una cuestión de perspectiva.


 


Él era uno de los últimos que quedaba con esa habilidad. Sufría, porque no había otra palabra mejor para expresarlo, sueños premonitorios.


 


En cada miembro de su familia esos sueños se manifestaban de manera distinta. Su padre podía ver sucesos con varios días de antelación, mientras que su abuelo veía cosas que podían estar sucediendo en otras ciudades. Charles los vivía en directo, sin opción a poder hacer algo para intervenir.


 


No había una razón que explicara el por qué sus sueños eran de esa manera y, para ser sinceros, tampoco se molestó en investigarlo o consultarlo cuando comenzaron, siendo él un adolescente. Bastante tuvo con lidiar con lo que veía.


 


Pero ese no era el mejor momento para ponerse a pensar en ello.


 


Alguien había muerto esa noche.


 


La chica de su sueño murió asesinada exactamente de la misma manera que él lo había visto y sintió cada cuchillada, cada intento de escapar, cada respiración hasta que su vida terminó. Cada instante con todo lujo de detalles, pero lo más importante, lo fundamental se le escapaba… no había podido ver al asesino.


 


¿Para qué le servía su don si era incapaz de evitar que sucediera lo que soñaba?


 


¿Por qué no podía verlo a tiempo para poder actuar y salvar a la víctima?


 


¿De qué le valía si nunca conseguía ver el rostro de quien realizaba esos actos terribles?


 


Esos sueños solo le desesperaban y frustraban hasta cotas inimaginables.


 


También eran la razón por la que acabó haciéndose policía. Si no podía hacer nada para impedirlos, haría algo para dar algo de paz a quienes veía morir y sus familias.


 


Con un gruñido, decidió levantarse por fin y prepararse.


 


Salió del dormitorio y se encaminó hacia el baño para tratar de borrar esas imágenes de su mente bajo el chorro de agua caliente. El frío del invierno y el sudor que cubría su cuerpo le hicieron estremecerse a pesar de que ya había encendido la calefacción.


 


Al mirarse en el espejo vio las ojeras oscuras que empezaban a profundizarse bajo sus ojos marrones. Hacía algún tiempo que no dormía bien, desde el primer asesinato, cuatro días antes. El cansancio hacía que su piel estuviera más pálida de lo habitual, casi cenicienta y que las pocas arrugas de expresión que solía tener estuvieran más marcadas.


 


Tras una corta ducha, regresó al dormitorio y preparó su ropa. Traje negro, camisa blanca de lino, abrigo de lana, corbata de seda burdeos… regresar a la cama estaba descartado a pesar de ser las seis de la mañana.


 


Hizo un no muy entusiasta intento de peinar su alborotado cabello castaño, el cual siempre decidía por su propia cuenta como quería estar, hiciera él lo que hiciera, y se tocó la barba, ya de una semana. La observó, crítico. Empezaba a verse canas en la barba. Probablemente sería mejor afeitársela, pero ese día no tenía ánimos para hacerlo.


 


Desechó la idea de desayunar y se limitó a tomarse un par de ibuprofenos para la futura jaqueca que ya andaba rondándole. Desayunaría con su compañero cuando acabaran con la escena del crimen. Era un ritual que ambos tenían desde que empezaran a trabajar juntos y lo mejor para asegurarse que no ibas a quedar en ridículo delante de todos los compañeros vomitando cuando el olor o la visión del cadáver te revolviera el estómago.


 


Se sentó en el sofá, frente al televisor e hizo un poco de zapping para matar el tiempo hasta que recibiera el aviso. Dejó el canal de noticias, donde un presentador con más Botox que Cher, hablaba sobre la muerte de un multimillonario en Nueva York.


 


Necesitaba despejar su mente del sueño para poder centrarse en el caso al que inevitablemente le iban a asignar.


 


Efectivamente, media hora después su móvil sonó.


 


— Detective Andrews. — contestó con la voz ronca. Aun sentía un poco adolorida la garganta por los gritos que esa pobre muchacha no había podido dar. Esperaba que su vecina no volviera a preguntarle que hacía por las noches para gritar tanto. La primera vez ya fue lo suficientemente bochornoso. — Aja… estaré allí en veinte minutos.


 


El aviso fue en el Parque Meyering, a menos de un kilómetro de una zona de bares ligeramente conflictiva. Un lugar frecuentado por familias con niños pequeños y corredores durante el día, pero, al anochecer, se convertía en el punto de encuentro favorito de yonkis y prostitutas. No era recomendable pasear por allí pasadas las diez de la noche, si se quería regresar con la cartera intacta.


 


Un hombre que hacía jogging con su perro fue quien descubrió el cuerpo y llamó a la policía. Le estaban tomando declaración cuando Charles aparcó su Chevrolet Camaro, veinticinco minutos después de recibir la llamada. Había varios coches patrulla rodeando el lugar, las luces tiñendo de rojo y azul la nieve que cubría los árboles.


 


Vio a su capitán inmerso en lo que parecía una acalorada conversación con el jefe de prensa del alcalde, un tipo verdaderamente detestable que era capaz de vender a su madre si con eso conseguía más votantes para su jefe.


 


No era extraño el verle allí. Un asesino en serie daba muy mala prensa a cualquier ciudad. Probablemente estaba amenazando al capitán Murphy con despedirle si no atrapaban pronto a ese asesino. Y, por la expresión de su jefe de departamento, este se estaba conteniendo para evitar mandarlo al diablo.


 


― ¿Qué tenemos? — preguntó al ver a su compañero, Gordon Henricksen, parecía haber dormido incluso peor que él, si las ojeras que tenía bajo sus ojos azules eran una indicación.


 


Su compañero llevaba el abrigo arrugado, el cabello pelirrojo despeinado y tampoco se había afeitado. Probablemente, ni siquiera llegó a su cama esa noche. Había sido padre un par de meses antes y la pequeña no les estaba dejando dormir una noche entera ni a él ni a su mujer.


 


― Nada bueno.


 


El detective podía oír a sus espaldas a dos novatos, un par de críos recién salidos de la academia, recuperándose después de haber vomitado todo el desayuno tras ver esa masacre. Y no era para menos. Incluso a él, que ya sabía que iba a encontrarse, la visión le hizo sentir enfermo.


 


La víctima era una chica de unos treinta y de cabello negro largo y rizado, tal como vio en su sueño. Iba vestida con una falda negra de lentejuelas muy corta y un top blanco. O debió ser blanco antes de que su sangre lo tiñera de rojo. A unos dos metros de su cuerpo se podían ver su pequeño abrigo de piel sintética negro y un bolso a juego con la falda. No había ni rastro de sus zapatos por ninguna parte.


 


La falta del calzado no le resultó una sorpresa. Probablemente, se le cayeron al trasladarla desde la verdadera escena del crimen hasta ahí. Debían encontrar ese callejón para procesarlo.


 


Esperaba que llevara algún documento en ese bolso, porque su cara estaba prácticamente irreconocible. Le habían golpeado brutalmente y cortado en el rostro, desfigurándola. Tenía, además, múltiples heridas de arma blanca por todo el cuerpo.


 


Un corte largo y profundo en la garganta, de izquierda a derecha. Podía incluso ver el hueso… Charles intentó centrarse en las pistas que le daba el cuerpo y no en lo demás.


 


Otro corte atravesaba su torso de arriba a abajo, dejando su interior expuesto de manera macabra.


 


Había mucha sangre alrededor del cuerpo, tanta que la nieve estaba completamente manchada, pero no la suficiente como para que los forenses pensaran que era el sitio donde había sido asesinada y parecía que habían extraído algunos órganos. Podía ver los intestinos enrollados pulcramente y colocados sobre el hombro izquierdo de la víctima, mientras que algo que parecían ser el estómago y los riñones estaban en el suelo, junto a la cabeza.


 


Tendrían que esperar al informe del forense para saber cuál de ellos faltaba, porque era obvio que así sería.


 


No muy separado del cuerpo, sobre la nieve y escrito con la sangre de la víctima, tres letras.


 


“J.T.R.”


 


Igual que en el caso anterior. ¿Qué podían significar?


 


― ¡Joder!


 


― Y que lo digas. Los novatos no han sido los únicos que han perdido el desayuno por ver esto. — Charles arqueó una ceja divertido a su compañero, sacándole una mueca. — Como si tú no estuvieras a punto de hacer lo mismo…


 


― Lo haría si hubiera desayunado, que no ha sido así. No aprendes. Nunca vengas a una escena del crimen recién desayunado. ― rio, sacando un gruñido descontento a su compañero. ― ¿Habéis encontrado los zapatos de la víctima? — Henricksen miró hacia los pies descalzos de la chica.


 


― No hay rastro de ellos por ninguna parte. Los patrulleros ya han estado buscando sin encontrarlos.


 


― Está claro que la chica no murió aquí. No hay suficiente sangre para semejante carnicería. Tuvo que recogerla en algún bar o algo por el estilo. — su compañero meditó en silencio un minuto antes de volver a hablar.


 


Sabía lo que estaba haciendo. Repasaba los locales cercanos a la zona. Saberlos no era imprescindible, pero si muy útil en su trabajo. Y si Charles no recordaba mal, había escuchado música donde la atacaron. Debía venir de un bar muy cercano.


 


― Hay pocos sitios lo bastante cerca de este lugar en los que pudo estar. Eso contando que no se alejara demasiado de donde la secuestró, claro. O que no sea una de las prostitutas de la zona.


 


― No pudo ser muy lejos o no habría tanta sangre aquí. Y no tiene pinta de prostituta. Lo sabremos con más seguridad cuando comprobemos si tiene antecedentes, claro. – respondió Andrews, evitando mirar demasiado a la chica. — Mover el cuerpo también coincide con el modus operandi de este tío y ha vuelto a dejar su firma.


 


― Hasta que no lo comprueben los forenses… Pero todo coincide con la otra víctima.


 


― No se ensañó tanto con la primera.


 


Con la anterior chica (Loretta, veintinueve años, castaña, trabajaba en un bar cercano a donde la encontraron y tenía antecedentes por trapichear con cocaína) no hubo paliza. Solo tenía heridas de arma blanca en el cuello y abdomen, pero no en brazos y, desde luego, no tenía la cara destrozada a puñetazos.


 


― ¿Tal vez lo interrumpieron? La otra escena era un desastre. Esta no. Parece que incluso hay una especie de siniestro orden.


 


― Tendría más sentido. La pobre ni siquiera lo vio venir. – Eso fue lo que dijo el forense. A la chica la habían inmovilizado por detrás y cortado la garganta antes de que pudiera emitir algún ruido. No tuvo ninguna oportunidad. ― ¿Pero por qué tanta violencia con esta?


 


― ¿Quién sabe qué pasa por la cabeza de un monstruo así?


 


El detective negó en silencio.


 


Monstruo… ojalá fuera tan fácil.


 


En la ficción siempre podías averiguar enseguida quien era el monstruo porque su maldad se reflejaba en su aspecto exterior.


 


En la vida real, estos se escondían bajo la fachada de una persona normal. Podía ser cualquiera. El cartero, el chico que repartía en el supermercado, o simplemente, ese tipo con el que siempre te cruzabas en el metro y del que no sabías absolutamente nada.


 


Y si todo era parecido a la anterior escena, este cabrón no habría dejado ninguna pista para encontrarle salvo su firma. Ni huellas, ni ADN, ni una fibra… nada.


 


Quién fuera ese bastardo, sabía lo que hacía y era extremadamente cuidadoso.


 


Andrews alzó la vista, paseándola por los alrededores de la escena, odiando el momento en que permitió a su compañero convencerle para dejar de fumar y deseando tener un cigarrillo.


 


Entonces le vio.


 


El chico no llamaba la atención por nada en especial. Era alguien normal, más bien del montón. Con no más de veinticinco, pelo oscuro oculto bajo una gorra gris, vestido con vaqueros y sudadera de los Chicago Bears debajo de una cazadora gruesa negra y algo más alto que él. Miraba horrorizado lo que podía vislumbrar del cadáver, como todos los curiosos a los que los agentes de a pie no conseguían alejar lo suficiente.


 


No, no llamaba para nada la atención.


 


Pero él le había visto antes.


 


No conseguía ubicar su rostro, pero estaba seguro de haberle visto antes de ese momento. Era muy bueno memorizando caras.


 


― Oye, Henricksen. ― Charles se giró hacia su compañero, desviando por un segundo la mirada del muchacho y tratando de hacer caso omiso del cuerpo inerte cerca de ellos.


 


― ¿Sí?


 


― ¿Habéis sacado algo de quien encontró el cuerpo?


 


― ¿El del perro? Aun le siguen tomando declaración. — respondió el otro, señalando por encima de su hombro, poniéndose en pie. Efectivamente, dos agentes seguían tomando testimonio al asustado hombre que acariciaba distraído a un bonito golden retriever que él viera al llegar. ― Estaba paseándolo mientras hacía jogging por el parque y se lo tropezó. Pero no creo que viera nada más que eso. ¿Por qué?


 


― ¿Ese chico de ahí no te suena de algo? Creo que lo he visto antes.


 


― ¿Qué chico?


 


Pero al girarse para señalárselo, el muchacho ya había desaparecido del lugar. Seguramente habría satisfecho su curiosidad y estaría camino de su casa o su trabajo.


 


Suspiró cansado. La falta de sueño le estaba volviendo paranoico.


 


― Nada… olvídalo. Vamos, te invito a un café mientras esperamos a que levanten el cadáver.


 


No fue hasta unas horas después, ya en su escritorio y con las fotos de las dos escenas de los asesinatos en sus manos para comparar, que volvió a pensar en aquel joven.


 


Estaba revisando las fotos que los agentes hacían a los alrededores de las escenas y lo vio. En algunas ocasiones, con casos peculiares como ese, solían tomar instantáneas a la gente que curioseaba. Muchas veces los autores de los crímenes volvían para ver el resultado de su hazaña y regodearse en ella o, incluso, ofrecían su ayuda.


 


Había para todos los gustos, por desgracia.


 


Y ahí estaba él. En las fotos del primer asesinato, entre los curiosos. Las dos escenas estaban muy separadas la una de la otra, casi cada una en un extremo distinto del distrito. Resultaba muy curioso que estuviera por los dos sitios el mismo día y en el mismo momento en que se descubrían los cuerpos.


 


Demasiada casualidad.


 


Y, la mayor parte del tiempo, en su trabajo eso no existía.


 


Mientras esperaba a que el forense empezara la autopsia decidió investigar eso por su cuenta.


 


¿Quién sabia?


 


En casos así no se debían dejar nada al aire.


 


¡La semana siguiente más!


 


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Published on November 21, 2018 01:00

November 19, 2018

Un buen combo: Marvel y Netflix.

Un buen combo: Marvel y Netflix.


Marvel y Netflix. Un buen combo.

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Hay dos cadenas que se están poniendo las botas con las series de super héroes.


La CW con los héroes de DC Comics y Netflix con los de Marvel.


Hoy te voy a hablar de los segundos.


Netflix ha encontrado un filón con los comics de Marvel y están usando los héroes más callejeros para triunfar.


Mientras en el cine, Marvel vende a Iron Man, el Capitan America, Thor, Hulk, Los Guardianes de la Galaxia, Black Panther… Netflix usa a los super héroes más terrenales, como DareDevil, Jessica Jones, Luke Cage y Iron Fist. (Me han cancelado Luke Cage y Iron Fist. ¡Herejía!)


Han sacado una serie, con dos temporadas por ahora (menos Dare Devil que ya tiene tres), de cada uno y una también de todos juntos en The Defenders, que fue simplemente maravillosa.


Adoro esa conexión entre todos, porque… a ver, viven en la misma ciudad. Nueva York no es tan grande como para no tropezarse entre ellos.


Incluso mencionan (de pasada) lo ocurrido en las películas, como la invasión alienígena, el pánico causado por ello y el descubrimiento de gente con poderes.


Toda esa conexión y la conexión entre los malos de cada uno y como les afectan las cosas que hacen los demás en sus respectivas series… adoro eso, porque es lo mismo que quiero e intento poner en mis novelas, que todo esté perfectamente conectado y que todo afecte a los demás.


¿Es esa la razón por la que el universo Marvel está triunfando tanto?


A parte de que los productores están tocando la fibra sensible a gente de mi quinta y con mis gustos y que ahora esté de moda ser friki y fan de series y comics, hay una razón por la que las películas de Marvel sacan millones en taquilla.


Por ejemplo, Black Panther, un super héroe que no es tan conocido como el Capitan America y que ha sido de los mayores éxitos de Marvel.


¿Por qué?


A parte de la historia, que es buena, el ideal de civilización que es Wakanda y lo bien que encaja en el universo Marvel, Black Panther ha tocado la fibra de dos segmentos: las mujeres y la comunidad afroamericana.


Los segundos son obvios. Les han hecho conocer a un héroe con el que identificarse. Y un héroe maravilloso, noble, fuerte y con carisma.


Las mujeres también, porque nos han dado un rey protegido por un ejército de elite de mujeres y dirigido por la más fiera de todas. Una reina madre de armas tomar, una princesa que no quiere serlo, solo jugar con sus cacharritos y que trolea al rey.


Y un interés amoroso del rey que no quiere sentar cabeza y quedarse aunque le quiera porque prefiere vivir emociones y aventuras fuera del reino.


¿Cuál es el éxito de Marvel, no solo con las películas, con sus comics que siguen vendiéndose por todo el mundo?


Que saben que los tiempos cambian. Cambian los gustos, la gente, sus lectores ya no quieren heroínas con curvas espectaculares, si no con personalidad y carisma.


No quieren héroes perfectos, si no imperfectos y humanos, con los que identificarse.


Saben que la sociedad avanza y evoluciona, aunque les pese a algunos y no pueden seguir dibujando las cosas igual que en los 70 o 60.


Las series que hacen son también un buen ejemplo de ello.


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Published on November 19, 2018 01:00

November 16, 2018

Resumen semanal: del 12 al 16 de noviembre. : Resumen semanal: tercera semana de noviembre.

Resumen semanal: del 12 al 16 de noviembre. : Resumen semanal: tercera semana de noviembre.


Resumen semanal: del 12 al 16 de noviembre.

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Lunes.


Empezamos la semana con un post sobre tres de los personajes de mi novela Kamelot 2.0 y su relación entre ellos.


Arthur, Merlin y Uther.


Su relación es muy importante ya que es lo que provoca la novela y la leyenda artúrica.


¡No te lo pierdas!


 


Martes.


Sigo buscando…


 


Miércoles.


¡Último capítulo del relato Dioses y demonios!


Acabamos la historia o, más bien, le ponemos un punto y seguido, ya que sus personajes regresarán en un futuro no muy lejano.


¡Espero que te haya gustado este relato!


 


Jueves.


¡La fecha se va acercando!


Ya queda poco más de un mes para que Dagas de venganza esté aquí. Y para celebrar que ya falta poquísimo te regalo el primer capítulo.


¡Enterito para disfrutarlo!


Por cierto, ya tengo mi portada. ¡Hecha por David Orell y es preciosa! ¡Estoy deseando enseñártela y me va a costar la vida no hacerlo antes de tiempo!


Pero hay que esperar un poco aún. La próxima semana te la enseñaré.


 


Viernes.


¡Por fin se acabó la semana! Este finde lo tengo completito y espero que me quede tiempo para descansar algo.


¡Disfruta tu viernes y tu finde!


 


 


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Published on November 16, 2018 01:00