Eva Tejedor Alarcón's Blog, page 23
February 6, 2019
¡Nuevo relato!: Relato: Peripecias escritoriles. Capítulo 1.
¡Nuevo relato!: Relato: Peripecias escritoriles. Capítulo 1.
Pues como la semana pasada se acabó Jack T.R. y hasta que se me ocurra algo mejor que ponerte, te dejo aquí esta chorrada que se me ocurrió una noche que estaba aburrida a más no poder.
¡A disfrtutar!
Peripecias escritoriles. Capítulo 1.
Vamos a decir que esta historia empieza en un momento cualquiera… ahora mismo, por ejemplo.
Ahora mismo es un buen momento para empezar una historia, ¿verdad?
Y vamos a decir que empieza aquí, porque aquí es un buen sitio para empezarla.
Como decía Dorothy, “no hay lugar como el aquí.” O algo así decía.
¡No importa!
Esta historia empieza aquí y ahora porque son el mejor sitio y la mejor hora para ello.
Y vamos a decir que esta historia tiene una protagonista. Una protagonista que, además, es escritora.
Cuando le preguntan cuál es su profesión no dice escritora, porque cobra más bien nada por ello. Pero si se considera escritora. No cobra, pero publica.
O autopublica, que hoy en día es lo mismo.
Una vez leyó en un libro que si lo primero en lo que piensas en la mañana es en escribir y lo ultimo que piensas por la noche antes de dormir es en escribir, entonces, querida, estas jodida.
Eres escritora.
(No era así, pero casi.)
Así que esta historia es aquí, ahora y tiene una protagonista escritora.
Y como toda historia ambientada aquí y ahora y con protagonista escritora, cuenta con la cruda realidad de falta de tiempo para escribir.
Porque aquí y ahora y siendo escritora y no cobrando casi nada por ello, hay que trabajar.
Así que la protagonista que es escritora pero no cobra por ello sale todos los días a las ocho y media de la mañana y no regresa hasta las ocho de la tarde, porque se queda a comer en el trabajo.
Llega del trabajo y se encuentra con un chucho saltarín que quiere salir a pasear porque se está haciendo pipi desde hace una hora, aproximadamente.
Porque esta escritora que no cobra por ello tiene un chucho saltarín y chillón que no calla si no sale y si no come. Y, a veces, ni por esas calla.
Así que la protagonista que es escritora y no cobra coge al chucho saltarín y le da un paseo de media hora para que haga pipi bien y no tenga accidentes nocturnos después. Y mientras pasea al chucho saltarín, va pensando en que va a hacer cuando regrese.
Necesita actualizar el blog, escribir un nuevo capitulo del relato que esta haciendo y acabar ese borrador con el que lleva liada desde hace un par de meses y que nunca acaba porque no tiene tiempo.
Pero cuando vuelve a casa con el chucho saltarín menos saltarín ahora porque ya ha hecho pipi se da cuenta de que tiene que hacer la cena y la comida del día siguiente. Porque se quedará a comer en el trabajo pero de tupper, que la cosa está chunga y cara y tampoco le pagan tanto en el curro.
Y mientras corta cebollas piensa en el capitulo del relato. La escritora que no cobra por ello está pensando seriamente en matar al personaje si este no participa un poco más con la historia, que esta en modo rebelde sin causa On.
Cuarenta minutos después está barajando temas para el siguiente post mientras se zampa un filete con patatas, dándole trocitos al chucho saltarín que ha vuelto a saltar porque ha olido carne asada y eso siempre le convierte en perro muelle.
Para cuando acaban de comer, ya son las once de la noche y hay que ducharse porque ducharse por las mañanas y madrugar media hora más para hacerlo es una ridiculez. Nada que te haga madrugar más es inteligente. Punto.
Ducharse, secarse el pelo que luego una se levanta pareciendo Goku si no lo hace y preparar las cosas para el día siguiente y ya son las doce, hora de dormir porque hay que levantarse a las seis y media y ya no queda tiempo para nada más.
Y así, la escritora que no cobra por ello no ha podido escribir nada de nada porque el tiempo se esfuma como si fuera David Copperfield.
«Mañana.» piensa mientras apaga la luz.
Mañana será otro día y se organizará de otra manera para poder hacer algo.
Porque si, el optimismo es gratis.
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February 4, 2019
Mis libros favoritos: Reina Roja de Juan Gómez-Jurado
Mis libros favoritos: Reina Roja de Juan Gómez-Jurado
Mis libros favoritos: Reina Roja de Juan Gómez-Jurado.
Te he hablado de Todopoderosos, uno de mis podcast favoritos y lo que eso me hizo descubrir. Tres cómicos maravillosos (Arturo, Monaguillo y Javi Cansado), un director de cine excepcional (Rodrigo), un dibujante de comics del que presumir (Carlos Pacheco) y un escritor talentoso a más no poder (Juan).
Y del escritor y su ultima novela vengo a hablarte hoy.
Juan Gómez-Jurado no solo es uno de los mejores escritores españoles de la época. También lo es del mundo.
Sus novelas se han traducido a cuarenta idiomas y se venden en todo el planeta. Encima, son adictivas. Las empiezas y no paras hasta acabarlas.
Si además tenemos en cuenta que su autor es lo más majo y sencillo del mundo, apaga y vámonos. Juan es capaz de pasar tres horas firmando, que le cierren la librería donde está y ponerse a firmar otras dos horas más usando una papelera o lo que pille de mesa en mitad de la calle para que nadie se vaya sin firma.
Como persona es un amor. Y yo no soy imparcial con él porque me hizo gracia desde el primer Todopoderosos, la verdad. (Él dice que eso es imposible, pero si alguien sabe tanto de Batman y te lo explica tan bien y defendiendo al personaje, para mi ya es lo más)
Pero si puedo ser imparcial con su obra.
Reina Roja, su ultima novela por ahora, es algo que no se puede explicar sin hacer spoilers, así que ni voy a molestarme en hacerte un resumen. En serio, lo vas a agradecer cuando la leas. Si puedo decirte que engancha, que acabas diciendo lo de “otro capitulo más y me voy a dormir” y no duermes al final. Que sus personajes son fascinantes, realistas, con los que empatizas sean lo que sean. Sufres con ellos, vives con ellos.
La narración es rápida, con un lenguaje ligero y mil referencias que pillas al vuelo.
Vale, a lo mejor no soy tan imparcial con su obra XD
Pero esa novela es simplemente genial. Y Juan es de los que cuida hasta el ultimo detalle de la historia para que todo vaya hilado hiladito.
Hasta el ultimo jodido detalle.
Y no sabes lo mucho que se agradece.
Sacó la novela en noviembre del año pasado, así que si aun no la has leído, estás tardando.
Yo, mientras, esperaré a que escriba la siguiente escuchándole en los podcast.
320 minutos al mes, Juan.[image error]
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February 1, 2019
Resumen semana: del 28 de enero al 1 de febrero: Resumen semanal: última semana de enero
Resumen semana: del 28 de enero al 1 de febrero: Resumen semanal: última semana de enero
Resumen semanal: del 28 de enero al 1 de febrero.
Lunes.
En el post de esta semana te cuento mis planes de futuro y la de ideas que tengo para este año. Y esperando cumplirlas todas, claro.
Miércoles.
¡Último capítulo de Jack T.R.!
Se acaba la historia. Averigua como acaba el asunto para nuestros protagonistas y que les deparara el futuro.
Jueves.
Aunque sus personajes me tengan atascada porque no saben llevarse bien, su historia sigue avanzando. Aunque hay que trabajarla un poco más.
Viernes.
¡Se acabó la semana!
Pasa un buen fin de semana y nos vemos el lunes.
Si quieres tener algo entretenido que leer este finde, suscríbete al blog y consigue el relato 3 Hermanos gratis.
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January 31, 2019
¡Nuevo proyecto!: Personajes rebeldes
¡Nuevo proyecto!: Personajes rebeldes
Personajes rebeldes. [image error]
Lo mucho que me gusta escribir solo puede compararse a lo que adoro crear personajes y sus historias.
Por eso, escribir esta nueva historia está resultando tan divertido.
Si, la nueva esa que va a ser un romance paranormal mezclado con algo más, probablemente thriller que es lo que más me gusta.
Pues esa historia tiene dos personajes que me encantan.
Jon y Colby.
Y los muy puñeteros se han pasado ocho capis y un prólogo peleándose.
Hasta ahí bien. Lamentablemente, parece ser que no sé escribirlos cuando se llevan bien.
Cosas que pasan.
Así que estoy un poco atascada con la historia ahora mismo. Pero bueno, mientras estos deciden o no ayudarme, estoy enfrascada en una de las subtrama de la historia.
Esa subtrama que (espero) convierta a la historia en algo menos soso y que la enlace al universo al que pertenece.
Y al final del relato también.
Si no has leído el relato, te aconsejo que lo hagas. Está muy relacionado con todas las novelas y explica algunas cosas que no han salido en ellas.
De hecho, dos de los personajes de 3 Hermanos salen haciendo un cameo en El Guardián. Y el tercero hace una aparición especial en el relato El diario de Charles.
Y los tres tendrán un protagonismo especial en otra novela.
¿Te he dicho que ya casi tengo planeadas las siguientes?
¡Que ya sé cómo acaba esto!
Bueno, más o menos.
Tengo tantas ganas de llegar ahí, que me frustra ir tan despacio. Pero las cosas hay que hacerlas bien, no rápido.
Por otro lado, no quiero acabar porque les tengo mucho cariño a todos los personajes.
No tengo idea de que escribiré cuando termine esta saga. No lo he pensado aún.
Tengo tiempo para meditarlo con calma pero la verdad es que me gustaría empezar lo que fuera antes de acabar. No sé…
¿De qué podría hacerla?
¿Más thriller? ¿Fantasía menos urbana y más épica?
¿Más personajes femeninos?
¿Más romance? ¿Más humor?
Conste que siempre intento poner puntillos de humor en mis novelas, aunque traten del asesino más horrible.
Con Dagas de venganza me lo pasé en grande escribiendo a Astrid y sus salidas de tono raras y las referencias a películas.
Aunque creo que solo las pillaba yo.
En fin, voy a ver si sigo con estos dos y consigo escribirles sin pelear.
Por cierto… ¿Quieres ver cómo son?
Te dejo aquí una fotito de los chicos que inspiraron 3 Hermanos, a ver que te parecen.[image error]
De izquierda a derecha: Jon (Dean Ambrose), Joe (Roman Reigns) y Colby (Seth Rollins).
¿A qué son majos?
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January 30, 2019
¡Ahora, gratis! : Jack T.R. Capítulo 10 y final.
¡Ahora, gratis! : Jack T.R. Capítulo 10 y final.
Capítulo 10
Aidan estaba en su trastienda, frente a la estantería que se encontraba al fondo de la habitación. Movió tres grandes atlas (esos que su abuelo rescató del sótano de una iglesia y que mostraban la ubicación de varios lugares a los que el ser humano no debía ir jamás) para sacar una caja rectangular de madera oscura, cuya tapa tenía un manzano labrado en ella.
La abrió y colocó con cuidado el diario en su interior, envuelto en un trozo de tela blanco.
Mientras volvía a colocar la caja en su sitio y la ocultaba de nuevo tras los tres grandes atlas, deseó no tener que verlo nunca más.
Una hora antes tuvo la última visita de la policía. O, al menos, él esperaba que fuera la última.
Había vuelto a ser interrogado sobre Charles. Al parecer su nombre aparecía en los informes del antiguo detective y consideraron necesario ver si estaba relacionado con los recientes sucesos.
Si ellos supieran…
Los asesinatos de Jack y las muertes de la familia Henricksen en el incendio se habían convertido en un solo caso.
Por lo que había oído, los que fueran compañeros de Charles habían barajado primero la teoría de que Henricksen fue el asesino todo el tiempo, matando a su mujer y a su hija, además de al resto de las víctimas. Las heridas de Angela y el cuchillo encontrado entre los escombros y cenizas de lo que fuera el salón de su casa apoyaban esa teoría.
Pero el testimonio de un testigo que afirmaba haber visto el día del incendio a un hombre que coincidía con la descripción de Charles y la repentina desaparición del detective les hizo cambiar de idea.
Por lo que el ex detective entró en la lista de sospechosos y Aidan dudaba seriamente que saliera de ella algún día. No había manera de demostrar la verdad y Charles no iba a volver para defenderse.
La policía no tenía manera de saber lo ocurrido en realidad y que la niña estaba viva y a salvo, bien lejos de ahí. Aidan no quiso saber a donde la enviaba Charles y este no hizo ningún intento de informarle, pero si le aseguró que estaría con una buena familia y segura.
Habían transcurrido ya tres meses de todo aquello. El ex detective se marchó a la mañana siguiente del incendio, tras reunir unas pocas de sus pertenencias, su coche y la información que deseaba. Con la ayuda de Rolf y sus contactos pudo salir de la ciudad sin que las autoridades le descubrieran.
No era necesario ser un médium ni tener ningún don especial para notar la ira ciega y las ansias de venganza del hombre. El dolor que sentía por perder a sus amigos era inmenso, pero la frustración por no haber descubierto antes lo que aquel demonio hacía con su compañero le estaba matando.
No hubo modo de hacerle cambiar de idea cuando este le pidió ayuda para ponerse en contacto con La Orden para averiguar su relación con ella. Incluso Julian, que era bastante partidario de ellos, trató de disuadirle. Charles estaba convencido de que podría evitar otra desgracia así a personas inocentes si sabía cómo ver los indicios desde el primer momento. Que ese conocimiento unido a su adiestramiento como detective sería muy útil para salvar y proteger gente de una manera distinta a la que había usado hasta ese momento, ahora que no podía ser policía.
Y Aidan no pudo seguir negándose a darle lo que quería a pesar de que de esa manera Charles se convertía, sin saberlo, en un enemigo para él.
Le entristeció pensar que el expolicía pudiera mirarle de manera diferente si supiera su verdadero origen.
La Orden, como bien le dijo, no se detenía demasiado en pensar y juzgar antes de destruir cualquier cosa sobrenatural. Y, la mayoría de las veces, eliminaban inocentes sin una pizca de remordimientos.
Tenían información que muy pocas personas conocían sobre criaturas que nadie pensaba que existían siquiera y eso les hacía terriblemente peligrosos para gente como el librero.
Porque Aidan no era humano. Pretendía serlo, como muchos en esa ciudad. O en el mundo. Pero no lo era.
Él era un mestizo.
Siglos atrás, varias razas no humanas empezaron a vivir a escondidas en las ciudades, en los pueblos, sin que nadie lo notara. Al principio, solo se emparejaban con los de su misma especie, pero en algún punto eso cambió.
Hombres lobo, arpías, brujas, hadas… los mestizos fueron creciendo en número. Nacidos, la gran mayoría, con aspecto humano, pero con algún poder especial.
Gente como él llamaba especialmente la atención de La Orden. Más incluso que los mismos seres originales, ya que eran más vulnerables y se les consideraba una aberración. Unos traidores a su raza.
Pero, a pesar de esa amenaza, los mestizos no se rindieron. Crearon la contraparte de La Orden.
La Comunidad Mágica.
Una sociedad secreta y pacifica que se encargaba de mantener el anonimato de todos los seres sobrenaturales y mestizos en las ciudades a la vez que ocultaba sus secretos y su historia de quien pudiera usarlos en su contra.
Una sociedad que mantenía el equilibrio.
Era por ello por lo que existían lugares como la librería “El pergamino”, por lo que había gente como Aidan y su familia. Ellos eran los encargados de evitar que ninguna raza, mágica o no, sobrenatural o no, tuviera más poder que las otras.
― Ey, ¿estás listo? — Rolf asomó la cabeza al interior de la trastienda y le miró, arqueando las cejas.
Aidan suspiró, regresando al presente y a la tarea que debía enfrentar ese día. Tenía una visita de cortesía que hacer al nido de vampiros, por poco que le gustara.
― Casi estoy. Dame un minuto y cojo mi chaqueta. — se alejó de la estantería donde había escondido el diario para dirigirse hacia otra, que estaba en la pared derecha de la habitación.
No estaba entusiasmado con hacer esa visita.
Los vampiros siempre habían sido cordiales con su gente. Sabían que La Comunidad guardaba el registro más completo sobre su historia, además de libros de hechizos ya olvidados que nadie usaba y a los que era muy aficionado su líder. Karl era muy consciente de ello y nunca disimuló su interés. El viejo vampiro estaba algo más que obsesionado con sus orígenes. Tal vez fuera porque su creador lo dejó a su suerte al poco de traerlo a ese lado. Tal vez no.
Pero a pesar de que su relación con el clan de vampiros local fuera bastante buena, seguía sin hacerle ilusión pasar no sabía cuántos días con ellos. También eran contrabandistas de armas y traficantes de drogas, lo que convertía su guarida en algo muy ruidoso e incómodo. No era el mejor lugar para ponerse a descifrar un manuscrito en russenorsk.
No era que le necesitaran para traducirlo, en realidad. Estaba seguro de que el mismo Karl podría leerlo mejor que él. El chico sabía que solo era una estratagema para no perderle de vista, después de lo ocurrido con el demonio. A su extraña manera, estaban preocupados por su seguridad.
― Está bien. — Rolf entró con cautela en la trastienda, como si esperara que algo le atacase. Aidan casi rio, sabiendo que aguardaba una emboscada del fantasma. ― Oye… ¿Y Julian? No ha aparecido para molestarme.
― Julian se ha ido. Hace una semana me pidió que quemara el relicario. — el vampiro le miró, parpadeando sorprendido al oírle.
― ¿En serio? ¿Y ese cambio de opinión? Pensaba que no quería irse.
― Llevaba una temporada comentándome que tenía problemas para materializarse y que cada vez le costaba más mantenerse corpóreo si hacia algún esfuerzo. — comentó, cogiendo una carpeta marrón de la estantería y guardándola en su mochila. ― Los últimos acontecimientos nos han afectado a todos un poco y creo que tenía miedo de desaparecer sin más o convertirse en un poltergeist.
― Lo imagino. Lo siento, era un tío majo… para ser un fantasma, claro.
― Lo voy a echar de menos, pero ya era su hora de pasar. Llevaba demasiado tiempo postergándolo.
― ¿Quieres hablar de ello? — ese ofrecimiento le hizo sonreír a su pesar. Rolf era de los pocos con los que trabajaba que podía casi considerar un amigo.
― Te lo agradezco, pero no. No es necesario.
Un suspiro triste se escapó del librero al pensar en el fantasma. Julian había sido su compañero durante años. Su marcha no iba a ser fácil de superar porque Aidan no se permitía a si mismo tener muchos amigos.
Cuando, una semana atrás, Julian le comunicó que quería irse no podía decir que le sorprendiera la petición. Había notado que cada vez discutía menos cuando sacaba el tema. Pero le dolió igual.
El fantasma había sido bastante claro al explicar sus razones, pero el chico sospechaba que existía algo más que le hizo cambiar de opinión.
Aidan salió de la trastienda, cerrando bien la puerta tras él y cogió su chaqueta y sus guantes de piel.
― ¿Y tu perro?
― Perra. La he dejado con los de la carnicería de la esquina. No podía dejarla sola sin saber cuántos días voy a estar fuera y ellos la cuidaran bien.
― Bien pensado. Con suerte esto lo traduces rápido. Ya sabes cómo es Karl para los negocios. Los quiere sin complicaciones y en el acto.
― Pues va a tener que ser algo más paciente con esto. No puedo traducirle ese manuscrito en un día, por muy corto que sea. Solo espero que sepa que no va a sacar nada en claro de eso.
Los dos salieron. El sol empezaba a ocultarse y la temperatura descendía rápidamente, haciendo que saliera vaho de sus bocas con cada respiración. La Ducati de Rolf les esperaba aparcada frente a la tienda, negra y reluciente. El vampiro hizo su acostumbrada revisión a los alrededores mientras Aidan se aseguraba que la alarma estaba conectada y todo quedaba bien cerrado con llave.
― Lo sabe. Solo es curiosidad. Sabemos que cualquier cosa «interesante» sobre nosotros no la va a encontrar en EBay, precisamente. — rio Rolf, encaminándose hacia su moto con el chico pisándole los talones. — Mientras se mantengan con vosotros y no con La Orden, estamos bien.
― ¿Por qué las prisas con este papel, entonces? — Aidan cogió el casco que le pasó el vampiro y se lo puso. Era negro y sin adornos. El de Rolf, por el contrario, llevaba el logo de la banda. La discreción nunca fue el fuerte de los vampiros, razón por la cual siempre había tantas leyendas sobre ellos. — Si sabe que no es nada transcendental ¿para qué quiere saber que hay escrito?
― Te comenté que Karl piensa que podría haber pertenecido a su creador, ¿verdad? Y ya sabes cómo somos con la «familia». — el chico asintió. Si, los vampiros eran muy posesivos con cualquier pertenencia familiar. Por muy ridícula que esta fuera. — Ahora, sube. Espero que esa chaqueta que llevas sea suficiente. Y agárrate bien.
Aidan no tuvo mucho tiempo para replicar antes de que el vampiro se lanzara a toda velocidad por su calle.
Odiaba ir con Rolf en moto. Siempre iba rompiendo el límite de velocidad y, podía ser que él fuera inmune a las caídas y se recuperara de cualquier herida en segundos, pero Aidan no lo era y no tenía ninguna intención de acabar estrellado en una cuneta porque Rolf disfrutara tanto de la velocidad.
Se agarró fuertemente a la cintura del otro para no caer y usó el más amplio cuerpo del vampiro para escudarse del viento y del frío. Su chaqueta era perfecta para esa época del año, pero no tanto como para ir en moto a toda velocidad. Oyó la risa de Rolf, amortiguada por el viento y el ruido del motor, cuando escondió las manos en los bolsillos de la cazadora de cuero del vampiro.
― Ni una palabra.
― No iba a decir nada.
Ninguno de los dos notó que estaban siendo vigilados.
Desde un anodino sedan negro, el doctor Morgan les observaba con unos prismáticos hasta que los vio desaparecer al doblar la esquina de la calle.
Se rascó la barba, preocupado. No contaba con el vampiro. Su idea principal había sido abordar al chico en cuanto saliera de la tienda, pero la visita del otro torció sus planes.
Cogió su teléfono móvil y usó la marcación rápida para hacer una llamada. Necesitaba nuevas órdenes.
― Si, soy yo. No he podido hacerme con el objetivo. Uno de los chupa sangres se lo ha llevado. ― rodó los ojos al oír lo que le preguntaban al otro lado de la línea. ― ¡Claro que estoy seguro! Es uno de los locales. No… No hay rastro del otro. ¿Qué queréis que haga?
Morgan frunció el ceño mientras escuchaba sus nuevas órdenes, frotándose la cara, repentinamente cansado. Le acababan de dar una larga guardia.
― Bien. Así será. Vigilare hasta que vuelva. Tal vez el otro aparezca antes. ¿Qué hago con el chico si no sabe nada o no habla?
Se estremeció mientras cortaba la llamada, las últimas palabras aun rondando por su mente.
La Orden había sido clara. Atrapar al chico, interrogarle y eliminarle.
Pero, sobre todo, atrapar y eliminar al traidor Charles Andrews.
¡Y se acabó! Espero que hayas disfrutado con la historia y que quieras seguir a Charles y más personajes en las demás novelas.
¡No te las pierdas!
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January 28, 2019
Planes, planes... : Planeando el futuro
Planes, planes... : Planeando el futuro
Planeando el futuro.
Dime… ¿sueles hacer planes?
Imagino que si, como todos. Que haces planes para el finde, para las vacaciones de verano o navidades, para ver una película dentro de cuatro meses (¡Espérame, John Wick 3!)
Yo también hago, claro. El verano pasado tuve que tomarme un tiempo libre del blog por cuestiones de trabajo y tiempo. Estuve tres meses sin postear nada pero aproveché ese tiempo para planear y programar posts y relatos para cuando regresara y así no tener que preocuparme.
Fue muy efectivo. Estuve los siguientes cuatro meses sin necesidad de escribir ni ocuparme de nada que no fuera corregir y preparar Dagas de venganza para su salida.
Eso fue un plan de futuro a muy corto plazo, claro.
A largo plazo tengo otros más o menos serios.
Cerrar el círculo que creé al empezar con Jack T.R. y las demás novelas, por ejemplo es una de mis prioridades y lo primero de la lista. Aun le quedan unas cuantas historias, pero quiero escribirlas y acabar con esta saga en unas dos o tres novelas.
Y como siempre apunto las cosas en cualquier parte y luego las olvido, me pille una libreta muy graciosa de la tienda Tyger.
Una “bucket list” o lista de cosas pendientes.
La traducción literal seria lista de cubos, a saber porque la llaman así.
La cosa es que entre que soy muy fan de la tienda y más fan aun de las libretas… ¡por supuesto que me la llevé!
Tengo muchos proyectos en la cabeza. Nuevos relatos, nuevas historias, nuevas ideas para el blog y todo lo demás… Así que voy a empezar a hacer planes para el futuro más cercano y a apuntar cosas en esa libreta.
Apuntado queda el acabar el borrador con el que estoy y publicarlo antes de final de año.
También está apuntado ya escribir y publicar dos o tres relatos en el blog.
Inventar una nueva historia que no tenga que ver con el universo de La Comunidad vs La Orden. O si, pero de lejos.
Sacar nuevos personajes e historias de mi cabeza, porque chillan mucho. (The world is too loud!, como diría Ambrose)
Y, por supuesto, acabar el año sin dejar mi blog. Ese es el más difícil de todos.
¿Cuáles son tus planes para este 2019? ¡Cuéntame!
¡Más te vale que leer mis novelas esté entre esos planes!
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January 25, 2019
Resumen semanal: última semana de enero.
Resumen semanal: última semana de enero.
Resumen semanal: del 21 al 25 de enero.
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Lunes.
El post de esta semana va dedicado a los libros Elige tu propia aventura y a lo mucho que me gustaban.
¿Y a ti?
Miércoles.
La historia está llegando a su fin. ¿Conseguirá Charles detener a Jack y salvar a sus amigos?
¡Averígualo!
Jueves.
Y seguimos con el nuevo proyecto.
Esta semana te enseño cómo creo mi universo y como encajo a mis personajes y sus historias en el.
¿Preparado?
Viernes.
¡Por fin es viernes!
Llega el finde y esta vez lo vamos a celebrar a lo grande.
¡El domingo es mi cumple!
Voy a celebrarlo a lo hobbit regalándote Jack T.R. y Kamelot 2.0 en Amazon.
Durante los días 27 y 28 los tendrás gratis en esa plataforma.
¡No te los pierdas!
La entrada Resumen semanal: última semana de enero. se publicó primero en Mi aventura de escribir.
January 24, 2019
¡Nuevo proyecto!: Nuevo proyecto: Creando mundos.
¡Nuevo proyecto!: Nuevo proyecto: Creando mundos.
Nuevo proyecto: Creando mundos.
El worldbuilding o la creación de mundos en literatura puede llegar a ser algo fascinante. Tanto que en ocasiones los escritores nos podemos perder en ellos.
Tanto en la literatura como en el cine, la televisión o los comics la creación de mundos es una parte importante, sobre todo en los casos de historias de temática fantástica o ciencia ficción.
Buenos ejemplos de eso son el universo Harry Potter, el de Star Wars o El señor de los anillos. Todos ellos con una creación de mundo de las de perderse en ellos durante siglos.
Y ese es el peligro, pasarte tanto tiempo planeando y creando tu mundo y tus personajes que nunca escribes la historia. Pasa y más a menudo de lo que creerías.
Lo divertido (y complicado) es crear un mundo de la nada. Eso es muy difícil ya que debes crear leyes para ese mundo, como si allí lo normal es que la gente tenga alas o vivan bajo tierra.
Lo normal es transformar un mundo ya creado y adaptarlo a tus ideas. Más rápido y sencillo. Igual que «cogemos prestadas» las normas y leyes de ese mundo también.
También se puede adaptar el mundo real a tu historia, encajando tus ideas y personajes a el mundo real y que no rechine.
Sobre este tema se pueden escribir cientos de post y nunca se acabaría de abarcar todo. Un día haré una serie de post sobre esto.
Hoy, vamos a lo que vamos.
Mi «mundo» es el mundo real adaptado. He cambiado las reglas del juego para que encajen en mi idea. Un mundo y un hilo temporal donde las criaturas mitológicas existen pero escondidas de la sociedad «normal».
En la nueva estoy creando comunidades dentro de las ciudades. Manadas de lobos escondidas en barrios residenciales donde solo pueden vivir ellos (solo les venden a ellos, de eso ya se encargarán los miembros que trabajen en ayuntamientos y sitios similares.)
Aquí unos pocos humanos privilegiados conocerán de su existencia, trabajando con la manada para mantenerles a salvo y ocultos a los demás.
Dentro de esos grupos existirán sus propias leyes. Si un lobo decide hacer algo que va contra la manada o provoca una situación que los ponga al descubierto, será únicamente juzgado por el Consejo de lobos. Dependiendo de la gravedad del asunto las penas pueden ir desde algún castigo tipo ayudas a la comunidad a el destierro o la muerte.
Como es lógico, mantener el secreto de su existencia a plena vista conlleva reglas muy estrictas que todos deben cumplir. Y una eficaz y rápida respuesta ante la desobediencia.
Fue ese el caso del lobo en el juego de Schrödinger, desterrado de su manada y su ciudad por poner en peligro la integridad de su grupo.
Siempre escucho eso de que para crear un mundo de fantasía, hacen falta una serie de normas o no resultara creíble. Lo tengo muy presente cada vez que escribo.
Así que… cuéntame… ¿Qué tienes en cuenta al crear tus mundos? ¿Qué reglas sigues y cuáles creas?
Por cierto, este domingo es mi cumple y lo quiero celebrar a lo hobbit, regalándote algo. El día 27 Jack T.R. y Kamelot 2.0 estarán gratis en Amazon. ¿A qué mola?
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January 23, 2019
¡Ahora, gratis! : Jack T.R. Capítulo 9.
¡Ahora, gratis! : Jack T.R. Capítulo 9.
Capítulo 9
Charles llegó a su destino poco antes de que se le acabara el plazo que le había dado Jack. Aparcó su Chevrolet, apagando el motor con mano temblorosa, tomándose un minuto antes de salir. Necesitaba calmar sus nervios.
El asesino le había enviado a la avenida S. Ridgland. En específico a una de las múltiples y adorables casitas de dos pisos de ladrillo rojizo y tejado beige que formaban una larga fila por toda la calle.
La casa estaba rodeada por setos. Estos habían sido cortados en forma rectangular para ocultar la verja, aunque parecía que varias ramas habían empezado a crecer fuera del diseño principal.
Caminó sobre los cuatro ladrillos grises que componían el camino de la entrada y vio también signos de dejadez en el césped del pequeño jardín. Nadie había retirado la nieve de la entrada en días.
Observando con un poco más de atención notó también que las ventanas tenían las persianas echadas y el correo se amontonaba en el buzón.
Su preocupación y sus nervios aumentaron ante esos nuevos descubrimientos. Esa casa donde se encontraba era la de su compañero Henricksen.
Y por las señales que estaba viendo parecía que llevaran varios días fuera. En una casa donde vivían dos adultos y una niña pequeña debía haber más movimiento y ruido, no ese lúgubre silencio que parecía haber rodeado todo el lugar.
Daba la impresión de que la sombra del infortunio se hubiera posado sobre ella.
Eso le hizo sospechar. Creía que Henricksen había sido una elección de última hora del demonio para hacerle acudir a la cita, pero ¿y si le hubiera usado antes?
Ese pensamiento le puso los pelos de punta. ¿Significaba eso que Jack había seguido toda la investigación desde el principio? ¿Sabía, entonces, cada detalle, testimonio y pista que siguieron durante el proceso completo?
Si eso fue así no le extrañaba que jamás hubieran conseguido acercarse siquiera a él. Siempre estuvo ahí y no se habían dado cuenta.
Algo más que el frío le hizo estremecerse. La sola idea de que pudiera haber estado trabajando, codo con codo, con esa cosa…
Trató de sacudirse ese mal presentimiento. Al acercarse a la puerta de entrada comprobó que estaba entreabierta. Agudizó el oído y sacó su arma de la pistolera, asegurándose de que estuviera cargada primero. Oyó un leve rumor sordo, como de música, y unos gemidos demasiado bajos para ser notados desde la calle.
Empuñó su pistola y entró, lo más sigilosamente que pudo.
Había estado varias veces allí para cenar, cuando Angela le invitaba, siempre en navidades o Acción de Gracias. Decía que existían fechas en el año en las que una persona no debería pasar sola.
Era una mujer encantadora. Solo esperaba que estuviera a salvo, pensó mientras dejaba atrás el desastre que era el recibidor. El interior de la casa estaba revuelto, con signos de lucha.
La música que había creído oír se hizo más clara y pudo reconocer la canción. Era «The Ripper», de Judas Priest. Charles tuvo que reconocer que el cabrón tenía sentido del humor.
La música parecía proceder del salón, hacia donde se dirigió. No esperaba encontrarse con tan horrible espectáculo.
Jack estaba en el cuerpo de su compañero, de pie junto a la chimenea encendida. Esos odiosos ojos dorados le delataban. A su lado, amordazada y atada a una silla, se encontraba Angela, la mujer de Henricksen. Su habitualmente arreglado cabello rubio estaba revuelto y sucio, la ropa desgarrada y manchada de sangre. Por un segundo temió haber llegado demasiado tarde, ya que no se movía, pero el asesino la cogió bruscamente del pelo y le alzó la cabeza, sacándole un sollozo ahogado.
Todo a su alrededor parecía haber sido volcado o roto, llenando la alfombra burdeos de trozos de cristal y cerámica que brillaban a la luz de las llamas. Se encontraban de espaldas de la que debía ser la única ventana con las persianas levantadas de toda la casa, la cual daba al patio trasero.
No había rastro de la niña.
El bastardo le sonrió, usando el control remoto del equipo de música para apagarlo, cuando Charles sacó su arma y le apuntó con ella.
― Bienvenido, detective. Empezábamos a pensar que no vendría. Angie ya estaba impacientándose. — Charles jadeó al fijarse en la cara llena de cortes de la mujer.
Angela tenía numerosas heridas su torso y brazos que manchaban de sangre su camisa blanca y la falda gris que llevaba. Algunas solo eran meros arañazos, pero otras se veían terriblemente mal, más profundas y peligrosas. Estaba pálida y casi inconsciente.
Empezaba a dudar de que pudiera sacarla de ahí con vida.
― ¡Oh, lo siento! Estaba algo lejos de aquí. — ironizó sin dejar de apuntarle con su arma y acercándose un paso más. — Creí que yo era tu entretenimiento, Jack. ¿Por qué no les dejas ir a los dos?
― Tres. — le corrigió el asesino, jugando con su cuchillo. Era de hoja larga, ancha y empuñadura de madera, muy parecido al que encontraran anteriormente en la escena del crimen. ― Y no, detective. No sea tan arrogante.
― ¿Tres?
― ¿Te olvidas de la pequeña Lauren? — al ver la expresión de horror que compuso el policía cuando mencionó al bebe, Jack rio. — Tranquilo, ella será el postre. La tengo reservada para cuando acabe contigo. O tal vez te deje ver como la despedazo, mientras agonizas en el suelo.
― ¡Cabrón! ¿Dónde está?
Charles miró preocupado a su alrededor, buscando dónde podía haberla escondido. La casa tenía dos plantas y un desván.
Y la niña podía estar en cualquier sitio.
Mientras trataba calcular en cuál estaría y cuánto tardaría en encontrarla, miró a su compañero. Si Angela estaba mal, su marido no tenía mucho mejor aspecto. Podía ver las líneas de tensión en el rostro demacrado de Gordon. Su piel estaba cenicienta y cubierta de sudor, como si estuviera realizando un gran esfuerzo físico y su traje gris manchado con sangre.
Al notar el escrutinio, Jack sonrió torcido.
― Tu compañero está aquí. ― el asesino se golpeó la sien izquierda un par de veces con un dedo de su mano libre. Con la derecha seguía empuñando el cuchillo en la garganta de la víctima. ― Sigue tratando de escapar. No sabe que no le va a servir de nada. Solo va a empeorarlo.
― ¡Déjales ir! — chilló, preocupado por la seguridad de su compañero y su familia. ¡Maldita sea! La niña empezó a llorar en la habitación de al lado. Suspiró mentalmente de alivio. Ahora sabía que seguía viva y dónde. Solo necesitaba sacarla de ahí antes de que a ese animal se le ocurriera usarla. ― ¡Ya me tienes aquí! ¿Qué más quieres?
― ¿Qué quiero? — los ojos del demonio brillaron con una luz siniestra. ― Quiero que veas cómo tu compañero mata a su mujer mientras te cuento cómo le hice destripar a todas aquellas chicas. Eso para empezar.
― ¡Cállate!
― No sabes cuánto lo disfruté. — con una sonrisa diabólica hizo otro corte en el cuello a la mujer. ― Lo satisfactorio que fue volver a sentir la sangre en mis manos.
Esta gimió, la sangre brotando de la nueva herida con fuerza. Jack apretó el cuchillo en la tierna carne, haciéndola más profunda. Charles cargó su arma, horrorizado al pensar que podía haberle cortado la yugular, y disparó.
La bala alcanzó al demonio en el hombro derecho. Para sorpresa de Charles, Jack ni se inmutó. Se limitó a mirar la herida con expresión aburrida antes de alzar la vista hacia él.
― Disparar no le va a servir de nada, detective. No va a detenerme con eso. Y lo sabe.
El detective miró furtivamente hacia la ventana, recordando lo que Aidan y Julian le habían comentado sobre las posesiones. Jack tenía razón. Disparando solo había conseguido herir el cuerpo ocupado, pero no haría ningún daño al demonio.
Por suerte, tenían un plan… solo esperaba que funcionara antes de que alguien más muriera.
― Déjala ir. ¿Quieres contarme tus estúpidas historias? ¡Adelante! No la necesitas para eso.
― ¿En cuánto muera? No. ¿Ahora mismo? Te mantiene a raya un rato más. — Charles gruñó frustrado y volvió a desviar la mirada a la ventana, disimuladamente. ― ¿Está esperando a la caballería, detective?
― No hay ninguna caballería a la que esperar.
El demonio acarició el pelo de Angela con ternura una vez más, sus manos manchadas de sangre ensuciando las rubias hebras, antes de alejarse hacia la ventana. Charles no dejó de apuntarle con la pistola, siguiendo todos sus movimientos y vigilando de reojo la respiración casi inexistente de la víctima.
― Le voy a contar una historia, detective. — comenzó, apartando la cortina y mirando hacia el exterior. La nieve volvía a caer suavemente. ― Cómo conseguí escapar del Infierno donde estuve retenido durante doscientos años.
― No me interesa.
Jack soltó una carcajada, girándose hacia él.
― Oh, que descortés. ¿Por qué no? — cogió de nuevo el cabello de la mujer, tirando para hacerle levantar la cabeza. ― Tenemos tiempo hasta que Angela se desangre, ¿verdad, querida? Aún le quedan unos minutos.
― Sigue sin interesarme. — Charles trató de acercarse a la mujer, pero el asesino levantó la mano y le hizo retroceder con esa energía invisible. El policía jadeó, por el golpe y la sorpresa. Se alejó un par de pasos, aliviado al comprobar que en esa ocasión no le había dejado inmovilizado.
― No, no. Aún no le he contado como Gordon y yo matamos a esas mujeres.
― No te creo. Hubiera notado algo. Él hubiera dicho algo.
― Para nada. No podía. No iba a dejar que importunara mi juego con su estúpida conciencia. Le impedí acceder a esos recuerdos y lo mantuve en la ignorancia hasta que salía a jugar. Lo elegí a él desde el primer día.
― ¿Por qué? ¿Por qué a él?
― ¿Por qué no? Me pareció divertido usar a un policía para esto. Además, fue él quien rompió accidentalmente el sello que me mantenía preso. Se merecía el honor de ser mi recipiente.
El asesino le sonrió, siniestro, riendo por lo bajo mientras limpiaba el cuchillo con el bajo de su chaqueta, claramente divertido.
― Tú… tú, sin embargo, fuiste un plus en todo esto. — levantó de nuevo la vista hacia Charles, con los ojos dorados brillantes de la risa. ― ¿Quién iba a decirme que me encontraría con el único descendiente de quien me mandó a mi prisión? ¿Quien, además, era capaz de ver lo que hacía en sueños? Eso fue oro. Siempre he querido un testigo de mi arte.
― ¿Arte? — no quería ni tenía tiempo de analizar lo que el demonio había insinuado sobre su familia. ¿Descendiente de quién?
La expresión de asco del policía hizo sonreír aún más al otro. Era una sonrisa de orgullo.
― Si, arte. Entre los míos estoy considerado como un gran artista, detective. Cuando vuelva, seré aclamado, como lo fui hace doscientos años. Pero no tengo intención de regresar todavía. Hay tanto que hacer todavía…
Charles volvió a desviar la mirada a la ventana. Algo le había llamado la atención. Algo que llevaba esperando desde que entró a la casa. Se acercó otro paso al asesino, empuñando con más firmeza su pistola.
― No pienso permitirlo.
― ¿Y cómo vas a evitarlo? Cuando quiera puedo abandonar este cuerpo e irme de esta casa. Y jamás podrás encontrarme, no hasta que sea demasiado tarde.
― No, no puedes.
Fue ligeramente cómico ver al demonio parpadear sorprendido. Le vio cerrar los ojos y fruncir el ceño cuando no ocurrió nada.
― ¿Qué has hecho? — rugió. Charles sacó una bolsita de cuero del bolsillo de sus pantalones y la abrió, mostrándole al demonio lo que contenía, para luego desviar los ojos al suelo donde había dibujado una línea entre el monstruo y él. Era polvo de plata. Según Aidan, eso debería impedir que se acercara más a Charles y le dejaría un poco de margen para lo que tenía que hacer.
― ¿Yo? Nada. — el policía se encogió de hombros, intentando aparentar indiferencia mientras tiraba la bolsita de cuero al suelo. ― ¿Recuerdas que dije que no esperaba a la caballería? Eso era porque ya estaba aquí. Ha cerrado todas las salidas posibles para que tú no puedas ir a ninguna parte, bastardo. Y, ahora, estás atrapado.
Mientras él estuvo hablando con el asesino, distrayéndolo, Aidan había sellado con polvo de plata todas las ventanas y puertas de la casa.
Esa era la primera parte del plan.
Ahora debía funcionar la segunda.
Guardó su pistola y buscó en el interior de abrigo el papel que el librero le había dado antes de entrar.
Le dirigió una mirada desafiante al demonio antes de abrirlo, mientras rezaba para que eso funcionara. Si no lo hacía…
― Espero que tengas un bonito viaje hacia abajo. ― Charles empezó a recitar a toda prisa el exorcismo en latín que Aidan había encontrado entre sus libros.
― No voy a irme solo. — gruñó el demonio antes de clavar el cuchillo en su propio pecho.
― ¡Hijo de puta! — con horror vio como Jack sacaba el cuchillo de su cuerpo y se lo enseñaba, sin dejar de sonreír perverso para luego clavárselo a Angela. Ambas heridas sangraban sin parar.
― Ahora, detective si salgo de este cuerpo, tu amigo muere. De hecho, creo que ya está muerto. No noto su estúpido corazón latiendo.
Charles se obligó a dejar de mirar al que fuera su compañero durante años. Su amigo. La pena le inundó al recordar todas las veces que había estado en esa casa. La última fue para celebrar el nacimiento de la niña.
Dirigió una mirada triste a la pareja y siguió leyendo a pesar de que tenía la vista nublada por las lágrimas.
Jack, mientras, seguía buscando una manera de salir de allí, pero al tocar la ventana, se alejó siseando de ella como si le hubiera quemado.
Furioso, tiró todos los papeles y libros que había sobre una mesa, que cayeron entre la alfombra y la chimenea. Ninguno de los dos notó cuando empezaron a arder.
― Te lo advierto, pienso volver. ¡Y seguiré donde lo he dejado!
― Y te estaré esperando, cabrón. ― gruñó el policía antes de finalizar el exorcismo.
Aidan estaba fuera de la casa, esperando.
Tal como habían planeado, se dedicó a sellar las salidas de la casa con plata, como Julian y él habían leído en uno de los libros copiados a La Orden, mientras Charles entraba. Eso no solo encerraría al demonio en la casa, sino que también debilitaría notablemente su poder.
Ahora esperaba a que el policía saliera de allí vivo.
No quería ni pensar en lo que ocurriría si fallaba. Tenían un plan de reserva, pero no estaba demasiado seguro de que pudiera convencer a alguien de La Orden para que se ocupase de eso.
Tampoco quería pensar en lo que estaría sufriendo Charles al ver a su compañero poseído por ese monstruo.
Se estremeció al oír gritos, las voces de dos hombres hablando. El llanto de un bebe. Cosas cayendo al suelo y rompiéndose.
El cielo se nubló de repente.
El brillante cielo azul celeste con unas pocas nubes que hubiera unos segundos antes, se encontraba ahora cubierto de nubarrones negros de tormenta. Comenzó a nevar con fuerza. Aidan no tardó en empaparse, su ropa mojada pegándose a su cuerpo y haciéndole tiritar por el frío y el miedo al saber que ese fenómeno no era normal.
De entre esas nubes negras cayó un rayo, justo sobre el tejado y atravesó la casa, lanzando madera y tejas hacia la calle. El chico se vio obligado a alejarse con rapidez cuando los escombros amenazaron con caerle encima.
Y tal como comenzó, se detuvo todo. Las nubes se disolvieron lentamente, dejando de nuevo paso a un cielo despejado y azul. La tormenta paró, la temperatura subió varios grados…
Los minutos pasaban y Aidan se impacientaba cada vez más cuando vio humo salir por las ventanas de la planta baja de la casa. Oyó más ruido y más golpes procedentes del interior, preocupándole.
¿Qué acababa de ocurrir? ¿Qué era ese rayo? ¿Había acabado Charles con Jack? ¿O, por el contrario, el demonio había salido victorioso?
Una de las ventanas estalló, a causa del calor del fuego, llenando el porche de cristales y devolviéndole al presente. Los vecinos de las casas colindantes empezaron a gritar pidiendo ayuda y usando sus móviles para llamar a los bomberos.
Charles debía salir rápido de ahí o les iban a pillar.
Estaba a punto de entrar a la casa cuando la puerta se abrió y salió por fin el detective, con un bebe en brazos que lloraba sin parar.
Fue una imagen que impactó a Aidan. El aspecto sombrío del policía, vestido con su abrigo negro y llevando en un brazo al bebe envuelto en una mantita rosa.
Y a sus espaldas, las llamas devorando la casa.
Le vinieron a la mente las palabras de Julian sobre por qué alguien perseguía a lo sobrenatural, del por qué alguien se enfrentaba a algo tan terrorífico como demonios, fantasmas y monstruos sedientos de sangre. Y estaba seguro de que el detective acababa de cruzar esa línea.
Horas más tarde y ya a salvo en su piso sobre la librería, miraba las noticias mientras terminaba de ponerse ropa limpia que no oliera a humo. Charles estaba en la ducha. La bebe dormía plácidamente en su sofá, con Luna acostada en el suelo a su lado, como si su perra hubiera decidido convertirse en guardián de la pequeña.
En su televisor, una guapa presentadora del canal CBS narraba el suceso de una familia entera devorada por las llamas del incendio que había asolado su casa.
No decían nada de que el incendio había sido provocado y que las víctimas no habían muerto realmente por el fuego. Eso, imaginó el chico, solo lo sabía la policía y los bomberos, quienes trataban de evitar que el público supiera que sospechaban del compañero de la víctima.
Aidan se entristeció pensando en Charles, el cual no podría volver a trabajar como policía. Su vida ahí, tal y como la había vivido, estaba acabada. Ahora tendría que empezar una nueva, bien lejos de Chicago.
El hombre permitió ser acusado del asesinato de sus amigos por proteger esa ciudad de un demonio. Perdió su vida entera por mandar a ese monstruo de vuelta al Infierno.
Y había descubierto la pasada relación de su familia con La Orden.
Demasiado que asumir para una persona normal.
Pero, como dijo Julian cuando le conoció, Charles no era una persona normal.
La entrada ¡Ahora, gratis! : Jack T.R. Capítulo 9. se publicó primero en Mi aventura de escribir.
January 21, 2019
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Elige tu propia aventura: Jugar leyendo.
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¿Recuerdas los libros de Elige tu propia aventura?
¿Los leíste alguna vez?
Yo sí. Y sé, que si busco bien en la estantería aún podría encontrar uno o dos por ahí perdidos, entre las novelas.
¡Me encantaban!
Eran realmente adictivos y uno de los mejores regalos que podías hacerle a un crio en esa época.
No sé si aun siguen vendiéndose, espero que sí, la verdad.
El otro día, hablando con David, salió el tema de estos libros y nos vino una idea a la cabeza.
¿Y si escribía una historieta o relato y daba dos opciones para escoger al final de cada capítulo, como pasaba con los Elige tu propia aventura?
Molaría, ¿verdad?
Así que aquí me tienes, pensando en cómo poder hacerlo. En un futuro próximo, espero.
Pero volviendo al tema de los libros de Elige tu propia aventura…
¿Cuál tenías?
Yo tuve varios, pero solo recuerdo vagamente uno que iba sobre bajar al centro de la tierra o algo así. Había muchas opciones de caer en un abismo. Y caí… varias veces. Con el vértigo que tengo.
¡Anda que no morí veces en el jodio libro!
Lo cual me recuerda a esos video juegos en los que debes resolver un misterio y seguir pistas, que me encantaban.
Recuerdo uno que me llevo varios meses y tenia una historia genial, sobre seguir la pista de los templarios por una comunidad francesa.
Para resolver el misterio había que visitar monasterios, ver monumentos o cuadros y resolver acertijos.
Y recuerdo que estuve atascada en una pantalla durante meses porque me faltaba algo. Algo que resultó ser unos prismáticos que estaban sobre el asiento de una moto y que no conseguía ver… claro, al no tenerlos no podía ver la pista que me faltaba para acabar la pantalla.
Para mí, los mejores libros y vídeo juegos serán siempre los que me hacen pensar. Aunque lo divertido también será siempre mi otra opción favorita.
¿Cuáles prefieres tú?
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