Rocío Vega's Blog, page 5
February 11, 2016
5 tópicos sexistas que estoy harta de ver en la ficción
Soy consumidora de un género que en sus albores era más bien… digamos que antiguo. No puedo pedirle a El señor de los anillos que introduzca más diversidad en la plantilla porque bueno, está escrito hace sesenta años. Sé que no se pueden pedir milagros por mucho que tanto la fantasía como la ciencia ficción …
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February 9, 2016
Reseña: Saga, de Brian K. Vaughan y Fiona Staples
El cómic es una forma de literatura (¡hala lo que ha dicho!) y como tal, voy a hacer reseñas de alguno de vez en cuando, sobre todo cuando se ajustan tanto tantísimo a mis propios gustos como escritora. Y es que Saga, la serie actual de Brian K. Vaughan (al que descubrí y con el …
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February 7, 2016
5 autores a los que me encantaría parecerme más
Anoche me quedé pensando en qué autores me habían marcado más y la lista no se hizo esperar. No era qué escritores me gustaban más, sino cuáles me habían impactado más de cara a mi futuro como escritora. Me encantaría compartir sus virtudes y aprender de su trabajo. No deseo copiarlos, pero sí extraer las …
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February 4, 2016
8 subgéneros de fantasía que puede que no conozcas
¡Aaah, la fantasía! Ese género tan denostado y juvenil, con sus orcos, espadas mágicas y reinos que salvar. Esa etiqueta que hará que los literatos más aguerridos no toquen el libro ni con un palo. Esa maravillosa forma de evadirte de un mundo aburrido y soñar. Ese término que parece encerrar tan poca y a …
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February 2, 2016
Reseña: 20Millones3, de Paz Alonso
Ya que estrenamos web, qué mejor manera de hacerlo que inaugurando una nueva sección: las reseñas. Supongo que ya sabéis cómo funciona: vengo aquí y os cuento qué tal está un libro (o un cómic, u otra cosa, aunque no será lo habitual). Hoy arranco con uno de los últimos libros que he leído, escrito …
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January 31, 2016
Lo que aprendí al revisar mis primeras novelas
El año en que cumplí los dieciséis escribí tres novelas. Tres. Pasé de una producción literaria mínima (aunque escribía todos los días en foros interpretativos de rol, lo que es un ejercicio fantástico para aprender a redactar y desarrollar personajes) a crear como una bestia. Nunca, hasta ese momento, había terminado nada. Todo lo que había empezado había quedado en agua de borrajas, pero de pronto mis ideas sueltas se convertían en historias completas. Owk lleah!11 ¿No?
La calidad y la originalidad eran… bueno. Digamos que al menos estaban terminadas.
Me tomaba muy en serio aquellas novelas. Escribía todos los días, a menudo varias veces al día. Estaba completamente enamorada de esas historias. Quería publicar. Quería que todo el mundo las leyera. Estaba escribiendo. Era escritora, ¡al fin!
¡Soy la mejor autora del universo! ¡Paso de corregir el borrador, está estupendo!
Con el paso del tiempo, a medida que leía otras cosas, me fui dando cuenta de que mis novelas no estaban bien. Ahora me doy cuenta de que una de ellas podría salvarse con una reescritura salvaje, pero las otras dos son copias de copias sin sentido propio. Era todo tan naïf, con mi propia inocencia y deseo de que estuviera bien para apañar los agujeros de trama, con mis “adoro esta historia, así que funciona porque sí”, que sólo podría haberlo escrito una persona de dieciséis años. Muy madura y con una capacidad de redacción superior a la media, pero de dieciséis años. Sin experiencia en el mundo ni en la literatura, y sobre todo sin la voluntad de esforzarme hasta dar lo mejor de mí, demasiado centrada en la necesidad de ser leída como para darme cuenta de que era mejor ser leída bien.
¿Qué quiero decir con esto?
Dos cosas:
La primera, que todo el mundo tiene un comienzo. Todo el mundo tiene una historia de la que está enamorado y que se resiste a dejar ir aunque sea un plagio de Eragon. Yo también insistí en poner nombres estúpidos a mis protagonistas aunque no pegasen con la ambientación porque no me los imaginaba de otra manera.
La segunda, que es imprescindible saber seguir adelante. Hay ideas que no son buenas. En ocasiones, estamos obcecados con llevar a la historia por el cauce que tiene que ser en lugar del que sería razonable. Sobre todo, tenemos que aprender a ser humildes. Aceptar las críticas, examinarlas con objetividad y desenamorarnos de nosotros mismos. Creer que lo hacemos bien aunque lo hagamos mal es ridículo. Os lo dije en una de las primeras entradas: hay que escribir siempre lo mejor posible. No rendirnos ante la autocomplacencia, no decirnos a nosotros mismos “bah, no saben apreciar mi arte” cuando nos hacen una observación negativa. Jode. Claro que jode. Pero, ¿qué es preferible? ¿Un orgullo herido durante un rato y una lección aprendida o el desdeñar las propuestas de mejora e insistir en que no hay nada que mejorar?
No sin cierta vergüenza, os dejo un fragmento de la versión de 2006 de mi primera novela, todo clichés y redundancias. ¡174.000 palabras! Anda que…
Fabius había sospechado que el motivo por el cual el emperador insistía en quedarse a solas con Yuri era porque deseaba hablar con ella en privado.
Yuri también lo sospechó, porque Memnoch III no se detuvo en la puerta, sino que pasó dentro. Ella se sentó en la cama, como si nada ocurriera, y el emperador se colocó frente a ella, imponente y hostil.
—Debería hablar contigo antes de la cena, jovencita –dijo, mesándose la barbilla.
Yuri asintió, mirándolo con frialdad.
—Espero que comprendas la dificultad por la que pasa la familia en estos momentos, y en el papel vital que cumples. Hoy vas a ser presentada como una Stania, y no toleraré cualquier intromisión por tu parte en mi plan perfecto, ¿entendido?
—Quizá.
El emperador se acercó más y la tomó por los hombros. Sus ojos, de cerca, parecían irisados y enloquecidos. Yuri sintió un miedo irracional al mirarlos, e instintivamente se echó hacia atrás, pero las manazas de Memnoch III la atrapaban como tenazas.
—No vale un quizá –continuó, con voz serena, pero asesina.– Escúchame bien: no eres mi hija, y si de mí dependiera, ni siquiera serías una Íszak. Pórtate bien, y nada malo sucederá.
—¿A qué espera para matarme? –preguntó Yuri, desafiante.
—Créeme que es lo que desearía. Eres un error, tú y toda tu existencia, ¿entiendes? Y si no acabé antes contigo fue porque tenía la sospecha de que podría necesitarte. No, no puedo matarte. Y por otra parte, matarte no sería un castigo para ti. Pero puedo hacer cosas mucho peores, cosas que te pondrían los pelos de punta si te lo dijera, y que harían que me pidieras piedad a gritos.






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January 27, 2016
Cómo escribir personajes LGBT (que a mí me gustaría leer)
—¡Ya están los gays con sus exigencias! —dice alguien levantando un bastón mientras juega una partida de dominó imaginaria en el bar de jubilados imaginario donde coloco a cualquier persona que pronuncia esta frase.
Pues sí, aquí estoy, ya ves. Con mis exigencias de persona queer que se gasta más dinero en entretenimiento que en comida. ¿Para qué demonios querrías saber cómo quiero que me representen en la ficción?

Pues por cambiar de siglo, por ejemplo. Sí, ya lo sé: no hace demasiado que ser abiertamente LGBT dejó de ser delito en el mundo occidental (por mucho que algunos se empeñen en traernos de vuelta a aquellos tiempos de linchamiento y horca), y aún queda un largo camino por recorrer. Para empezar, que dejen de darnos palizas por la cara en la capital de España. Pero soy una persona optimista con un entorno maravilloso que me permite empezar a soñar más allá del Bury Your Gays o el Vasquez Always Dies, las historias de coming of age o los personajes tan únicos e inolvidables como El peluquero gay o La bisexual fanservice.
A continuación enumero cinco puntos básicos a la hora de escribir historias con personajes LGBT que hacen cosas.
Nota: las citas en cursiva sólo dicen “gay” porque, por desgracia, son los único que parece que se encuentren a la vista. Aunque las siglas LGBT sólo mencionen cuatro posibilidades, el artículo se refiere a todo el espectro de sexualidad y género más allá de la heterosexualidad cis.
1. Escribe personajes primero y añádeles lo LGBT después
“Ella es la heroína que salvará el mundo… y él es su mejor amigo gay.”
DETESTO con la fuerza de los mares los personajes LGBT que hacen de su sexualidad su única característica personal. Los detesto porque no sólo son estereotípicos, sino aburridísimos. Mi regla número uno para crear personajes LGBT es no pensar en su sexualidad hasta después de establecer quién y cómo es.
Esto te permitirá cumplir el siguiente punto:
2. Escribe personajes que, ¡anda! son LGBT
“No he metido gays porque no es relevante para la historia.”
He oído esa excusa infinidad de veces para justificar por qué en tu manuscrito de 400k palabras no hay ni un solo personaje no heterosexualcisgéneroprobablementeblanco. La sexualidad, a no ser que se trate de una historia sobre “la lucha de una pareja por…” o “el descubrimiento de un joven que…” nunca importa.
Pero, si no importa, ¿por qué habría de preocuparme por incluir personas LGBT en la trama?
Pues porque en la vida real hay gente interesante que hace cosas relevantes *y* además es LGBT. Josephine Baker fue una bailarina exótica y espía de los aliados en la 2GM que, mira tú por dónde, era bisexual. Chelsea Manning, una militar transgénero, filtró a Wikileaks documentos clasificados de las guerras de Irak y Afganistán y fue condenada por ello a pesar de que para algunos fuera una heroína.
Si la sexualidad de un personaje LGBT no puede ser representada porque “la historia no va de eso” o cualquier cliché con el que intentes defenderte, borra cualquier mención a atracción por otras personas/antiguas parejas/relaciones románticas que hayas insertado hasta el momento. Sí, representar la sexualidad se refiere a eso.
3. No caigas en el tokenismo
“Mi historia es muy inclusiva. Uno de los compañeros de clase del prota es gay”.
Si estás leyendo este post supongo que intentas escribir personajes LGBT bien. Si sólo quieres asegurarte de que tu historia sea guay me temo que deberías replantearte unas cuantas cosas.
El tokenismo consiste en colocar en tu historia un personaje de una minoría para justificar tu anti- lo que sea. No lo hagas. Ese personaje merece tu atención como algo más que una herramienta política. Desarróllalo. Haz que sea único. Haz que no sea el único.
4. Escribe personajes LGBT imperfectos… pero tampoco te pases
“En esta vida no se puede ser políticamente incorrecto. ¡Si metes un gay, tiene que ser una persona estupenda!”
¿Quieres hacerme roncar? Haz un personaje LGBT plano y maniqueo. Que sean tan bueno que siempre tenga en cuenta los sentimientos ajenos, dé limosna a los pobres y cante como los ángeles. O escríbelo tan malo que aplasta gatitos, asesina a viejas en portales y trollea en Tumblr.
Por si no lo habías notado todavía, este post trata sobre que la manera adecuada de escribir personajes LGBT es hacerlo como si fuera gente normal. La gente normal tiene luces y sombras, se equivoca y acierta. Hazte a la idea. Y no, tranquila, no pasa nada si tu villano es homosexual.
5. Escribe personajes interseccionales
“¡Sí hombre! Encima de gay, va en silla de ruedas y es negro. ¿Y qué más?”
Como las personas reales, los personajes no sólo tienen una dimensión. No me refiero a que sean más o menos profundos (eso, según precise la trama), sino a que no sólo se mueven en un plano social. Dependiendo de sus características físicas y socioeconómicas, el personaje tendrá unas ventajas y desventajas según el medio en el que se encuentre.
Los personajes LGBT no existen en un vacío en el que sólo son LGBT, y no me refiero a su estereotipo o función en la historia. Hay mujeres transgénero lesbianas, ciegos gays, bisexuales negros, hombres transexuales musulmanes, asexuales latinos… Las combinaciones son innumerables y todas reales.
Como ejemplo de personajes LGBT bien escritos en historias que no redundan sobre la orientación sexual, diría Jeri Hogarth, de la versión televisiva de Jessica Jones. Es una despiadada abogada defensora que emplea a Jessica para algunos de sus casos. Cree en que el fin justifica los medios y actúa de manera fría y calculadora. Y es, hasta donde sabemos, lesbiana.

Cada vez que pone esa mueca yo me deshago por dentro.
En lugar de arrojarnos el dato a la cara y correr despavorida, la subtrama de Jeri es importante además y a pesar de ser lesbiana. Tiene un affaire con su secretaria… y está casada con una mujer, lo que provoca que se vea envuelta en un feo proceso de divorcio que da muchos problemas.
¿Cambiaría algo que fuese un hombre heterosexual? No. Absolutamente nada. ¿Es importante su sexualidad? Bueno, lo importante es que tiene una aventura y está casada. Los géneros de esas personas resultan irrelevantes porque no juegan ni a favor ni en contra de la situación. Simplemente son.
Y mola.






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November 20, 2015
Cómo escribí La promesa
En general, los relatos se me hacen difíciles. No soy buena ni leyéndolos ni escribiéndolos, y aunque reconozco que hay algunos estupendos y maravillosos (a la cabeza me vienen las antologías de Roald Dahl y su asesinato con la pata de cordero congelada), por lo general no puedo con ellos. Me pasa igual con las series y las películas. Si me preguntas, nunca tengo tiempo o ganas de ver una película… Pero soy capaz de tragarme una serie entera en una semana si me engancha. Siempre he tendido hacia el largo, porque me gusta enamorarme de las historias y viajar con los personajes. Cambiar con ellos. Perderme una tarde en un libro con las orejas encendidas y la cabeza embotada y no saber ni la hora que es afuera.
También es cierto que escribir cosas realistas me apoltrona. Lo digo siempre: soy una romántica que huye hacia tiempos ignotos para escapar de la realidad. No me gusta escribir sobre mi entorno, ni sobre mí misma y, aunque lo he intentado, las historias se me acaban congelando en los dedos en cuanto tarda demasiado en aparecer una cota de mallas o un fusil láser.
Ilustración de la loba-mujer, de Cano. ¡Gracias, artista!
Entonces, ¿qué demonios hago escribiendo La promesa? Eso me preguntaba mientras le daba vueltas a la trama y a los personajes y a la débil idea que había formado mientras intentaba dormir en un autobús camino de Madrid, varios meses atrás.
Quería explorar el cuento de Caperucita desde otra perspectiva. Me gustaba la idea de jugar con la leyenda de la mujer lobo dándole un giro. No son humanas que sufren un cambio bestial, sino lobas que se convierten en seres desprotegidos, sin pelo y sin dientes, que adquieren pensamientos abstractos y el concepto de acción y consecuencia. Que descubren la complejidad de los sentimientos humanos y sus recovecos y se dejan llevar por ellos. Todo eso es llevar un personaje Lupus en Hombre Lobo: El Apocalipsis, algo que me inspiró para escribirlo.
Fue un parto muy difícil y estuve cerca de tirar la toalla, de verdad. No parecía que nada funcionase, ni que el relato tuviera sustancia… hasta que me di cuenta de que la llave era yo misma y mis experiencias.
Nunca he conocido a una loba-mujer y ninguna de mis abuelas tiene una casa en el campo. Tampoco estoy prometida con un idiota. Mi madre vive conmigo. En cambio, sí sé cómo es despellejarse las rodillas al resbalarse en el grijo, y cómo llueve en Cantabria. A qué huele el campo por las noches, cómo se ven las estrellas. Cómo es tener amigos a los que sólo ves en verano y a los que has olvidado, y llevar el pelo corto como un chico y comer helados hasta reventar. Y también sé lo que es ser una niña y estar triste, o al menos recordarse triste.
Probablemente, La promesa sea de mis trabajos más personales y que más pueden hablar de mí. De no haber sido por Instinto animal, no creo que lo hubiese escrito nunca. Recordad que podéis leer mi relato y el de otros 14 escritorazos en la antología. ¡Ahora en versión papel!






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November 5, 2015
Instinto animal: una antología de lobas y cambiaformas
La Editorial Café con Leche ya ha puesto en preventa la edición digital de Instinto animal. Para aquellos que me sigan, decirles que una servidora participa en la antología con el relato La promesa, y que la mayoría de los autores que también lo hacen han sido mi referente literario de los últimos años.
Por 4,99 € tienes 15 relatos de lo más jugosos desde una perspectiva femenina, dinámica y moderna sobre el mito de la licantropía y otras cambiaformas. Es una edición cuidada y muy mimada por la que Café con Leche se ha pasado los últimos meses rompiéndose los cuernos.
¡Échale un ojo en la página de Amazon!






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October 10, 2015
Cómo crear personajes interesantes
Toda trama necesita actores. Pero los personajes no son marionetas vacías que dicen el diálogo sin sentimiento o cuentan la historia sin más. El lector llega a la historia a través de los ojos de los personajes y se implica en ella cuando estos se implican. Se preocupan de las cosas que ellos se preocupan porque les cogen cariño, simpatizan o sencillamente se interesan por sus vidas.
Hay muchas maneras de abordar a los personajes, pero a mí me gusta encarnarlos. Como si fuera una actriz del método, intento empaparme de su personalidad y su circunstancia y sentir igual que el personaje a medida que voy escribiendo. Yo soy de las que ponen caras delante de la pantalla mientras teclean, o pronuncian los diálogos en voz alta para desarrollarlos. Como autor, debes conocer a tus personajes por el medio que te sea más efectivo y tan exhaustivamente como seas capaz.
Empecemos por identificar sus partes.
La función
Si un personaje no sirve de nada, fuera. ¡Da igual que sea súper simpático! A la basura. Tal vez puedas fusionarlo con otro para así obtener una función y una gran personalidad. Pero insisto: que tenga un por qué.
¿Mueve la trama? ¿Ayuda o protege al protagonista? ¿Se le opone? ¿Es el objetivo a encontrar/salvar/matar? Si no sabes por qué está ahí, no lo pongas.
La importancia
No todos los personajes necesitan el mismo desarrollo. Las personas somos muy complejas y difíciles de entender. A veces hacemos cosas y no sabemos por qué, lo que obedece a conflictos internos que ni siquiera sabemos que existen. Tenemos sueños y pesadillas, familia, amigos, amantes… Somos gente extraordinaria y única.
Y para el cliente ocasional somos un npc de tienda más que les da bienes y servicios a cambio de dinero antes de que vuelvan a sus vidas intrincadas. Nuestras cuitas poco importan en su narrativa. Somos parte de la ambientación. ¡Menuda patada en la cabeza!
Está claro que los protagonistas y antagonistas deben ser personajes redondos, con facetas múltiples, objetivos, distinciones, rarezas y una personalidad profunda. La historia se centra en ellos y es parte del viaje descubrir cómo son y adorarlos o detestarlos. Pero no todos pueden estar así de detallados.
Me pregunto cuál de todos será el protagonista…
Los secundarios más cercanos y que más aparecen deben ser tirando a redondos. Deben tener sus propios conflictos y arcos argumentales, y terminarlos… pero no convertirse en el centro de la narración. Son el mentor, el secuaz, el interés romántico, el aliado… Seguro que has creado alguno que te ha gustado tanto que casi te apetecería escribir su vida en lugar de la del protagonista. En ese caso, ¿es factible el cambio? Y si no lo es, como decía Michael Ende: es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.
Por otro lado, están los secundarios-terciarios. Son menos importantes que los secundarios cercanos, pero aún así ayudan u obstaculizan de alguna manera. Están más desdibujados. Son fácilmente sustituibles por otros, pero existen para darle cohesión al resto de personajes. En lugar de profundizar en ellos, sírvete de estereotipos y brochazos gruesos. No pasa nada por hacerlo. Todo el mundo es maravilloso, pero no tenemos por qué interesarnos por cada individuo.
Por último, los “profesionales”. Estos sólo sirven para atender a los personajes importantes. Son los taxistas que los llevan a sus destinos, los tenderos de las tiendas, los sanadores que curan sus heridas. Son las personas que llaman a la policía cuando oyen el tiroteo entre el protagonista y el antagonista. Tienen una función muy específica y mecánica que cualquier otro podría realizar en su lugar. Por tanto, su existencia es insignificante y ni siquiera tienen nombre.
Los conflictos
Los personajes principales y secundarios deben tener conflictos. Es la única manera de lograr que creamos de veras que están vivos. La cantidad y profundidad de estos conflictos depende de la escala de la historia y de su importancia en la trama. Como he dicho antes, si un secundario es más interesante que el protagonista, tal vez deberían intercambiar papeles.
La forma más sencilla de definir conflictos es establecer uno interno y uno externo. El externo suele tener que ver con el objetivo de la historia y/o el antagonista. El interno, sin embargo, proviene de su historia y de sus relaciones interpersonales. Los dos conflictos suelen colisionar y dar lugar a problemas. ¡Eso es lo que estamos buscando!
En Nacidos de la Bruma, de Brandon Sanderson, Vin es la protagonista de la historia. Su conflicto externo es contra el Imperio Final; ella y sus aliados están conspirando para derrocarlo. Su conflicto interno, sin embargo, trata acerca de la confianza. Después de vivir desconfiando de todo y todos, temiendo una traición en todo momento, se ve obligada a confiar en gente desconocida. Su desconfianza le traerá problemas a la hora de resolver el conflicto externo, lo que a su vez provocará cambios en ella.
La personalidad
Es una parte tan importante como los conflictos, dado que mucha veces los generan. Si el conflicto y la función son un helado, la personalidad es el sabor.
No he encontrado mejor manera de explicar cómo construir una personalidad que este post. Lo resumo y traduzco:
La personalidad se puede dividir en los siguientes puntos:
Rasgos: Generoso, amable, iracundo, manipulador, sincero, irreflexivo, tozudo, vanidoso, tranquilo… La lista sigue. Elige unos diez. Uno de ellos tiene que funcionar como defecto, y ese defecto puede ser algo “positivo”. Una persona generosa que lo da todo sin pensar puede encontrarse en problemas, igual que alguien cruel al que castigan por ello. ¡Los rasgos pueden chocar unos con otros!
Creencias: ¿Cree en Dios? ¿Cree en la bondad del ser humano? ¿Cree que todos somos intrínsecamente egoístas? ¿Cree que es una persona maravillosa? ¿Y si lo que cree no se corresponde con la realidad?
Valores: Lo que más importa a una persona. Para algunos será la familia, para otros la justicia, la verdad, el amor, el dinero… Nuevamente, ¿y si chocan? ¿Y si alguien que valora la familia y la justicia tiene que elegir entre ayudar a su hermana o denunciarla por robo?
Motivación: ¿Qué quiere el personaje? ¿Hacerse rico? ¿Ser buena persona? ¿Encontrar el amor? Todo el mundo quiere algo, lo sepa o no. Incluso aunque el personaje no lo sepa, tú debes saberlo.
Sentimientos recurrentes: ¿Hay alguno que se repita especialmente? ¿Es un personaje alegre? ¿Está deprimido? ¿Es ansioso? ¿Está enfadado con su situación actual?
Auto-imagen: ¿Qué piensan de sí mismos? ¿Saben cómo son en realidad? ¿Creen que son estupendos pero en realidad son malas personas? ¿Creen que son terribles, pero no están tan mal?
Comportamiento: ¿Cómo muestran sus rasgos? Una persona iracunda no tiene por qué reaccionar igual que otra. Algunos gritan y se rompen los puños contra las paredes, mientras que otros se cierran sobre sí mismos y hierven a fuego lento.
Lenguaje corporal: Un personaje erguido que mira a los ojos es distinto de uno encorvado y huidizo, aunque ambos sean buenas personas.
Voz: ¿Qué manera tiene de expresarse? ¿Qué palabras usa? ¿Cómo de amplio es su vocabulario?
Aficiones, rarezas, historia, preferencias…
Tests y listas
Rondan mucho por la Red y son cuestionarios que debes responder como si fueras el personaje. Personalmente, no me gustan. ¿De qué sirve conocer el número favorito del personaje si no es relevante? ¿Por qué no me obligan a pensar en sus valores, o en cómo se contradicen sus rasgos de personalidad?
Yo desaconsejo pasar mucho tiempo rellenándolos. No creo que aporten nada valioso para la historia, aunque sí son divertidos de realizar (algunos).
Dejarlos libres
A veces te pones a escribir algo que tenías más o menos planeado y descubres que tu personaje no te hace caso. Te hace la peineta y se va por donde no te esperabas. ¿Y esto?
Bueno. Eso ocurre. Significa que tu personaje ha cobrado vida propia y ha decidido por su cuenta. Déjale hacer. No permitas que te destroce una trama cuidadosamente planeada, pero observa y aprende. Tal vez estaba demasiado encorsetado o no estaba siendo fiel a sí mismo.






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