Altea Morgan's Blog, page 8
September 22, 2016
¿Libros de sagas o libros sueltos?
«Ser o no ser…». ¿No? Pues ser, hombre, ser. ¡Claro que sí! En el caso de los libros pasa lo mismo, cuando nos plantamos ante una buena historia, con unos personajes muy bien creados y un mundo que nos atrae, ¿queremos más o ya hemos tenido suficiente?
A mí me ha pasado de todo. Leer un libro perfecto de principio a fin y no querer más. Ha sido increíble, único y maravilloso. Aunque, en ocasiones, me deja con ganas de más.
Las sagas de libros pueden ser, reduciendo el asunto muchísimo, de dos formas:
Donde el personaje principal siempre es el mismo (también válido para grupos de compañeros aventureros y dicharacheros) y vivimos sus aventuras y desventuras.
El mundo prevalece, pero los personajes principales van cambiando en cada uno de ellos. Esto es muy típico en la novela romántica histórica.
Pros y contras de las sagas de libros
Pros:
Llegas a conocer muy bien a los personajes, y es todo como muy «nuestro».
Puedes leer la vida de los personajes de principio a fin, saber qué pasa con ellos en mucho más que un simple libro (un one-shot).
Le da tiempo al autor a desarrollar tramas más largas.
Crean un mundo, ya sea inventado o real, pero es su mundo.
Los personajes secundarios, a veces, toman el relevo y se pueden desarrollar mucho mejor.
Contras:
La historia se puede hacer repetitiva. Estirar el chicle no siempre es buena idea.
El desgaste que conlleva para los personajes, pueden perder la frescura.
¿Esto no acaba nunca? ¡Por Dios!
La espera entre libro y libro puede ser insoportable (En serio, veinte años esperando que llegue el invierno, ¡no es normal!).
El autor puede llegar a encasillarse y cuando saque algo diferente no gustar igual.
Y en romántica…
A mí no hay nada que me guste más que una saga de novela romántica histórica donde los personajes principales pasan a secundarios de otros libros y así durante unos cuantos. Julia Quinn o Lisa Kleypas son grandes ejemplos.
Aunque también es cierto que hay muchas historias que son redondas, perfectas en un simple libro que te lo muestra todo. Es complicado elegir. Por supuesto, cada autor sabe lo que se hace y cómo quiere continuar o acabar con el mundo que ha creado.
Yo soy una firme defensora de las sagas bien llevadas, esas que te enganchan cada uno de sus libros por cosas diferentes al resto. Dos que me gustaron mucho fueron la Serie de los hermanos Sullivan de Abril Camino y la Serie de Príncipes del Infierno de Érika Gael, esta última todavía a mitad.
En cambio, hace poco me leí El juego de la inocencia de Marisa Sicilia y me encantó tal y como estaba, no echo en falta nada en este libro. De principio a fin es una historia genial, con una gran ambientación. Y otro que leí también recientemente fue Mi isla, de Elisabet Benavent, que me costó un poco cogerle el aire a la protagonista, pero luego me gustó mucho. Creo que es el primer libro que no es una saga de la autora, y me ha enganchado.
¿Y a vosotros? ¿Qué os gusta más? ¿Las sagas ad infinitum o te cansan y con un libro tienes suficiente? ¿Hay alguna saga que debió quedarse en un libro o un libro que debió ser una saga?
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September 15, 2016
«Entre líneas» llega en octubre

Entre líneas surgió de una idea muy curiosa y ha terminado como mi primera incursión al mundo de la romántica contemporánea. Admito que no es un libro al uso, y eso me encanta. El germen de la novela nació en un momento muy complicado. Y, con el tiempo, se fue desarrollando para terminar siendo una historia en la que he dejado mucho más de mí de lo que esperaba.
Llegar a conocer a Leela y a Fischer (quizás mucho más a Roda y a Tigran) ha sigo genial. Y ahora les toca el turno de salir al mundo y enfrentarse a vosotros, los lectores.
¿Qué vais a encontrar en este libro? A Cthulhu (a él va dedicado), gatitos, cine clásico, historias modernas, problemas matemáticos, ajedrez, locos del ajedrez, Internet, correos electrónicos, mensajes de móviles y alguna que otra declaración de amor entre líneas.
El próximo 27 de octubre, dejarán de ser mis personajes, para llegar a ser también vuestros. Debo decir que me chifla la portada (sí, es porque sale un gatito, entre otras cosas), pues creo que plasma todo lo esencial.
Entre líneas
Os la dejo junto con la sinopsis. Espero que os guste:

El día que Laia envía un sencillo email a un usuario del foro de lectores para hablar de Memoria, su novela gráfica favorita, cambia su vida. Ella no sabe todo lo que va a desencadenarse gracias a un simple clic. Tras las palabras de un correo electrónico, se encontrará con Fischer, que vive a miles de kilómetros de distancia, pero que poco a poco va convirtiéndose en algo más que un simple amigo por internet.
Su pasión por Memoria, un gato con nombre de pez y otro con nombre ajedrecista les unirán tanto o más que su forma de ver la vida. Con el objetivo claro de llegar a conocerse en algún momento, vivirán una extraña relación dispersa entre líneas.
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September 8, 2016
Cinco cosas que aprendí escribiendo fanfics

¿Qué es un fanfic?
La verdad es que no tiene mucho, un fanfic son historias escritas por fans en el universo de un libro, película, serie, anime o manga. Bien solamente tomar prestado el mundo y meter a tus propios personajes o, lo que es mucho más normal, tomar prestado todo, hasta los personajes, y darles una vuelta. Normalmente, como os podéis imaginar, es para que una pareja que te gusta se junte, bien porque no ha ocurrido en el libro/película/mundodeYupi o porque no te ha gustado cómo.
De un fanfic surgió Cincuenta sombras de Grey y no voy a hacer ningún comentario al respecto. (Después de escribir esto, casi muero al morderme la lengua).
Pues yo un día cualquiera de verano, tras acabar los exámenes de la universidad, conocí un libro/película/mundodeYupi y me enganché como te enganchas a las cosas que sabes que serán para siempre, aunque las dejes, aunque te hagan daño, aunque te cambien la vida: con una absoluta locura y fanatismo. Del bueno.
Pero llegó un día en que el libro/película/mundodeYupi se me quedó corto y descubrí, por la más pura y absoluta casualidad, los fanfics. Devoré cada uno de ellos que llamó mi atención y descubrí un nuevo mundo. Con el tiempo, me fue gustando y escribí unos cuantos que, incluso, fueron traducidos a varios idiomas.
¿Qué aprendí de los fanfics?
1. Cada uno en su casa, y Dios en la de todos
Efectivamente, podría seguir con el refranero español, que da para mucho: cada mochuelo a su olivo, cada oveja con su pareja… Sí, aprendí que los personajes están bien donde están, en su mundo, con sus amigos y bajo la mano (o el yugo) de su creador. Si bien es cierto que algunos se merecen mucho más que lo poco que le dan, pero eso ya no es cosa nuestra.
2. Cada loco con su tema: el OOC
Juro que la primera vez que leí eso creí que estaban hablando de una serie de televisión. Pues no, ¡error! Significa out of character, o, lo que es lo mismo: «tu personaje se parece al original en el nombre». Bien, esto es un mundo oscuro que más que horrores, alberga spoilers. Cada persona tiene un concepto distinto, salvo en grandes rasgos, de cómo debería actuar un personaje en una situación en la que nunca se ha visto. Por lo que las críticas te llueven sin saber de donde, pues suelen ser las más subjetivas, pero las que más defiende la gente.
3. Amor y fortuna, resistencia ninguna: fanservice
Debo admitir, aunque me duela, que fanservice es un término que me chifla. Los fanfics son solo eso, fanservice. Lo malo es que están hechos por gente anónima, no por el creador del libro/película/mundodeYupi. Ejemplo práctico (si no has leído, visto las películas o te han contado el final de Harry Potter, no sé que has hecho con tu vida, pero es cosa tuya, y, además, no sigas leyendo): Si J. K. Rowling hubiese liado a Harry con Hermione. ¡Fanservice brutal que se cae internet!
4. Vísteme despacio, que tengo prisa.
No es ninguna sorpresa decir que si algo te gusta quieres más, mucho más. Pero si estás escribiendo un fanfic y subes un capítulo por semana, te pedirán dos al día y si subes dos al día, te pedirán dos a la hora y si los subes… pues no tienes vida y no estás leyendo esto porque estás escribiendo tu próximo capítulo que se te acaba el tiempo.
Cuando algo se hace por amor al arte se critica mucho menos, poca gente se quejó de mi forma de escribir o de mil cosas horribles que hacía y ahora no hago, pero te piden rapidez. Lo quieren ya. No quieren esperar tres años para saber cómo acaba tu historia (Spoiler: suelen acabar bien y con la pareja de turno muy feliz).
5. Bicho malo nunca muere.
Y si algo he aprendido de los fanfics es, sin duda, a que la gente que lee, en general, es agradecida. Yo sigo recibiendo cada pocos meses algún mensaje de ánimo por mis historias, otros que me piden más o, inclusive, quien se declara fan mío. Son mensajes que me alegran mucho y que siempre quiero contestar, aunque ese ya no sea mi mundo y yo ya no escriba más sobre personajes que no sean míos.
Bonus: Por el hilo se saca el ovillo.
Gracias a los fanfics estoy hoy aquí. Gracias a dar el salto y dejar que alguien me leyera, fuera de mi círculo cercano, me decidí a escribir libros. Gracias a los comentarios positivos y a los ánimos, la semana pasada salió De Bombay a ti y en octubre saldrá Entre líneas. Así que lo más importante que aprendí de los fanfics es que me encanta escribir (e, incluso, que me lean).
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September 7, 2016
Cinco cosas que aprendí escribiendo fanfics
September 1, 2016
Presentación de «De Bombay a ti»

Que sí, que ya sabéis que es novela romántica, de época victoriana y que se ubica en el año 1851. Os lo he dicho en unas pocas ocasiones, pero ¿quiénes son ellos? Él y ella, los protagonistas de la historia:
Ella es Kate y, entre otras cosas, es una loca de la ópera. Cada vez que pienso en ella me acuerdo del Madamina de Don Gionavanni, en concreto un vídeo de Erwin Schrott que he visto así como mil veces, sobre todo de fondo, mientras repasaba cierta parte del libro… que no diré. Ella es cabezona, tiene las cosas claras y quiere a alguien su vida: a Chris.
Él, por su parte, es Christopher o Chris o Kit, depende de quién lo llame en el libro. Cada vez que pienso en él no me acuerdo de ninguna ópera, las odia, sino de The Platters cantando su The Great Pretender, pues eso es, a fin de cuentas.
Además, os quiero recordar los artículos que escribí para que conocierais un poco el entorno histórico, pues en su trama se entremezcla Londres y Bombay, como escenarios. En una época remota donde las apariencias contaban más que cualquier cosa. Hace unas semanas os hablé un poco de todo eso:
La época victoriana en la novela romántica
Siete curiosidades dela reina Victoria
La Gran Exposición de 1851
La temporada en la novela romántica
La temporada en la novela romántica II
¿Qué es la frenología?
Y, en fin, alea iacta est. Debo decirles adiós a Kate y a Chris como parte de mi pequeño mundo, para que los conozcáis.
De Bombay a ti

Kate ha cometido un gran error: abandonar a su marido. Está dispuesta a volver a Londres y vencer todos los obstáculos con tal de recuperarlo, pero ha de ser con discreción, pues nadie debe saber que están casados: la sociedad victoriana no perdona el escándalo.Christopher desempeña cómodamente su papel de aristócrata segundón, la mejor coartada para sus misiones secretas al servicio de la Corona, hasta que de pronto irrumpe en su vida Kate, la mujer que lo abandonó y que tampoco es quien decía ser…
Ambos deben sortear las trampas de una sociedad profundamente convencional y estricta, donde se confunden traficantes de opio, científicos despistados, malvadas condesas y barones aburridos.
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August 25, 2016
¿Qué es la frenología?

¿Qué es la frenología?
Un día de otoño (esto me lo estoy inventando, lo que viene a partir de aquí no, lo prometo) de finales del siglo XVIII, el doctor Franz Joseph Gall desarrolló una teoría que decía que el cráneo, como contenedor de nuestro cerebro, tiene protuberancias que denotan el carácter y la personalidad del individuo, de tal modo que se puede saber, palpándolos, mucho sobre los mismos. Y así nació la frenología, del griego fren-mente y logos-ciencia.
En la época victoriana, ser frenólogo no era ninguna tontería. Algunos de ellos tenían consultorios donde las personas acudían para que les toquetearan el cráneo y les dijeran qué hacer con sus vidas. De hecho, hasta se preguntaban por temas amorosos. Algunos niños, antes de comenzar sus estudios, acudían con sus padres a un frenólogo para que este les dijera en qué destacaría el chaval y enfocara su futura carrera. ¡Ahí es nada!
Los principios de la frenología
Para ellos, y en parte no iban tan desencaminados, el cerebro era el órgano de la mente y, este a su vez, estaba compuesto de pequeños órganos que llamaban «facultades», donde se desarrollaban las habilidades del individuo. Y distinguían cuatro:
En la frente: la inteligencia.
En la zona trasera: habilidades caseras o domésticas.
Los lados: la parte más instintiva de la persona.
Y arriba: los sentimientos y la moral.
En un primer momento, se desarrollaron por Gall veintiséis facultades, pero con el tiempo fueron cuarenta y seis.

El final de la frenología
Desde su nacimiento, la frenología siempre fue un tema muy discutido. Se llegaron a hacer verdaderas locuras por la causa, como robar y cambiar cráneos de artistas famosos, para que, cuando los encontraran, las protuberancias coincidieran.
Durante la historia de la misma, hubo altibajos, pero desapareció definitivamente en el último cuarto de la época victoriana. En 1851 estaba de capa caída, aunque durante los años sesenta del siglo XIX tuvo un nuevo repunte, y acabó olvidada un tiempo después.
Sin embargo, muchas personalidades importantes de la época la apoyaron, desde médicos a abogados o políticos. Se crearon Sociedades Frenológicas en muchas ciudades importantes y fue base de multitud de teorías científicas.
Aunque hoy en día nos parezca algo increíble, Thomas Alva Edison llegó a decir que si la frenología no le hubiera dicho que tenía desarrollada la zona creativa del cerebro, jamás se hubiese aventurado a ser inventor. Curioso, ¿verdad?
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August 18, 2016
La temporada en la novela romántica II

¿Qué podía costar una temporada?
Si algo nos puede llamar la atención de aquella época, es el dinero que se podían gastar durante esos meses en Londres, que era el equivalente a una verdadera fortuna. De hecho, las damas solían estrenar guardarropa, y una media de cuánto podría costar los vestidos, con sus accesorios y demás fruslerías, era de unas 20.000 libras de la época. A lo que había que sumarle eventos, mantener a la casa, los criados y cualquier contingencia. Es decir, una barbaridad.

¿Qué se hacía durante la temporada?
La semana pasada ya os conté que durante la temporada se formaba una especie de mercado matrimonial de la aristocracia. Pero ¿qué hacían durante esos meses en su día a día? Os lo cuento:

Posible horario de una dama durante la temporada:
Mañana: paseo por Hyde Park, desayuno con la familia y, en algunas ocasiones, con invitados. Después, diversas actividades como ir de compras u ocuparse de tareas de la casa. También era común pasear por Hyde Park desde la diez hasta las dos para ver y ser vistas.
Tarde: diversas actividades, tales como algún tipo de juego al aire libre, charlas, recepciones, veladas musicales, picnics… A las cinco se tomaba el té, bien de forma privada con la familia o como una reunión de amistades.
Noche: cena a las siete de la tarde. Y, a partir de las ocho, se acudía a la ópera, al teatro o a alguna fiesta privada que se podía extender perfectamente hasta las tres de la madrugada.
Por lo que al final, acababan agotadas y con ganas de volver al campo a descansar. Las mujeres entendían la temporada de una forma muy distinta a los hombres que, aunque podían compartir horario, no era tan exhaustivo. Algunos de ellos acudían a las sesiones parlamentarias y, la mayoría, a actos en su club de caballeros mucho más relajados.
De hecho, las normas sociales victorianas fueron endureciéndose con el paso del tiempo, y la sociedad se volvió cada vez más restrictiva en lo concerniente a las buenas costumbres. Por lo que vivir (o sobrevivir a) una buena temporada, podría ser algo agobiante. Sobre todo, si la dama en cuestión se encontraba en el linde entre la soltería y la solteronía, algo que no se perdonaba con facilidad.
Pasar una temporada
En definitiva, pasar una buena temporada era algo reservado a unos pocos, que podían permitírselo. Y, aunque la excusa para acudir a Londres eran las sesiones parlamentarias, en realidad era un momento de expansión para los victorianos, donde pasaban su tiempo haciendo del ocio una obligación. Y si de paso acaban con un buen matrimonio, mejor que mejor.
¿Qué te parece? ¿Te hubiese gustado pasar una temporada en Londres? He leído los comentarios de algunas de las damas de finales del siglo XIX y principios del XX que opinaban que era de lo peor que habían pasado, pues para ellas resultó ser un verdadero agobio. Sin embargo, yo creo que era una experiencia única que bien valía unos pocos, o muchos, desvelos.
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August 11, 2016
La temporada en la novela romántica

¿Qué es la temporada?
Desde Pascua hasta agosto se celebraban las reuniones en el Parlamento, y los lores, que se pasaban el resto del año en sus mansiones en el campo, acudían a Londres. En ese momento, se aprovechaba para poder presentar a las damas ante la reina, celebrar bailes, actos benéficos, deportivos… y buscar marido. Es lo que se llamaba The London Season.
Aunque hoy en día eso de buscar marido nos parece una locura, en la época, era lo que toda mujer de clase alta debía hacer. Tenían en cuenta a la familia, la renta anual y la posición del caballero. Muy pocas veces el amor entraba en juego, pero las escritoras de novela romántica han hecho de la excepción, la regla (y a mí me encanta, que conste). De hecho, como ya os comenté en siete curiosidades de la reina Victoria, ella sí contrajo matrimonio por amor, algo muy poco victoriano, por cierto.
Estos eventos comenzaron el siglo XVII y continuaron hasta la Primera Guerra Mundial, donde todo pierde un poco el sentido. El gasto económico que suponía ese tipo de vida no se podía mantener. Aunque la costumbre no se ha perdido del todo, y hoy en día se celebran eventos patrocinados por marcas que continúan la estela de lo que fue en el pasado.

Las debutantes
Toda chica de buena familia que quisiera aparecer en público debía presentarse ante la reina Victoria, lo que se llamaba coming out. Una ceremonia que se celebraba durante los primeros días tras la Pascua, normalmente tres, donde cada día, unas doscientas chicas se presentaban emperifolladas con sus mejores galas ante la monarca. Algunas de ellas vistieron trajes y galas más impresionantes que en su propia boda. Y, tras ese acto, ya era libres de ir y venir… con carabinas, por donde quisieran… bueno, por donde les dejaran sus padres y… en fin, hacer bien poco más, a priori.
Esta costumbre fue abolida por Isabell II en 1958. Debía ser un poco aburrido estar tres días viendo a unas seiscientas chicas histéricas por no trastabillar y caer al suelo ante ella. Yo también lo habría suprimido.

El momento álgido de la temporada
Aunque la norma general era que comenzara tras la Pascua, algunos años se empezaba en febrero y otros se retrasaba, ¿por qué? ¿Los victorianos eran inconstantes y odiaban ser predecibles? Bueno, puede ser, yo no lo sé, pero la razón principal eran los deportes.
Sí, los deportes.
La temporada dependía más de ellos que del propio parlamento. De hecho, en 1886, The Haper´s Magazine publicó un artículo con el siguiente titular: «La temporada depende del Parlamento, y el Parlamento de los deportes».
De este modo, mayo era el mejor mes para pasar en Londres, si eras victoriano y te gustaba todo este lío. Por dos razones, los dos eventos deportivos del año: The Derby y The Ascot. Carreras de caballos para gente exclusiva, ¿os suena? Es más, sin la última, no había temporada.

¿Qué tiene la temporada que nos encanta para la novela romántica?
Creo que esta pregunta se responde sola. Es el germen perfecto para amores y desamores, matrimonios concertados y por deseo. En una sociedad tan rígida, donde las costumbres y las normas sociales primaban, cualquier desliz podía acabar en desgracia… o en boda. Ya que los victorianos alardeaban de eso mismo, mirando por encima del hombro a las generaciones anteriores por permisivas… Cada loco con su tema.
¿Qué hacían durante esos meses? ¿En qué ocupaban el tiempo libre? ¿Era todo parecido a los maravillosos libros que leemos de novela romántica? Pues no, lo dudo mucho, la verdad. Pero a las otras dos preguntas y a otras más, responderé el jueves que viene para continuar con los artículos que os prometí cuando anuncié que De Bombay a ti es ya una realidad.
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August 3, 2016
La Gran Exposición de 1851

¿Qué es la Gran Exposición?
El príncipe Alberto, el marido de la reina Victoria, fue el artífice del proyecto que fue la primera exposición universal llamada en inglés: Great Exhibition of the Works of Industry of all Nations.
Su inauguración, el 1 de mayo, resultó ser el principio de un nuevo periodo en la época victoriana, pues se recuerda como el comienzo de la modernidad. Estuvo abierta hasta el 11 de octubre de 1851. En ella, se enseñaron distintos tipos de productos, de maquinaria y de inventos novedosos.
El famoso Palacio de Cristal se creó para albergar la Gran Exposición, ubicada en Hyde Park. En la mitad del recinto se enseñaron productos ingleses, mientras que en la otra se alojaban modernidades de 25 países, incluido España.
Fue todo un éxito, y se calculan que asistieron más de seis millones de asistentes. ¡Toda un barbaridad! Se preparó para demostrar cómo estaba evolucionando la industria inglesa y de las colonias al mundo. Y funcionó.

El Palacio de Cristal
Pero, sin duda, si algo recordamos de la Gran Exposición de 1851 fue el Palacio de Cristal diseñado por Joseph Paxton, al que nombraron caballero por la idea. Pensado como un gran casa trasparante, pues el arquitecto se había especializado en invernaderos, contaba con 600 metros de largo, 120 de ancho y 34 de altura. Construidos en cristal y acero.
De hecho, fue tan importante como la propia exposición que albergaba en su interior. Costó más de dos millones de libras. Su construcción comenzó en julio de 1850 y acabó para la inauguración. Y, cuando acabó, el edificio resultó ser el símbolo más importante de la misma.

¿Qué pasó con el Palacio de Cristal?
Una vez acaba la Gran Exposición, el Palacio de Cristal no podía quedarse en Hyde Park, por lo que se trasladó en 1854 al Upper Norwood, donde se modificó la estructura original para hacerlo un poco más grande.
Durante años, fue el centro de exposiciones y de eventos, pero mantener el edifico era algo muy costoso que no se podía costear. Se llegó a vender por partes, entero y a revender. Hasta que, el 30 de noviembre de 1936, hubo un incendio que terminó con la construcción. Y se acabó con él uno de los últimos vestigios de la época victoriana que quedaban en pie.
Pero, cuando comienza De Bombay a ti, el Palacio de Cristal está presidiendo Hyde Park y asombrando a todos los que se acercan a él para ver la Gran Exposición que fue el comienzo de un nuevo mundo. Y, además, también aparece en la historia.
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