No percibió los minúsculos y desgarradores destrozos que el tiempo había hecho en la casa (...) No le dolieron las peladuras de cal en las paredes, ni los sucios algodones de telaraña en los rincones, ni el polvo de las begonias, ni las nervaduras del comején en las vigas, ni el musgo de los quicios, ni ninguna de las trampas insidiosas que le tendía la nostalgia.
— Apr 07, 2015 05:43AM
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