“En casa uno facilmente puede sentirse encerrado, agobiado por la falta de horizonte, por la excesiva familiaridad de las cosas. En el cafe se es a la vez sedentario y transeunte, y si uno tiene la suerte de ocupar una mesa junto al ventanal, la situacion es admirable, perfecta: uno es la estampa involuntaria del desconocido que mira la calle tras los cristales del cafe, y esa figura, ese anonimato, le concede una vision alejada y un poco novelesca de si mismo.”
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Antonio Muñoz Molina,
Ventanas de Manhattan