¡Qué extraño resulta esto que los hombres llaman placer! ¡Y qué curiosa relación con lo que se cree que es su opuesto, el dolor! Los dos nunca se encontrarán juntos en una misma persona y, sin embargo, si buscas al uno y lo obtienes, casi siempre encontrarás también al otro, como si ambos estuvieran unidos a la misma cabeza… Dondequiera que se encuentre uno, el otro le sigue detrás.