Al medicarnos para adaptarnos al mundo, ¿con qué clase de mundo nos estamos conformando? Con el pretexto de tratar el dolor y las enfermedades mentales, ¿no estaremos haciendo que amplios sectores de la población se tornen bioquímicamente indiferentes a situaciones intolerables? Peor aún, ¿se han convertido los medicamentos psicotrópicos en un medio de control social, en particular de control de los pobres, desempleados y marginados?