La dopamina aumentó de manera constante y gradual durante el transcurso del baño frío, y permaneció elevada durante una hora después. La norepinefrina aumentó vertiginosamente en los primeros treinta minutos, se estabilizó en los últimos treinta y disminuyó aproximadamente un tercio en la hora siguiente, pero se mantuvo elevada por encima de la línea de base, incluso en la segunda hora después del baño. Los niveles de dopamina y norepinefrina perduraron mucho más allá del estímulo doloroso, lo que explica la afirmación de Michael: «Inmediatamente después de salir, me siento genial durante
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